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Por qué Brasil es tan importante para la economía argentina

La llegada de Lula Da Silva a la presidencia del gigante sudamericano abre la puerta al fortalecimiento de los históricos e indisolubles lazos económicos con nuestro país.

Formar o no formar parte de la globalización no es una opción para ningún país. Lo que puede ser elegible es la manera en que se inserta en ese fenómeno o el rol que cumple en este gran sistema, pero estar dentro se torna compulsivo.

En un mundo globalizado, un país puede verse afectado por un suceso acaecido en otro, máxime si tal suceso es una elección presidencial que determina un radical redireccionamiento en la política internacional de su principal socio comercial, y del país más grande y poderoso del subcontinente y del bloque económico de los que forma parte.

Tal es el caso de la indisoluble relación entre Argentina y Brasil. La asunción de Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia del gigante sudamericano tuvo lugar el primer día del 2023 y ya se perfila como uno de los hechos más relevantes del año para nuestro país. Es que representa no solo la llegada al poder de un líder con una gran vocación integracionista e ideológicamente cercano al oficialismo en Argentina, sino también la salida de un primer mandatario que ponía en jaque permanentemente la relación bilateral.

La asunción de Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia de Brasil representa la llegada al poder de un líder con una gran vocación integracionista.

¿Por qué creemos que la asunción de Lula es trascendental para la economía nuestro país? Por un lado, Brasil es un país con gran peso relativo en las cuentas externas de Argentina y cuyos vaivenes afectan nuestra vida. Por el otro, la agenda bilateral con que Lula llega a la presidencia es, cuanto menos, nutrida.

Por ello en esta nota proponemos un análisis del pasado, del presente y del futuro de este sólido e histórico vínculo.

El “efecto caipirinha”

El fin de la convertibilidad y la crisis que implicó la salida de ese régimen es algo que está en la memoria colectiva de los argentinos. Una bomba de desequilibrios macroeconómicos contenidos por una forzada paridad cambiaria terminó por estallar en aquel fatídico diciembre de 2001 y profundizó la, quizás, más desastrosa recesión de nuestra historia económica reciente (que ya había iniciado en 1998).

El contagio de la crisis brasileña recibió el nombre de “efecto caipirinha”, en alusión a la popular bebida de ese país y como analogía al “efecto tequila” de 1995.

Pero a finales de la década del 90 tuvo lugar un hecho que dejó la mecha de esa bomba encendida y que ya nada ni nadie pudo apagar. Fue la crisis de la devaluación del real brasileño de 1999, que impactó en la economía de varios países pero principalmente de la Argentina. El contagio de esa crisis recibió el nombre de “efecto caipirinha”, un término acuñado en alusión a la popular bebida brasileña y como analogía al “efecto tequila” de 1995 (extensión de la crisis económica mexicana sobre otros mercados emergentes).

El impacto de la crisis brasileña sobre Argentina fue multidimensional, pero podemos hablar de dos efectos principales. En primer lugar, la fragilidad que evidenció la economía del gigante sudamericano provocó una fuerte aversión al riesgo en los inversores internacionales y una consecuente reversión de los flujos de capital en los mercados emergentes. La antesala de la crisis devaluatoria se caracterizaba por la ocurrencia de déficit gemelos (profundos déficit fiscal y déficit en cuenta corriente), estancamiento económico y un tipo de cambio que, si bien no era fijo, tenía bandas de flotación muy próximas a la paridad. Acaso síntomas que ya apremiaban a la Argentina del 1 a 1. La desconfianza en la sostenibilidad del modelo económico del menemismo primero y del delarruismo luego se hizo más profunda y comenzó a prevalecer en los ánimos de los inversores. La acentuación de la fuga de capitales fue una consecuencia de la crisis brasileña, en un mundo ya en aquel entonces globalizado.

Brasil y el “efecto caipirinha” aceleraron la ocurrencia del colapso del régimen de convertibilidad de Argentina.

El segundo efecto fue una apreciación real considerable del peso argentino a raíz de la devaluación de la moneda de Brasil, ni más ni menos que nuestro principal socio comercial. La consecuencia natural e inmediata fue un deterioro mayor de los saldos en la balanza comercial y en la cuenta corriente por nuestra pérdida de competitividad. El stock de reservas internacionales caía y el régimen cambiario y el modelo económico todo tambaleaban. El conocido desenlace era, a esa altura, difícil de evitar, pero Brasil y el “efecto caipirinha” aceleraron su ocurrencia.

Una relación sólida

Como ya anticipamos, Brasil es nuestro socio comercial más importante, ocupando el primer lugar como destino de exportaciones argentinas y el segundo lugar en importaciones (solo por debajo de China), de acuerdo el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Solo en noviembre se exportaron mercancías al vecino país por U$S 1.144 millones y se importaron desde el mismo mercancías por U$S 1.120 millones. El intercambio comercial es especialmente dinámico en el sector automotriz: Brasil es el principal destino extranjero de los automóviles de fabricación nacional y también el principal origen de los importados. A su vez, tiene un rol preponderante como proveedor de las autopartes empleadas en los procesos de ensamblaje de vehículos en nuestro país.

Dato

U$S 1.144 millones
Es el monto de las exportaciones argentinas a Brasil durante el mes de noviembre.

Sin embargo cabe destacar que en 2022 la relación comercial bilateral resultó deficitaria para nuestro país. Según datos provisorios del Ministerio de Economía de Brasil, Argentina tuvo con ese socio un saldo comercial negativo de U$S 2.250 millones.

Por otro lado, el 20,6% de los turistas extranjeros que llegaron a nuestro país en 2022 provinieron de Brasil, lo que lo ubicó en primer lugar en turismo receptivo, según el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación. A su vez, Brasil es el destino más elegido por los argentinos que deciden hacer turismo en el extranjero: un 19,5% de los compatriotas lo eligieron en octubre, informó el INDEC.

Dato

20,6%
Es el porcentaje de los turistas extranjeros en Argentina que provinieron de Brasil en 2022.

En general, Brasil fue el segundo destino y origen de la balanza de servicios de Argentina durante el tercer trimestre de 2022, ocupando el primer lugar en viajes y transporte. Asimismo, fue el país con el que Argentina registró mayor superávit en el intercambio de servicios de telecomunicaciones, informática e información durante el período (+63 millones de dólares).

Lo dicho hasta acá pone de manifiesto la relevancia del tipo de cambio real bilateral. Del lado argentino, el crawling peg busca seguir de cerca los altos índices de inflación para evitar un mayor atraso cambiario. Del lado brasilero, tras la asunción de Lula el real se depreció más de un 3% y con inflación en muy bajos niveles.

Dato

U$S 2.250 millones
Es el déficit comercial que acumuló Argentina con Brasil a lo largo del año 2022.

Considerando el stock de inversión extranjera directa por países, Brasil es el cuarto mayor inversor extranjero en nuestro país, según datos del Banco Central de la República Argentina (BCRA).

Aunque no termina de despegar, la economía brasileña es una de las 15 mayores del mundo, y posee un sector industrial muy poderoso y reservas internacionales más que vastas en las arcas de su banco central.

Según la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), “considerando la performance del PIB (Producto Interno Bruto) de ambos países para los últimos 15 años […] se observa que en el 73% de los trimestres en que Brasil creció, la Argentina también estaba creciendo”, a su vez que señala que “la sensibilidad del crecimiento de la Argentina al crecimiento del PIB brasileño es muy alta (o de una de elevada elasticidad)” y que esto es se evidencia con mayor fuerza tras la creación del Mercado Común del Sur (Mercosur). En resumidas cuentas, los desempeños de la economía brasileña y la profundidad y fluidez de la relación bilateral se erigen como pilares fundamentales para nuestro país.

¿Un nuevo bilateralismo?

Se podría decir que la llegada de Lula Da Silva a la presidencia de Brasil, tras la ajustada victoria del Partido de los Trabajadores y sus aliados en el ballotage, es una de las mejores noticias que han llegado del exterior para el gobierno de Alberto Fernández. Incluso antes de la asución de Lula, se entablaron conversaciones entre los mandatarios para comenzar a darle forma a lo que promete ser una relación fructífera.

Del lado argentino, se buscará aprovechar al máximo esta circunstancia para lograr un objetivo principal: fortalecer las reservas del Banco Central. En la previa, los mecanismos que se están estudiando para ello son varios, y se espera que se institucionalicen en la segunda quincena de enero con la visita prevista a nuestro país del jefe de estado brasileño.

Argentina buscará aprovechar al máximo la llegada de Lula a la presidencia de Brasil para lograr un objetivo principal: fortalecer las reservas del Banco Central.

Uno de esos mecanismos sería la creación de una moneda común, primero entre los dos países pero con intenciones de que otras naciones de la región la adopten también. Tal moneda cumpliría la función de medio de pago de importaciones y exportaciones y su adopción no implicaria la eliminación del peso argentino ni del real brasileño, con lo que no tendría un impacto directo en el tipo de cambio. Lo que se busca evitar es la utilización de dólares de las reservas para pagar importaciones desde Brasil, por lo que se evalúa complementar la iniciativa con “un swap entre pesos y reales para compensar los déficit comerciales que pudieran existir en la balanza bilateral”, informó el sitio ámbito.com el 27 de diciembre pasado.

Al respecto, el embajador de Argentina en Brasil, Daniel Scioli, indicó en Twitter que uno de los temas principales que trató en una reciente reunión con el flamante ministro de Economía del vecino país fue “el esquema de financiamiento del comercio exterior con compensación a 180 días para aumentar las exportaciones y el intercambio comercial con Brasil, cuidando las reservas de ambos países en el marco del sistema de moneda local.” La finalidad es clara.

Otro asunto relevante de la agenda bilateral es el financiamiento de la segunda etapa del Gasoducto Néstor Kirchner, que permitiría exportar gas de Vaca Muerta a Brasil. En ese sentido, Scioli señaló también en Twitter que otro de los ejes de la reunión que mantuvo con el ministro de Economía de Brasil fue “el financiamiento del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil) a las próximas etapas del gasoducto Néstor Kirchner, que permitirá el abastecimiento sustentable de gas a Brasil y equilibrar nuestra balanza comercial”.

Este aspecto le permitiría a la Argentina el acceso a financiamiento externo para la obra, que de otra manera le resultaría muy dificultoso, y asimismo incrementar a futuro las exportaciones de gas, un recurso abundante en nuestro país y de importancia estratégica en el actual contexto de transición energética. A nivel regional, este acuerdo permitiría apuntalar el desarrollo de Vaca Muerta en general y de la extracción de gas no convencional en particular, cuya producción se ve restringida por la limitada capacidad de transporte existente.

Energía. El Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil financiará la segunda etapa del Gasoducto Néstor Kirchner.

El plan de integración bilateral incluiría también propuestas tales como la firma de un nuevo memorándum en materia energética, inversiones conjuntas en el sector minero y el desarrollo conjunto del sector agroindustrial.

Así, el incremento y la reconfiguración del intercambio de bienes y servicios entre ambos países, la implementación de un swap de monedas, el otorgamiento de financiamiento para incrementar nuestra capacidad exportadora y el trabajo conjunto en sectores estratégicos se perfilan como los ejes de una relación bilateral prometedora y beneficiosa para ambos.


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