En qué consiste una dolarización como la que impulsa Javier Milei

¿Es posible dolarizar la economía argentina? ¿Alcanzan los dólares? ¿Cuál sería el tipo de cambio para dolarizar? Sobran las preguntas y escasean las respuestas. En medio de los festejos por el triunfo en las PASO, el líder libertario dejó al pasar un indicio de lo que podría venir en cuanto a la política monetaria. 

¿Te imaginas cobrar tu sueldo en dólares? ¿Poder ir al cine, al kiosco o al super a comprar, y que el cajero te dé dólares de vuelto?
Al mundo soñado podríamos agregarle el no tener que estar pendientes nunca más de la cotización del dólar. El dejar de convertir a pesos el costo de un viaje, un iPhone, o el abono de una plataforma de streeming.

La fantasía de la dolarización es una de las propuestas más atractivas de Javier Milei, y una de las ideas que acaparó el debate público previo a las elecciones PASO. En un escenario de inflación desatada, restricciones cambiarias, una palestra interminable de tipos de cambio, y alta incertidumbre, todos los candidatos se vieron obligados al menos a manifestarse a favor o en contra de la propuesta de hacer el dólar la moneda corriente en Argentina.

Consumado el triunfo del líder libertario en las primarias, resulta todavía mucho más relevante entender de que se trata la dolarización como concepto, y que tan posible es su aplicación en términos prácticos en Argentina.

¿Qué es la dolarización?

Entender de qué hablamos cuando decimos dolarización, es el primer paso para comprender las implicancias que una medida semejante podría tener en la economía nacional y en el día a día de los argentinos.

Objeto de deseo. Los argentinos prefieren la moneda norteamericana.

En una definición general, se puede afirmar que dolarizar una economía es hacer del Dólar Norteamericano la moneda oficial y de curso legal dentro del territorio de un país.
En la versión más extrema, se trata de reemplazar la moneda nacional de dicho país por el dólar. En los casos intermedios, de permitir que el dólar conviva al mismo tiempo con la moneda nacional, de forma indistinta a la hora de hacer transacciones de compra, venta, inversión o ahorro.

Dicho de esa forma, suena sencillo. Hasta puede resultar deseable. Tal vez haya sido el motor de muchos de los votantes de Milei el fin de semana pasado. Sucede que existe una distancia abismal entre los dichos y los hechos. Las implicancias prácticas de una medida como la dolarización, son tan profundas como difíciles de desactivar una vez implementadas.

Dolarizar una economía es hacer del Dólar Norteamericano la moneda oficial y de curso legal dentro del territorio de un país. En la versión más extrema, se trata de reemplazar la moneda nacional de dicho país por el dólar.


El creador de La Libertad Avanza hizo un excelente trabajo de adoctrinamiento mediático, instalando la idea de que la única causa posible de la inflación es la emisión de moneda. Y que si el problema es «la moneda nacional», la mejor decisión posible es eliminarla.

Detrás de la iniciativa subyace la idea de que si el Banco Central está impedido de emitir moneda, será imposible que la creación de dinero se destine a financiar al Estado nacional. En los libros dice que si ello se aplica de forma estricta debieran suceder dos cosas de inmediato: en primer lugar el Estado debiera reducir drásticamente el gasto público y por ende el déficit fiscal, y en segundo debería caer rotundamente la inflación.

¿Cuáles serían las consecuencias?

Muy pintorezco en la teoría. En la práctica en cambio, resulta que en caso de dolarizar, la economía nacional quedaría atada a una moneda que no emite. En otras palabras, el país renunciaría a tener uno de los principales instrumentos de política económica: la política monetaria. La cantidad de dinero pasaría a convertirse en una variable exógena y dejaría de ser un resorte en manos de quien gestiona la economía.

Naturalmente significaría la necesidad de desmantelar todo tipo de regulación y control respecto a la libre entrada y salida de capitales. No hay manera de creer que una economía pueda adoptar el dólar como su propia moneda, sin previamente «abrir la puerta» para la entrada y salida de dólares.

No hay manera de creer que una economía pueda adoptar el dólar como su propia moneda, sin previamente desmantelar todo tipo de regulación y control respecto a la libre entrada y salida de capitales.

De ser así, la economía quedaría absolutamente expuesta a cualquier episodio de colapso financiero internacional. En especial si tales episodios se verifican en países emergentes de similares características a las de Argentina.

No solo ello, el billete legal en circulación sería emitido por otro país, lo que inexorablemente significaría la necesidad de tener un acuerdo con la autoridad monetaria del país en cuestión, ante posibles episodios de zozobra financiera y monetaria. El propio Milei admitió que ya tiene avanzado distintos «diálogos» en EEUU con la idea de avanzar en la dolarización.

¿Quién pone los dólares que hacen falta?

«El que puso pesos recibirá pesos, y el que puso dólares recibirá dólares» supo decir alguna vez Eduardo Duhalde a la salida del corralito del 2001.
En el imaginario popular, la dolarización implica que habrá una ventanilla (sea física o virtual) en la que «quien pone pesos recibirá dólares». Así de mágico.

La realidad resulta por cierto bastante más compleja. Para poder llevar a cabo una operatoria semejante, sería necesario tener un ingreso extraordinario de divisas que se pudiera aplicar «de entrada» a la dolarización de la economía. Milei ha dicho en repetidas ocasiones que ese stock inicial de divisas debería ser de u$s 30.000 millones.

Sería el stock de dólares necesarios para evitar una hiper devaluación previa al canje entre pesos y dólares. Previo a las PASO, Milei explicó en diferentes ámbitos empresarios, políticos y mediáticos, que si ingresa esa cantidad de divisas (y dice ya haberlas conseguido), podría dolarizarse la economía al tipo de cambio actual (¿supongamos $700?).

Milei, dice tener un fondo de inversión que ya ha comprometido un aporte extraordinario. Es el eufemismo del libertario para decir que «tomaría nueva deuda externa»

La pregunta del millón que hasta el momento nadie sabe contestar con certeza, es de «donde» o de «quienes» saldrían los u$s 30.000 millones que hacen falta. En el caso de Milei, dice tener un fondo de inversión que ya ha comprometido un aporte extraordinario.

Es el eufemismo del libertario para decir que «tomaría nueva deuda externa por u$s 30.000 millones». A ello suele agregar que en caso de llegar al gobierno, gran parte de los u$s 400.000 millones que los argentinos tienen en el exterior, regresarían porque «comenzarían a confiar en el país». No hay nada más parecido a la «lluvia de inversiones» que pregonaba al menos hasta 2017 Mauricio Macri.

Lo cierto, lo real, es que al día de hoy los dólares necesarios para dolarizar son inexistentes. Si estuvieran disponibles, si la oferta de divisas «tuviera la espalda necesaria» para satisfacer la demanda, no existiría el nivel de frenesí que existe por estas horas en el mercado cambiario. Y bien sabido es que si no es posible ajustar vía cantidad, la solución es vía precio.

¿A qué tipo de cambio se dolariza?

En el hipotético caso de que la iniciativa de la dolarización avance, y a sabiendas de las dificultades que hace años tiene Argentina para conseguir dólares, la ecuación es bien sencilla: hace falta convertir la cantidad de pesos que hay en existencia, e intercambiarlos por la cantidad de dólares en existencia.

Es un punto en el que difieren los especialistas: ¿Cuál es el stock de dólares que debe tomarse en cuenta para dolarizar? Responder ese interrogante determina de inmediato la respuesta al otro gran interrogante: ¿Cuál es el tipo de cambio de conversión para dolarizar? O dicho de otra manera: ¿Cuántos dólares me darán al entregar mis pesos?

Reservas. Claves para poder avanzar en un esquema de dolarización.

Al igual que las opiniones, también difieren los cálculos de los especialistas. Los más optimistas indican que el tipo de cambio de conversión podría ubicarse hoy entre $1.500 y $3.500. Los más apocalípticos en cambio ubican esa cifra entre $7.000 y $10.000. Lo fáctico, es que si lo que hay que tomar en cuenta es la cantidad de reservas reales que tiene hoy el Banco Central, las mismas son negativas por casi u$s 10.000 millones, con lo cuál el tipo de cambio de conversión sería cercano al infinito.

Resolver el tipo de cambio de conversión es el punto más álgido de la dolarización. Será lo que determine qué tanto quedará ajustada la economía de todos los días. Es decir, cuántos a cuántos dólares pasará a equivaler un salario promedio, una boleta de luz, un litro de nafta, o un kilo de carne.

Ceros, convertibilidad y un «guiño»

Imperceptible, como al pasar, y en clave para quienes entienden sus mensajes encriptados, Javier Milei dejó el domingo por la noche un indicio de lo que puede llegar a traer entre manos. Exultante y en medio de los festejos por el triunfo en las PASO, el libertario afirmó: «El peso está destrozado y a la moneda argentina ya se le sacaron 13 ceros. Pronto se le podría sacar otros tres más…».

La última vez que se le quitaron ceros a la moneda argentina fue en el año 1991 cuando el billete de 1.000 Australes se convirtió en el de $1 (un peso). La referencia de Milei el domingo por la noche a la posibilidad de quitar «tres ceros» a la moneda, no parece casual. ¿Acaso piensa Milei en quitarle tres ceros al billete de $1.000 (mil pesos)?

«El peso está destrozado y a la moneda argentina ya se le sacaron 13 ceros. Pronto se le podría sacar otros tres más…».

Javier Milei en medio de los festejos por el triunfo en las PASO

Dicho de otra forma: ¿Es acaso $1.000 el tipo de cambio de conversión que Milei tiene en mente para llevar a cabo la dolarización? Y si todavía se quiere especular un poco mas: ¿Será que Milei está vendiendo dolarización para terminar entregando convertibilidad?

El creador de La Libertad Avanza se ha declarado en repetidas ocasiones admirador del la década menemista, y en especial del creador de la convertibilidad, Domingo Felipe Cavallo.
Existen una serie de diferencias sustanciales entre aquel experimento monetario noventista y la iniciativa libertaria de dolarizar.

En el caso de la convertibilidad, se estableció por ley del Congreso de la Nación la paridad 1 a 1 entre el peso y el dólar. Ello implica que el Banco Central se obliga a tener un dólar de reservas por cada peso que está en circulación. Solo se puede emitir pesos, si aumentan las reservas. He aquí una diferencia sustancial: en la convertibilidad y a diferencia de la dolarización «si se puede emitir moneda», siempre y cuando se incrementen las reservas.

El objetivo en tanto, sigue siendo el mismo: despojar al Banco Central de su capacidad de emitir para financiar al fisco a fin de eliminar la inflación. La restricción presente también es idéntica: no hay dólares para fortalecer las reservas.

Dato

u$s 30.000
Los millones que deberían ingresar al país para poder dolarizar sin sobresaltos cambiarios.



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