Los cinco relatos económicos incomprobables de Javier Milei

El presidente recurre de forma habitual y recurrente a los contrafácticos. Un recurso efectivo para construir sentido colectivo, pero carente de fundamento empírico. En esa línea se inscribe "todo lo malo que pudo haber sido" la situación en relación a la inflación, la pobreza, el nivel de actividad, o el poder adquisitivo de las jubilaciones.

Nicola Rizzoli, es un árbitro italiano de fútbol de categoría FIFA, retirado en el año 2017. El máximo escalón de su carrera tuvo lugar hace poco más de 10 años. El 13 de julio de 2014 en el estadio Maracaná de se jugó la final del Mundial Brasil 2014, entre Argentina y Alemania.


El árbitro italiano quedó signado por una jugada puntual que resultó determinante. Corría en minuto 10 del segundo tiempo cuando de forma temeraria, el arquero alemán Manuel Neuer saltó a disputar el balón al borde del área e impactó de lleno con la rodilla en la cabeza del delantero argentino Gonzalo Higuaín.


Una década después y en la era del VAR, la jugada hubiese sido revisada y con seguridad habría resultado en penal a favor de la selección de Lionel Messi. No sucedió. La consagración de Alemania en tierras cariocas, ya es un dato histórico.


No obstante y mirando en retrospectiva, es posible ensayar la siguiente proposición: “Si el árbitro italiano hubiese cobrado penal, hoy Argentina tendría cuatro copas mundiales de fútbol en lugar de tres”.

Para la historia. La patada en la cabeza dentro del área, de Neuer a Higuaín en 2014.


La aseveración no es mas que un simple ejemplo de la forma en que opera un ‘contrafáctico’. Un planteo que propone ‘como hubiesen sido’ las cosas si las condiciones previas al hecho hubiesen sido distintas.
Según la definición de los psicólogos cognitivos Roese y Olson (1997) ‘contrafáctico’ significa, literalmente, ‘contrario a los hechos’.


Los especialistas agregan que se trata de ‘representaciones mentales de alternativas a eventos que tuvieron lugar en el pasado’. En otras palabras se trata de modificar idealmente las causas reales que llevaron al escenario fáctico, comprobable y tangible, e imaginar un universo paralelo en el presente, en el que las cosas ‘pudieron haber sido’ mucho mejores o mucho peores.


El principal problema de los contrafácticos, es que son absolutamente incomprobables. No hay forma de verificar con certeza ‘cómo hubiesen sido las cosas’ si las variables se hubiesen comportado distinto.
El ejemplo de la final de Brasil 2014 vuelve a ser descriptivo. Nadie puede asegurar con certeza que si Rizzoli hubiese cobrado la pena máxima, Messi habría convertido. Tampoco que con ese gol Argentina hubiese obtenido un triunfo seguro.

El principal problema de los contrafácticos, es que son absolutamente incomprobables. No hay forma de verificar con certeza ‘cómo hubiesen sido las cosas’.


Casualmente, el recurso es una de las herramientas preferidas del presidente Javier Milei.
Desde el día uno de su gestión, el mandatario ha construido el relato que funda cada una de sus decisiones, recurriendo al contrafáctico para describir ‘todo lo que hubiese sucedido’ si no hubiese aplicado su programa económico de motosierra y licuadora.


A continuación, un breve repaso por los cinco contrafácticos más habituales, predilectos y recurrentes en el discurso del primer presidente libertario.


1)“Marchábamos al 17.000% de inflación”


Es sin lugar a dudas lo que motorizó la llegada de Javier Milei a la presidencia y la piedra angular del conjunto de decisiones del gobierno: erradicar la inflación y estabilizar la macroeconomía. Desde allí se estructura la reducción del gasto público, la eliminación del déficit fiscal, y la renuncia a financiar el rojo del Estado con emisión monetaria.


El fundamento argumental no obstante, se estructura en una afirmación que el presidente Javier Milei repite como un mantra cada vez que pisa un estrado para hablar en público: “Evitamos una híper inflación, porque en diciembre de 2023 marchábamos a una inflación anual del 17.000%”, afirma el mandatario.


El razonamiento resulta efectivo para la construcción del saber popular acerca de ‘lo deteriorada que estaba la economía’, pero carece de cualquier tipo de sustento empírico.
La secuencia ‘lógica’ que utiliza Milei es que la inflación mayorista de diciembre del año pasado fue 54% (dato real publicado por el Indec), y que por lo tanto eso equivale a una inflación del 3% diario, lo que “anualizado da 17.000%”.


El cálculo puede resultar matemáticamente cierto, pero implica suponer que los siguientes 365 días del año también registrarían un 3% de inflación diario (ni una céntima más y ni una céntima menos), lo cual no solo es incomprobable, sino que resulta inverosímil.


2) “Evitamos una pobreza del 95%”


La sola aceptación del potencial 17.000% de inflación al que refiere Milei, habilita a un segundo contrafáctico característico del discurso del mandatario.
“Si no evitábamos la inflación del 17.000%, la pobreza hubiese escalado hasta el 95% y la indigencia hasta el 50%”, afirmó Milei la semana pasada en el Coloquio de IDEA, frente a cientos de empresarios que aplaudieron el dato embelezados.


La mecánica del razonamiento es doblemente polémica en este caso. En primer lugar porque a diferencia de la rústica estimación de precios, que al menos toma como base el dato cierto de la inflación mayorista de diciembre, el cálculo sobre el 95% de pobres carece de fundamento matemático alguno.

Pero en segundo lugar, porque se trata de un contrafáctico fundado en otro contrafáctico: según el presidente, tal nivel de pobreza se hubiese verificado si la inflación efectivamente era del 17.000%.
El argumento ‘le sirvió’ al gobierno para morigerar el durísimo golpe de los datos (reales) de pobreza publicados por el Indec, que señalan un 52% de pobres (reales) en el primer semestre de la gestión libertaria.


La construcción de sentido contrafáctica que pretende el presidente es: “si la pobreza pudo ser del 95% y es del 52%, entonces evitamos una tragedia”.
Verdaderamente inverosímil.


3) “Las jubilaciones se triplicaron en dólares”


El presidente repitió al menos cuatro veces el dato en sus apariciones públicas durante las cuatro semanas siguientes al veto de la Ley de Movilidad Jubilatoria. Fue en el mismo lapso de tiempo en el que la discusión del Presupuesto 2025 arrojó que el bono de $70.000 que reciben los jubilados desde marzo, quedará congelado durante todo el año 2025, lo que supone desde el vamos una caída real de las prestaciones.


Las jubilaciones “están arriba del 10% por encima de la inflación y arriba de lo que estaban en noviembre. Y no solo eso, sino que, en dólares, se triplicaron” afirmó el presidente.
La mecánica del contrafáctico, tiene en este caso un lado que roza el cinismo. Nuevamente, se apela para la construcción del relato a un dato cierto.

La jubilación mínima en diciembre de 2023 era de $105.773 y el tipo de cambio oficial tras la devaluación del 120% aplicada por la flamante gestión de Luis Caputo, era de $820. Ello arroja una prestación mínima “en dólares” de u$s 129. En el presente mes de octubre, e incluyendo el bono de $70.000, la mínima se ubica en $314.320 y el tipo de cambio oficial en $1.007,5, lo que arroja una jubilación mínima “en dólares” de u$s 312.


Sin embargo, el fundamento con el que el presidente respalda el veto a la movilidad omite dos datos cruciales para la vida de ocho millones de beneficiarios.
El primero es que al momento de hacer efectivo el cobro cada mes, lo que los jubilados y jubiladas reciben, son pesos, no dólares. Para el adulto mayor que debe sobrevivir con la prestación mínima, resulta estrictamente irrelevante a cuántos dólares equivale la prestación. El beneficiario de la mínima cobra en pesos y gasta en pesos, jamás verá en sus manos un billete verde.


Pero el segundo elemento que desnuda el contrafáctico, es que desde diciembre del año pasado, el tipo de cambio oficial aumentó un 20% frente a precios minoristas que según el propio Indec avanzaron un 100% en el mismo periodo.
Se trata de una dinámica que el presidente niega y la mayoría de los economistas denominan “atraso cambiario”.

El cálculo de las jubilaciones en dólares se basa en el atraso cambiario que Milei niega: en 2024 el dólar oficial subió 20% contra una inflación del 100%.


En un contexto semejante, cualquier prestación en pesos que haya aumentado siguiendo el ritmo de la inflación doméstica, se habrá multiplicado “en dólares”. De ninguna forma ello equivale a decir que el poder adquisitivo de esa prestación se haya multiplicado en la misma cuantía. Mas bien, todo lo contrario.


4) “No estamos en recesión”


En el Coloquio de IDEA y frente al fervoroso beneplácito de los empresarios, Milei se valió de otro dato cierto para construir un nuevo contrafáctico.


Si miran el dato del EMAE desestacionalizado en julio, comparado contra diciembre la caída es 0,6%. La producción industrial, está en los mismos niveles que en noviembre de 2023. En el año 2002 (ajuste post crisis de 2001), el PBI cayó 10,9%, pero, en el segundo trimestre, que es cuando ocurre el ajuste, cayó 16%”, afirmó el presidente.


El planteo del mandatario es “hicimos un ajuste más severo y la caída de la economía es imperceptible”. De hecho ante los empresarios se animó a afirmar que la economía “ya está creciendo”.
Los datos fácticos del organismo oficial de estadísticas lo contradijeron apenas tres días después.

El INDEC dio a conocer esta semana que la actividad cayó un 3,8% interanual en agosto. Al mismo tiempo un informe de la Unión Industrial Argentina (UIA) detalló que la actividad fabril cayó 12,6% en lo que va del año, y que sectores como el despacho de cemento experimentan un derrumbe del 18% desde que Milei es presidente.


5) “Todos somos 50% más ricos”


“Gracias al sostenimiento del veto ayer, bonos y acciones subieron de valor 2.500 millones de dólares. No tenemos idea de cuánto nos empobreció la inestabilidad macroeconómica”, expresó en X (ex Twitter) el ministro de desregulación y transformación del Estado, Federico Sturzenegger. Fue al día siguiente de la votación a favor del veto a la Ley de Financiamiento Universitario en diputados.


Días después, el presidente adoptó el razonamiento de su célebre ministro, y trasladó el cálculo de pobreza/riqueza a la totalidad de la producción de bienes y servicios del país, es decir al Producto Bruto Interno (PBI). En una extensa entrevista que brindó al canal LN+, el mandatario expresó: “El PBI, con un riesgo país de 3.000, sería de u$s 400.000 millones y, con un riesgo país, de 1.100, es de u$s 600.000 millones. Es decir que la sola mejora que hicimos en el plano fiscal implicó que todos los argentinos son 50% más ricos”.


Como en casi todos los casos anteriores, el contrafáctico se basa en un dato real: el riesgo país perforó hacia abajo esta semana la barrera simbólica de los 1.000 puntos básicos.
La proyección que realizan en tándem Milei y Sturzenegger implica descontar el valor del producto a una tasa menor, lo que equivale a una suma estimada mayor.


Lo que resulta verdaderamente inconcebible es suponer de forma lineal que ello equivale a un aumento generalizado de “la riqueza” de los argentinos.
La afirmación se funda en una mera estimación contable, alejada de cualquier tipo de relación con la caída real de los ingresos en pesos de millones de habitantes.


Curiosa definición de “riqueza”. La senda a la baja en el indicador del riesgo país, puede significar fácticamente una mejora potencial en el acceso al crédito para el país. Difícilmente signifique en cambio, que los mismos ingresos en pesos permitan acceder a una canasta de bienes y servicios mejor, más grande o de mejor calidad.


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