Eduardo Donza: “Una flexibilización laboral no necesariamente da resultados positivos”
ENTREVISTA │ El sociólogo e investigador de la Universidad Católica Argentina (UCA) reflexiona sobre la necesidad de una transformación profunda de la estructura productiva que incluya a todos los actores del mercado laboral.
Los datos oficiales sobre mercado de trabajo y la necesidad de encontrar resortes para un cambio socioeconómico sustancial, vuelven a poner en debate la necesidad de revisar las relaciones laborales. Al respecto el sociólogo e investigador Eduardo Donza, dialogó con RÍO NEGRO.
PREGUNTA: ¿Qué panorama socioeconómico advierte?
RESPUESTA: Hubo una mejora muy importante respecto a los indicadores de pobreza medida por ingresos, después de un pico muy elevado. Estamos volviendo a valores cercanos al 35% de población en situación de pobreza. Hay que tener en cuenta que las mejoras se dieron después de los primeros meses de este gobierno, cuando por la devaluación de casi el 120% en diciembre de 2023 se produjo una aceleración de precios al consumidor que ya venían muy elevados. Hubo 25% de inflación en diciembre del 2023, 20% en enero de 2024, y después fue descendiendo en forma sistemática. Pero el 25 y el 20 acumulado da casi un 55% de pérdida de poder adquisitivo en dos meses. Eso fue un golpe muy grande para la calidad de vida de toda la población. Después de ese 52% de pobreza que nosotros estimamos en el primer trimestre de 2024, fue descendiendo a valores que por supuesto siguen siendo elevados.
P: ¿Alcanza con la baja sostenida de inflación para que mejoren los indicadores sociales?
R: Es algo muy positivo, que se va dando de una forma sistemática. Pero para que mejore la calidad de vida de la población tiene que mejorar el mercado de trabajo, cosa que hasta ahora no se está dando. Tenemos un problema estructural en la Argentina, que es la precariedad laboral. Empieza a aumentar un poco la desocupación, aunque aún no está en valores preocupantes. Pero en Argentina el problema no es la desocupación, sino la precariedad laboral. Las familias de bajos ingresos no pueden tener un número importante de sus integrantes desocupados. Entonces tienen que hacer alguna actividad, aunque sea actividad de autoempleo, inventarse un trabajo, reciclado de residuos, los cartoneros o la venta ambulante. Las ayudas del Estado son indispensables, tienen que seguir las pensiones no contributivas que amortiguan cerca del 5% puntos del nivel de pobreza. Sin esas transferencias la indigencia pasaría del 8,9% a casi un 20%.
Los argentinos no nos turnamos para ser pobres, sino que hay un núcleo duro de pobreza cercano al 30% de la población.
P: ¿Está bien considerar que el valor de la canasta de pobreza es por adulto equivalente o es correcto considerar la canasta para una familia tipo?
R: Es un viejo debate atado a cómo está estructurado el concepto del salario mínimo vital y móvil. La legislación argentina establece que con un salario mínimo vital y móvil tendría que vivir toda una familia. De ahí surge la comparación con la canasta para la familia tipo. Es un esquema de escenario laboral y mercado de trabajo que se dio hasta las décadas del 70/80, en el que una familia podía vivir con un solo ingreso, que casi siempre era el ingreso del jefe del hogar, con tasas de actividad de las mujeres, tasas de desocupación muy bajas e ingresos relativamente importantes. En la actualidad ya se sabe que para vivir bien una familia necesita más de un ingreso, hay mayor participación de las mujeres con niveles educativos más elevados que los varones en promedio. Las dos comparaciones son inexactas. Comparar un salario con el valor del adulto equivalente sería inexacto. Y si uno lo compara un salario con la canasta básica alimentaria estaríamos suponiendo que se vive o se tendría que vivir con un solo salario.
P: La pobreza medida por ingresos ¿es buena para representar el flagelo?
R: La pobreza por ingresos es mucho más elástica, es decir reacciona mucho más rápido tanto al deterioro macroeconómico como a las mejoras. La pobreza estructural es mucho más difícil de hacer bajar. Hay un dato real. Desde 2001 adelante la pobreza por ingresos nunca bajó de un 25%. Es decir que uno de cada cuatro argentinos en los últimos 25 años estuvo en una situación de pobreza. Y un dato extra es que los argentinos no nos turnamos para ser pobres, sino que hay un núcleo duro de pobreza cercano al 30% de la población. Entonces, si pudiéramos mágicamente generar recursos para que toda la población salga de la pobreza por ingresos en tres o cuatro meses, lo cuál es altamente improbable, esas personas seguirían viviendo en las mismas viviendas que están, en malas condiciones, muy precarias y en lugares donde el clima puede ser muy hostil. La carencia de servicios que suelen tener muchos hogares como red de cloacas o red de agua seguiría afectando la salud. La ausencia de un trabajo registrado seguiría presente, y también el factor educativo con jóvenes y adolescentes que tienen retrasos escolares y no están capacitados para ingresar a un mercado de trabajo. Esos son indicadores que construyen lo que llamamos la pobreza multidimensional.
P: ¿Cómo interpretan que el nivel de actividad suba al mismo tiempo que sube el desempleo?
R: Lo que hay que analizar bien es desde qué sector se está produciendo el crecimiento ¿no? Puede que la suba del Producto Bruto llegue desde sectores que son capital intensivos y no mano de obra intensivos. Cuando el motor es la explotación minera, o los yacimientos como Vaca Muerta, el sector agropecuario, o las finanzas, podemos tener un escenario de aumento del PBI, que por supuesto es algo positivo porque aumenta la riqueza en bienes y servicios que generamos en la Argentina, pero eso no necesariamente va a tener un correlato importante en la generación de puestos de trabajo.
Aún si pudiéramos mágicamente generar recursos para que toda la población salga de la pobreza por ingresos, lo cuál es altamente improbable, esas personas seguirían viviendo en las mismas condiciones estructurales en las que hoy están.
P: La desocupación es mayor entre los jóvenes ¿eso ayuda a reproducir la pobreza?
R: Sí, es una particularidad en los mercados de trabajo que las tasas de desocupación e informalidad seas mayor en los jóvenes. Los jóvenes en general tienen menos experiencia, no tienen otras personas a cargo, y al tener menos antigüedad, representan un costo de salida menor, lo que facilita el despido y agrava el problema. A eso hay que agregar la brecha entre un joven de un sector socioeconómico medio o medio alto, que tiene un nivel educativo elevado, sigue estudiando en la universidad y tiene redes familiares o de contactos para conseguir un trabajo frente a un joven de bajos recursos que no terminó la secundaria o hasta tiene niveles de primaria de muy baja calidad.
P: Se habla de reforma laboral ¿qué opina?
R: Las reformas no deberían implicar pérdidas de derechos. Argentina tiene una legislación que es en fuerte, y un sistema de protección a los trabajadores que tendríamos que tratar de no perder. Ya hemos tenido experiencia en la Argentina respecto flexibilizaciones laborales y no dieron un resultado positivo en cuanto a generación de empleo y puestos de trabajo.
P: ¿Qué elementos debería tener una reforma laboral?
R: Tenemos la mitad de los trabajadores ocupados en un sector micro informal de la estructura productiva, cerca de un 15% en el sector público y solamente un 35% en el sector privado formal. Si no mejora esa estructura productiva, más allá de que se flexibilice, no va a mejorar el escenario laboral y por ende la calidad de vida. Para que bajen los indicadores de pobreza, tiene que mejorar el mercado laboral tanto en cantidad como en calidad de puestos de trabajo. Ahora, para que mejore la estructura productiva hay que tener un objetivo como país consensuado. Las políticas de Estado que apunten al aumento de la producción y el trabajo deben incluir a los actores de la producción y el trabajo, los empresarios, los inversionistas, los sindicatos, las organizaciones de base, la ciencia y la tecnología, las universidades, el CONICET, el INTA y el INTI.
Perfil
Eduardo Donza es Licenciado en Sociología (UBA) y Magíster en Generación y Análisis de Información Estadística (Universidad Nacional de Tres de Febrero).
Se especializa en empleo y desigualdad social. Es investigador del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA y del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA.
Es docente de grado de la UBA y de la Universidad Nacional de La Matanza. Docente de posgrado en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, en la Universidad del Salvador y en la FLACSO.
Consultor de organismos nacionales e internacionales. Fue funcionario nacional de la Organización Internacional del Trabajo.
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