Tras el blanqueo 2024, finaliza el plazo de inmovilización en las CERA
Los fondos depositados en Cuentas Especiales de Regularización de Activos (CERA) se liberan el 31 de diciembre. Se abre un nuevo escenario de oportunidades para inversores, podría haber mayor liquidez en dólares y demanda por activos de cobertura.
En octubre de 2024, el Gobierno puso en marcha el Régimen de Regularización de Activos —el blanqueo previsto en la Ley 27.743— que permitió a personas y empresas exteriorizar bienes no declarados con distintos beneficios fiscales.
Para canalizar esos fondos se crearon las Cuentas Especiales de Regularización de Activos (CERA), un vehículo transitorio donde los montos exteriorizados (dólares debajo del colchón) debían permanecer inmovilizados durante un plazo mínimo obligatorio, como condición para gozar de los beneficios del programa.
Se esperaba que fuera exitoso, que con esos dólares se fortalecieran reservas entre unos 5 y 7 mil millones de dólares. Sin embargo la expectativa se cumplió ampliamente y 20 mil millones de dólares ingresaron en el programa, llevando los activos argentinos a una nueva escala de rendimientos.
El esquema distinguía entre quienes regularizaban hasta US$ 100.000 —que podían disponer del dinero sin pagar el impuesto especial— y aquellos que exteriorizaban montos superiores, quienes sí debían abonar el tributo a menos que mantuvieran los fondos en las CERA o los invirtieran en determinados instrumentos permitidos: bonos soberanos, acciones, fondos comunes de inversión, entre otros. Aquí se excluyeron los activos del exterior: no se podían comprar Cedears.
En todos los casos, la premisa era clara: los fondos debían permanecer en las cuentas especiales hasta el 31 de diciembre de 2025 para quedar “liberados”, lo que implicaba más de un año de inmovilización para buena parte de los contribuyentes. Ese plazo comienza a finalizar este mes, habilitando a quienes ingresaron al régimen a mover, invertir o retirar libremente los recursos que hasta hoy estaban sujetos a restricciones.
El Tesoro busca cubrir vencimientos de deuda en dólares sin afectar las reservas. El acceso a la deuda voluntaria es una señal positiva al mercado.
Con el vencimiento de esta inmovilización, el mercado anticipa una recomposición de flujos: una parte buscará liquidez inmediata tras meses de espera; otra evaluará oportunidades de corto plazo en instrumentos de renta fija o monetarios, especialmente en un contexto de tasas reales positivas; y un tercer grupo podría orientarse hacia activos dolarizados o coberturas cambiarias ante la persistente incertidumbre sobre el tipo de cambio.
El cierre del período obligatorio no solo libera capitales, sino que también abre una nueva etapa para el sistema financiero. La reactivación de estos fondos puede generar movimientos relevantes en segmentos puntuales del mercado —particularmente en dólares— y será uno de los factores a monitorear en las próximas semanas para entender cómo se redistribuye el ahorro post-blanqueo.
Con la liberación de las CERA también cambia el “mapa de juego” para quienes administraban esas carteras. Mientras los fondos permanecían inmovilizados, las opciones de inversión estaban acotadas: no se podía operar con CEDEARs ni con instrumentos de cobertura, y la estrategia quedaba prácticamente limitada a bonos soberanos, acciones locales y ciertos fondos comunes de inversión autorizados.
Esa restricción condicionó el rendimiento potencial de muchas carteras durante el período de inmovilización, obligando a mantener un perfil más conservador y concentrado. Ahora, con el fin del plazo, se abre un abanico mucho más amplio de oportunidades: se pueden incorporar activos globales, diversificar riesgos y aprovechar tasas más atractivas.
Esto ocurre justo cuando el mercado empieza a mirar las futuras emisiones del Tesoro en las que el Gobierno buscará rollear los vencimientos y el pago de cupones de bonos soberanos de enero. La Secretaría de Finanzas anunció el día 5 de diciembre el llamado a licitación del Bono del Tesoro Nacional que se detalla a continuación: Bono denominado en dólares con vencimiento el 30/11/2029 (BONAR 2029N). Cupón de 6,5% (TNA) con pagos semestrales. Repago de capital 100% al vencimiento. Moneda de suscripción y pago en dólares. Legislación Argentina.
Con el fin del plazo, se abre un abanico mucho más amplio de oportunidades: se pueden incorporar activos globales, diversificar riesgos y aprovechar tasas más atractivas.
En un contexto de fuerte compresión de las tasas de interés de los bonos en dólares fruto del resultado electoral y del sostenido desempeño del programa económico, el Tesoro busca ampliar sus objetivos financieros para cubrir los vencimientos de deuda en dólares sin afectar las reservas netas del BCRA.
Este paso envía una señal positiva al mercado, porque preserva las reservas, reduce la necesidad de asistencia monetaria y demuestra que el Tesoro puede obtener financiamiento en forma voluntaria. Al mismo tiempo, fortalece la curva de deuda local y consolida un marco más previsible para las futuras emisiones, en un contexto en el que los inversores vuelven a mirar oportunidades en pesos con tasas más razonables.
Opciones de inversión hay muchas con esos activos. Hay por ejemplo opciones moderadas adquiriendo índices internacionales de diversos perfiles que pueden darle mayor rendimiento de largo plazo a esos dólares, pensando en el mundo que se viene: tecnología, ciberseguridad, commodities como litio, cobre e incluso índices en criptomonedas (para perfiles de mayor exposición al riesgo) que pueden potenciar el valor de lo ya generado durante los últimos 12 meses.
Diversificación geográfica será siempre una recomendación de cualquier cartera de inversión sana. Momento de revisar a dónde vamos con ese capital de cara al año entrante.
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