La economía en un definitivo segundo plano

Mientras avanza la gestión Massa, los hechos de inusitada gravedad institucional que tuvieron lugar esta semana, obligan quitar la economía del tope de la lista de prioridades.

Masivo. El repudio al ataque que sufrió la Vice Presidenta de la Nación.

La dinámica de lo impensado. Una secuencia diaria en la que aquello que es inverosímil, se materializa y se hace tangible.
Así es la realidad argentina desde hace tiempo. Un escenario en el que todo puede suceder en un lapso de una semana, de días, de minutos.


Hace apenas dos meses renunciaba Martín Guzmán al Ministerio de Economía, y se desataba una corrida financiera y cambiaria. Los pronósticos señalaban septiembre como el mes en que podría colapsar la matriz de renovación de deuda en pesos con la cual el gobierno ha sostenido la gestión por tres años.
Septiembre llegó. Y la sensación que flota en el aire hoy, es que la economía ha pasado a un absoluto segundo plano.


La gravedad institucional que reviste el intento de magnicidio de la Vice Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y la urgencia de un consenso social y político que vuelva a poner la responsabilidad civil y la cordura política como pilares basales de la convivencia nacional, hacen que cualquier otra discusión pueda postergarse.
Cuando la amenaza recae sobre las instituciones, lo que está en riesgo es la estructura, y se impone el esfuerzo colectivo para sostenerla.


Con ese telón de fondo, y con las luces y las cámaras apuntando en otra dirección, lo cierto es que la economía nacional sigue girando y que el plan económico que Sergio Massa puso sobre la mesa el día en que asumió, comienza a traducirse en medidas concretas.


Muchas de ellas revisten cierto grado de polémica, y probablemente en otro contexto hubiesen sido motivo de fuertes cuestionamientos y debates. La agenda pública de hoy impone sin embargo otro tipo de prioridades.


El documento que salió a la luz hace exactamente una semana en el cual el Vice Ministro de economía Gabriel Rubinstein elevaba al Ministro de Economía Sergio Massa sus propuestas para implementar en la gestión, cobra una relevancia fundamental pese al escenario.


Primeramente porque el escrito aborda una serie de medidas, muchas de las cuales ya han sido implementadas en apenas un mes. Pero principalmente porque incluye un recetario de política macroeconómica que de ser puesto en marcha significaría sin duda un profundo impacto económico, político, y sobre todo social.


La tibia desmentida a la que el Vice Ministro apeló, siquiera alcanzó para negar el rumor acerca de una devaluación del 50% para el tipo de cambio oficial, algo que surge de manera textual en el citado escrito.
No obstante, lejos de desligarse del documento, en el audio en el que Rubinstein ensaya una desmentida no niega en ningún momento la autoría del paper.


Obliga a suponer por lo tanto que las ideas allí vertidas pueden ser por lo tanto tomadas en cuenta como una potencial hoja de ruta, ya sea en lo inmediato o en el mediano/largo plazo.
En este sentido es importante analizar el conjunto de las medidas que comienzan a aplicarse, e interpretar en perspectiva la intención de rumbo que la gestión Massa intenta imprimir a lo que claramente se trata de un giro al pragmatismo.


Un breve repaso por la lista que Rubinstein le propuso a Massa cuando aún Batakis se encontraba en funciones, permite una mejor comprensión del punto.

Más allá del momento, la economía sigue girando y que el plan económico que Massa anunció al asumir, comienza a traducirse en medidas concretas.


El citado paper pregonaba por un fuerte aumento de tarifas, un rotundo recorte del gasto del Estado, una reducción de los envíos de fondos a las provincias, y el abandono definitivo de la emisión monetaria como herramienta para financiar los desequilibrios presupuestarios de la administración nacional.


Recapitulando, se confirma que el ajuste de tarifas que Massa acaba de implementar mediante el nuevo esquema de segmentación, es sensiblemente mayor al que proponía el ex Ministro Martín Guzmán.
El tenor del recorte del gasto anunciado la semana pasada, no tiene antecedentes en una administración kirchnerista. La reducción del gasto alcanza áreas sensibles como educación, vivienda y salud, y significa por ejemplo el ajuste al gasto destinado a la atención de las personas con discapacidad.


La revisión de los envíos a las provincias, es otro de los anuncios que tuvo lugar la semana pasada. La sospecha del equipo de Massa es que existen distritos en los que existe superávit, y que pese a ello los gobernadores mantienen el pedido de asistencia a la Nación, logrando margen de maniobra política en las provincias y trasladando el peso del gasto al gobierno nacional.


Respecto a la emisión, uno de los primeros anuncios de Massa fue la renuncia a la asistencia financiera del Banco Central a fin de saldar los desequilibrios fiscales.
Hasta allí, el plan Rubinstein se cumple al pie de la letra.


A ello hay que agregar una serie de medidas de incentivo a la actividad y de sostén del poder adquisitivo, con las que Massa procura amortiguar el impacto recesivo que pueda tener el ajuste.
En esa dirección hay que apuntar el blanqueo de capitales con destino a la construcción, el programa “Puente al Empleo”, y el refuerzo extraordinario a las asignaciones familiares.


Respecto a la exteriorización de fondos no declarados, la expectativa es que permita una reactivación en el sector de la construcción y el desarrollo inmobiliario. El casi nulo costo que tiene en esta ocasión el impuesto especial al momento de blanquear, permite pensar que el mecanismo puede ser un fuerte incentivo a la formalización de los dólares que siguen “debajo del colchón”.


En relación al programa que posibilita incorporar al empleo formal a los beneficiarios de planes sociales, se trata de una de las medidas que desde hace tiempo genera mayor consenso, y supone en el mediano plazo la reducción de la carga fiscal y la mejora en las condiciones de ingresos y trabajo para miles de personas.


Con la misma intención, el refuerzo de asignaciones familiares para trabajadores registrados de bajos ingresos, implica recomponer el golpeado salario real, y supone que esos fondos iran directo a consumo, fortaleciendo la demanda.


Como parte del combo, y en la previa al viaje programado para mediados de esta semana a Whashington, Massa abrochó dos medidas en relación a los hidrocarburos y la minería, que abrirían el horizonte a una explotación que puede significar un fuerte salto exportador.


El primero es el acuerdo entre YPF y la petrolera malaya Petronas, para el estudio y desarrollo conjunto de un proyecto integrado de Gas Natural Licuado (GNL) en Argentina, que abarcará la producción de gas no convencional, el desarrollo de gasoductos e infraestructura de licuefacción y portuaria, y que demandará una inversión inicial conjunta de US$ 10.000 millones.

Las proyecciones indican que en un plazo de 10 años, cuando el proyecto esté finalizado, se podrán producir y exportar más de 25 millones de toneladas/año de GNL, por un equivalente a US$ 20.000 millones al año.


El segundo es el lanzamiento de YPF Litio, una empresa subsidiaria a la petrolera estatal, con la cual se espera generar la explotación del recurso desde su extracción hasta la fabricación de baterías, lo cual genera un amplio horizonte de exportación.


Por último, Massa espera agregar a su valija antes del viaje el nuevo esquema de dólar diferencial para la soja. Los rumores indican que el Ministro pretendía aplicar una rebaja de retenciones a fin de motorizar la liquidación de la cosecha que aún permanece en silo bolsas, y que fue el propio FMI el que se opuso.

El organismo tiene en mente la capacidad de repago de Argentina, y entiende que el mecanismo de aranceles a la exportación es hoy el principal medio de ingreso de divisas con el que cuenta el país.
Es por ello que el nuevo esquema se implementaría con un tipo de cambio oficial ad hoc, que se ubicaría en $200, y que permitiría a las cerealeras una mejor ecuación una vez descontado el 35% de retenciones.

Ideólogo. Rubinstein es el autor de gran parte del libreto de la gestión Massa.

Las versiones dan cuenta de que el nuevo esquema podría alcanzar a otros sectores como la minería y la economía del conocimiento.
Nuevamente surge un parentesco con el paper elaborado por Rubinstein. El Vice Ministro recomendó un virtual desdoblamiento cambiario, con un “sistema básico de cambios” para atender el comercio exterior y la deuda, y un “sistema complementario” (y más caro) para atesoramiento, importaciones suntuarias y turismo. Nada que no se haya probado ya en Argentina en otras épocas.


Si bien el tipo de cambio diferencial que implementaría Massa se enfoca solo en un par de sectores, y la propuesta de Rubinstein sería general para todo el comercio exterior, lo cierto es que puede tratarse de una primera prueba piloto.


Por último, vale detenerse en un apartado del escrito de Rubinstein que no tuvo demasiada repercusión mediática, pero que significaría un golpe de shock a nivel macroeconómico.


En el primer apartado del documento, al referirse a la necesidad de un “programa de estabilización”, Rubinstein sugiere en primer lugar “canjear encajes de depósitos en dólares en el BCRA por bonos en dólares a 10 años”. Agrega que ello “le permitiría al BCRA hacerse con unos u$s 11.000 millones”.


En segundo lugar “canjear plazos fijos por bonos estatales a largo plazo (en dólares o CER), para reducir la masa de pesos que puede comprar dólares”. Como si acaso hiciese falta aclararlo, agrega de forma textual: “símil Plan Bonex”.


Lo que queda claro, es que en el equipo económico de Massa, empiezan a plantearse la forma en la que se puede pulverizar la enorme bola de nieve de pesos que pone a la economía bajo el pesado yugo de la nominalidad monetaria.


En pocas palabras, el documento dado a conocer la semana pasada y del cual Rubinstein nunca se desligó de forma explícita, deja claro que una de las opciones que el Vice Ministro mantiene en su menu de posibles políticas, es la de confiscar una vez más los depósitos privados, tal y como sucedió a fines de los ‘80 con el Plan Bonex y a principios de los 2000 con el corralito.

Dato

$200
El tipo de cambio diferencial para la soja que tendría en estudio el equipo de Massa.

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