Diente de Oro: el trasfondo de las licitaciones por el edificio

El Colegio de Arquitectos de Cipolletti defendió el usufructo de la tienda pero sus argumentos son cuestionables.

El Colegio de Arquitectos de Cipolletti defendió el usufructo a 99 años del Diente Oro con el argumento que las dos licitaciones que realizó la Municipalidad quedaron desiertas y que eso habilitaba a la iniciativa privada.

Pero hay un detalle que pasó por alto en este razonamiento ya que no es posible invocar esas convocatorias como antecedentes porque cambiaron las condiciones: antes el plazo era por 10 años y ahora es por casi 100 años.

El Colegio quedó en el centro de la polémica luego de que “Río Negro” diera a conocer detalles de un precontrato en el que el intendente Aníbal Tortoriello le otorgaba la cesión por casi un siglo del histórico edificio que tiene una ubicación privilegiada.

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El contrato tiene que pasar por el Concejo Deliberante. El intendente electo Claudio Di Tella, también se involucró en el tema y sigue de cerca todo lo que ocurre.

El inmueble fue el primer almacén de ramos generales de Cipolletti y está abandonado en la esquina de Fernández Oro y Villegas. Los herederos de la familia que lo administró y que lo bautizaron Diente de Oro cedieron los derechos al municipio en el año 1994 pero pusieron como condición mantener la fachada y destinar el espacio a la cultura o a actividades comunitarias.

Cuando Alberto Weretilneck fue intendente, firmó dos llamados a licitación para otorgar la concesión del inmueble por 10 años. Sin embargo ambas se frustraron y en ese momento no hubo interés en “levantar y administrar” esa esquina.

Las fuentes consultadas admitieron que el plazo (de diez años) no resultó atractivo. Si se hubiese ofrecido el doble, 50 o 100 años cómo ahora quizás eso despertaba el interés de privados o entes públicos.

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Ni en la gestión de Abel Baratti (2011-2015) ni en la actual del empresario Aníbal Tortoriello se volvieron a realizar licitaciones públicas. Hubo un intento con la asociación israelita que no prosperó y luego comenzó la iniciativa del Colegio que hace años intenta quedarse con el histórico espacio que fue declarado patrimonio cultural.

En la licitación pública los interesados tienen que ajustarse a lo que pide el Municipio, es decir a los pliegos. Y en la privada hay que presentar proyecto. El caso del Colegio de Arquitectos no se ajusta a ninguna de las dos opciones.


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