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Las similitudes entre Martín Guzmán y Sebastián Battaglia

Jóvenes, sin experiencia, son más cuestionados internamente que desde afuera y responden con resultados. El llamativo parecido de dos experiencias de gestión.

Puede ser una comparación muy odiosa. Muchos señalaran que se trata de una absoluta trivialidad, dado que la comparación quizá no suma nada al debate en torno a la problemática nacional ni existe parangón alguno en el tenor y la importancia de aquello que les toca gestionar.


El paralelo sin embargo, es sumamente descriptivo. Permite advertir la forma en que se trata (y mal trata) a quienes deben tomar decisiones trascendentes. Ofrece una foto inequívoca de lo que debe padecer alguien joven que se atreve a posicionarse en un lugar de poder y desde allí intenta trastocar el statu quo.

La experiencia muestra que no existe un solo camino para alcanzar los objetivos, y que a veces el pragmatismo le gana a la ortodoxia o al paladar negro.

Habla de la mezquindad con la que desde adentro y desde afuera se opera sistemáticamente contra quienes tienen en sus manos las riendas. Revela que los resultados no siempre llegan de la mano de la fórmula conocida, escrita o tradicional. Demuestra que no existe un solo camino para alcanzar los objetivos, y que muchas veces el pragmatismo le gana a la ortodoxia o al paladar negro.


Lo cierto es que por infinidad de motivos, la figura del Director Técnico de Boca Juniors Sebastián Battaglia y la del Ministro de Economía de la Nación Martín Guzmán, guardan un enorme cúmulo de similitudes. Ambos son jóvenes, ocupan lugares de enorme exposición, deben gestionar bajo presión, son juzgados a diario por cada palabra, gesto o decisión, y su capacidad es puesta en tela de juicio a cada paso.

Juventud e inexperiencia


Cuando en octubre de 2019 Alberto Fernández ganó las elecciones, pocos hubiesen imaginado que elegido para ocupar la silla más caliente del gabinete de ministros iba a ser un ignoto en el ámbito político.


Por el contrario, los nominados en la antesala de la asunción eran nombres de la talla de Guillermo Nielsen o Martín Redrado, de larga trayectoria y experiencia en la política y la gestión.
El desafío era enorme: recomponer la matriz productiva para salir de una prolongada recesión y desentrañar el desbarajuste de endeudamiento con los privados y con los organismos multilaterales que dejaba la gestión Macri.


A contramano de todos los pronósticos, el Presidente hizo una apuesta. Eligió a un joven de apenas 37 años, outsider de la política, de perfil académico, y estrechos vínculos en Whashington, pero con escasa experiencia en el barro de la política.

“Yo no lo conocía a Guzmán, el 27 de octubre de 2019 no sabía de dónde venía, creo que nadie lo votó a Guzmán, sí sé que en 2021 hubo un veredicto sobre la política y el desarrollo”, manifestó hace un par de semanas Andrés Larroque en un acto. Las palabras del referente de La Cámpora, describen a la perfección el perfil de Martín Guzmán. Un perfecto desconocido hasta el día en que fue designado como Ministro de Economía de la Nación.


Una silla no menos caliente, es la del DT de Boca. El club de la rivera hace años que tiene una sola obsesión: la Copa Libertadores. Desde 2007, año de la última conquista continental xeneize, Boca estuvo entre los cuatro mejores de América en seis ocasiones (2008, 2012, 2016, 2018, 2019, 2020) y solo llegó al partido definitorio en dos ocasiones (2012 y 2018). Ninguna de las dos veces pudo coronar. La última vez, la derrota fue la más dolorosa de toda su historia, perdiendo una final épica en un escenario único como el Bernabeu de Madrid, frente al mítico River de Marcelo Gallardo.


Durante dicho periodo transitaron por ese puesto nombres de la talla de Carlos Bianchi, Alfio Basile, Julio César Falcioni, Guillermo Barros Schellotto, Rodolfo Arruabarrena, Gustavo Alfaro y Miguel Russo. Todos fueron campeones a nivel local, y ello no les alcanzó para permanecer.


Cuando promediando el segundo semestre de 2021 era evidente que el ciclo Russo llegaba a su fin, el interrogante era a quien buscaría Juan Román Riquelme para ocupar ese lugar . La danza de nombres célebres no cesaba. Sin embargo, el elegido fue un joven. Con solo 40 años y nula experiencia previa como DT de primera, Sebastián Battaglia se hizo cargo del equipo de forma interina. Su mayor y quizá único fundamento, eran sus 18 títulos vistiendo la camiseta de Boca. El jugador con más títulos en los 117 años del club. Se especulaba sin embargo, con que a fin de año llegaría un DT con más espalda y mejores pergaminos. No sucedió.

Resistidos pero efectivos


Tres características podrían utilizarse de forma indistinta para describir acabadamente tanto la gestión del Ministro de Economía Martín Guzmán desde su llegada al poder, como la del Director Técnico de Boca Juniors.


La primera es que desde que pusieron un pie en la gestión, en ambos casos se rumorea una y otra vez acerca de su despido y su reemplazo por alguien de mayor experiencia y capacidad.
En el caso de Guzmán, de forma recurrente a lo largo de la pandemia, en medio de la negociación con los bonistas privados, o durante las tratativas con el FMI, siempre se habló de su salida. Sin entrar en el juego, el Ministro se enfocó en el trabajo y permaneció en el cargo.

Cuestionado por los propios. El kirchnerismo no acepta el perfil fiscalista de Guzmán.


En el caso de Battaglia, al menos tres veces su salida fue inminente. A fines de 2021, el equipo tropezaba y no encontraba el juego. La parada decisiva era la Copa Argentina. El DT alcanzó el objetivo y permaneció en el cargo. A principios de 2022, el punto final parecía llegar si no superaba con éxito dos partidos clave: Estudiantes y River. Boca ganó ambos encuentros. Por tercera vez estuvo a prueba: debía superar los partidos contra Central Córdoba por la Copa de la Liga, y contra Corinthians en Brasil por la Libertadores. Boca ganó en Santiago del Estero y cayó en Brasil, pero Battaglia se plantó con un “estoy fuerte para seguir”, y contra todos los pronósticos, se quedó.


La segunda característica común, es la resistencia que les llegó desde afuera, pero principalmente desde la interna.
Conocidas son las razones por las cuales la oposición política hace llover críticas a la gestión de Martín Guzmán. Lo que quisiera la oposición es gobernar, pero la ausencia de un “plan integral” es el mayor reclamo. Lo llamativo sin embargo ha sido en los últimos dos años, la resistencia que Guzmán genera hacia el seno de la coalición de gobierno. Desde el kirchnerismo le critican su perfil apagado, su casi nula participación política, su apego al equilibrio fiscal, su simpatía con el Fondo, su escasa disposición a incrementar el gasto, la poca intervención de Economía en cuestiones sensibles de mercado.

Se rumorea su salida, se los critica más desde adentro que desde afuera, ellos responden con resultados. Similitudes entre Guzmán y Battaglia.


Algo similar vive Battaglia. Las críticas periodísticas a la ausencia de un plan de juego, han sido recurrentes. Pero el fuego más hostil para el DT de Boca, llegó desde puertas adentro, donde jugadores como Agustín Almendra le señalaron públicamente que “le armaban el equipo”, mientras que aquellos que supuestamente le armaban el equipo (el Consejo de Fútbol), buscaba reemplazantes para una salida que en tres oportunidades ya estaba sellada.


El tercer punto en común, es que pese a las furibundas críticas recibidas y el extenso lobby a favor de su salida, ambos alcanzaron objetivos importantes.
Las metas que se había propuesto Alberto Fernández al llegar al poder eran tres: recomponer la producción y el salario real, cerrar el capítulo de la deuda con los privados, y acordar con el FMI. La pandemia le impidió al ministro concretar el primer ítem. Sin embargo y pese al embate de propios y ajenos, y con los matices que pueda haber en materia de política económica, lo cierto es que a dos años y tres meses de haber asumido, Guzmán pudo concretar las otras dos.

Resultados. Sin encontrar el juego, Battaglia ganó y se quedó.


El caso de Battaglia es similar. En el momento en que casi se lo llevan puesto a fines de 2021, alcanzó el primer palmarés de su carrera como DT ganando la Copa Argentina. Cuando sucedió algo similar en 2022, el conductor de uno de los equipos más populares del país se alzó con la Copa de la Liga y clasificacó a octavos de final de la Copa Libertadores como primero de su zona.

Lecciones fuertes


Puede que la comparación sea incorrecta, o incluso trivial. Pero salvando las distancias que existen entre la gestión de la economía de un país y la conducción de un equipo de fútbol, hay una serie de lecciones que dejan ambas experiencias.


Lo primero que queda a la vista es que no siempre aquello que a priori parece conducir al fracaso, termina mal.


Puede que al ministro se le reclamen cientos de pendientes. Su principal problema irresuelto sigue siendo la inflación. No obstante, previo a su llegada, el entuerto de la deuda era un desafío mayúsculo que Guzmán pudo resolver. La ausencia de “un plan integral” que aún se le reclama, no fue un obstáculo para ello.

Resulta inverosímil que se utilice más fuerza en lidiar con críticas que llegan desde la interna, que para enfocarse en la tarea que se tiene entre manos.


En el caso de Battaglia, hay una certeza evidente: puede no tener juego, no encontrar fluidez y no ser amante del lirismo futbolístico, pero salió campeón dos veces en 9 meses.


Lo segundo es que cuando se habla de salidas, los posibles reemplazos siempre lucen brillantes. Muy diferente es la situación al momento de ensuciarse las manos con la gestión. Desde afuera todos saben.
Por último, resulta inverosímil pensar que se deba utilizar más fuerza en lidiar con críticas y rumores que llegan desde la interna, que para enfocarse en la tarea que se tiene entre manos.


Tantas veces se ha hablado acerca de la necesidad de recambio, de lo imperativo de la aparición de nombres nuevos despojados de la rosca y los vicios propios de la gestión, de lo valorable que sería que la juventud sea protagonista. Todo ello reúnen Martín Guzmán o Sebastián Battaglia. Bueno sería darles aire, ser consecuentes, esperar la madurez de los procesos, atreverse a transitar los fracasos ocasionales, y apostar alguna buena vez por el proyecto a largo plazo.

Dato

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La generación tanto del Ministro de Economía como del DT de Boca.

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