Video | No es petróleo: en Vaca Muerta, un aceite brilla por su calidad
Antes de la revolución de explotación no convencional de hidrocarburos, otra actividad ya daba sus primeros pasos en el que hoy es el centro neurálgico de la cuenca neuquina. Allí, el sector no solo resiste el avance de la industria petrolera, sino también se expande y prevé conquistar mercados extranjeros.
En Añelo, corazón del boom hidrocarburífero de Neuquén, una agroindustria se abre paso y destaca. Decenas de hectáreas teñidas de verde todo el año contrastan en medio de la árida estepa patagónica.
La adaptación de un milenario cultivo a las extremas condiciones medioambientales de Neuquén hace posible la agregación de valor local, mediante la obtención de un producto de calidad única en Argentina.
Los aceites de oliva neuquinos son gourmet, como lo son todos los aceites de oliva patagónicos. Lo que en apariencia es una limitante en la región, se transforma en una gran oportunidad con los manejos adecuados: la rusticidad del clima es un factor elemental para que las aceitunas se expresen en todo su esplendor.
Pero no cualquier aceituna, sino particularmente las extraídas de una variedad específica: la arbequina. “Es la reina de los climas fríos”, la definió el ingeniero agrónomo Juan Kiessling, de la Agencia de Extensión Rural Centenario del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria). Kiessling es además MSc. en Fruticultura especializado en el cultivo de olivos destinados a elaboración de aceite.

Además de la obtención de un producto premium, la conjunción de “arbequina+Patagonia” permite el desarrollo de plantaciones aptas para la cosecha mecánica durante muchos años. Uno de esos casos es el de Olivares del Neuquén, empresa que desde Añelo sacó al mercado el primer aceite de oliva neuquino.
Su olivar de 100 hectáreas y una moderna planta de extracción de aceite están emplazados en el ingreso a La Calera, una de las cinco áreas de mayor producción de petróleo crudo de Vaca Muerta. Allí, la compañía olivícola no solo resiste ante el veloz avance del oil&gas, sino que además se expande en superficie y prevé hacerlo en mercados.
Olivicultura: el anhelo que se concretó en Añelo
“Encarar el desafío de traer los olivos a Neuquén surgió como un sueño de la familia. En el camino tuvimos muchos malos augurios, varias personas nos dijeron que esto no iba a funcionar. Pero, hoy en día, es una felicidad muy grande que sí haya funcionado”, cuenta Giulio Retamal, responsable de Olivares del Neuquén, en diálogo con Diario RÍO NEGRO.
Este proyecto olivícola funciona sobre la formación Vaca Muerta desde antes que el boom del shale fuese una realidad. Desde el aire, el paisaje puede describirse como decenas de perfectas hileras de color verde intenso rodeadas de un ir y venir permanente de camiones, afectados a la industria hidrocarburífera. Una imagen que ilustra elocuentemente la resiliencia de la empresa y del sector.
“Un hito importante fue cuando logramos la primera cosecha, presentar el aceite, registrar la marca y llegar a la góndola”, recuerda Retamal, quien dirige la compañía olivícola pionera de Neuquén. Su política comercial ha tenido objetivos muy definidos, y el empresario se enorgullece de haberlos alcanzado.

El norte siempre ha sido consolidarse en el mercado minorista de proximidad. “Buscábamos enseñarle al público de las zonas cercanas a consumir el aceite de oliva, que es un súper alimento muy valorado en todo el mundo, pero que acá todavía está poco difundido. Ese objetivo ya lo hemos logrado”, contó.
Para conseguirlo, los ejes de la empresa han sido dos. Uno consiste en ofrecer un producto de excelente calidad a un precio accesible, reduciendo costos en el packaging. El otro es la obtención de un aceite de oliva de sabor suave.
En ese último punto, cabe mencionar que en las plantaciones de Olivares del Neuquén conviven dos variedades de olivos: cada ocho hectáreas de arbequina, hay dos de arbosana, que actúa como variedad polinizadora. “Ambas florecen juntas: por efecto del viento el polen de arbosana hace cuajar las flores de arbequina, y con esto se logra cosecha”, explicó Kiessling.
Esta coexistencia varietal no solo le permite a la empresa el éxito de la plantación, sino además la elaboración de un aceite de oliva compuesto en un 80% de arbequina y 20% de arbosana. Este es su único producto final, y con él consigue el buscado sabor suave.

Retamal señaló que la empresa ha superado con creces la primera etapa de su plan de comercialización. En el horizonte aparece ahora el gigante sudamericano. “Estamos avanzando para colocar nuestros aceites en una cadena de comercios de productos gourmet en Brasil: ya enviamos muestras y recibimos una excelente valoración por parte de los compradores”, contó. El aceite de oliva neuquino ya llegó a paladares en el vecino país: el próximo objetivo es lograr allí una presencia permanente.
Aceite de oliva neuquino y su calidad distintiva
Los avances para la exportación de aceite de oliva desde la Patagonia son posibles gracias a sus altísimos estándares de calidad. En particular, su elevado contenido de polifenoles y de ácido oleico, y su muy reducida acidez los convierten en los mejores del país y los ubican entre los mejores del mundo.
“Los polifenoles son los antioxidantes del aceite de oliva: favorecen la conservación y retrasan el enranciamiento, y le dan picor y sabor al aceite”, explicó el experto del INTA. El alto contenido de ácido oleico determina el buen aporte nutricional y la estabilidad del producto. Finalmente, la baja acidez es el otro parámetro clave de calidad y, según reveló Retamal, en el producto final de Olivares del Neuquén la misma es menor al 0,1%, un número reservado para los mejores aceites del mundo.
“La calidad de los aceites de oliva dependerá del ambiente donde se cultivan ciertos olivos. Al final del verano y principios del otoño se sintetiza el aceite y se determina la madurez, y en Patagonia las noches son frescas y los días templados en esa época. Son las condiciones ambientales ideales para que se exprese la cantidad y la calidad del aceite. Es por lo que los aceites de arbequina en toda la Patagonia son de calidad premium”, explicó Kiessling.
«Al final del verano y principios del otoño, en Patagonia las noches son frescas y los días templados. Son las condiciones ambientales ideales para que se exprese la cantidad y la calidad del aceite.»
Ing. Agr. Juan Kiessling, de la Agencia de Extensión Rural Centenario del INTA.
“El mismo desarrollo que se fue dando en los vinos en Neuquén, se está dando en los aceites. Son de excelente calidad y benefician mucho la salud de los consumidores. Simplemente comparando con cualquier otro aceite, la gente se puede dar de las diferencias de calidad”, sostuvo el empresario.
Es tal la impronta que el terroir patagónico les otorga a los aceites de oliva que se está avanzando en la denominación de origen geográfico. La “marca Patagonia” tiene potencial para apuntalar el sector olivícola de la región, y para contribuir a que los establecimientos se expandan.
El aporte de la naturaleza es tan importante como los apropiados manejos para lograr estos altos estándares. Esto sucede en Olivares del Neuquén. Primero, la cosecha mecánica impide que las aceitunas toquen el piso y se contaminen. Segundo, el procesamiento de las aceitunas se da inmediatamente después de la cosecha, clave para la obtención de aceite extra virgen. Tercero, todo el proceso extractivo (lavado, molienda, amasado, centrifugación y almacenamiento) se realiza con los equipos y las prácticas adecuados.
Olivares en Neuquén: perspectivas de crecimiento
Toda historia de éxito en el ámbito privado se construye sobre cimientos firmes. ¿Y qué cimiento más firme que la ciencia y el conocimiento? La exitosa incursión de Neuquén en la olivicultura fue posible gracias a estudios de suelos y clima en el mismo lugar donde hoy Olivares del Neuquén funciona y crece.
Las bajas temperaturas invernales de la provincia constituyen un desafío incluso para “la reina del frío”: la arbequina. Para que esa variedad de olivos crezca y se exprese productivamente, es menester la correcta elección del lugar de la plantación.

“Esta plantación se ubica en un terreno con pendiente natural, la cual funciona como un sistema de escape de aire frío a lugares más bajos, evitando que las heladas más intensas se den sobre los olivos. Esta es la condición ideal para el cultivo en los valles patagónicos”, contó Kiessling respecto del olivar de la empresa en Añelo.
La plantación en Olivares del Neuquén es ultra intensiva, incorporando 1.800 olivos por hectárea, con un sistema de conducción de postes con alambres (espalderas). Esto es necesario en una región donde los rindes no son elevados: por efecto del viento, el crecimiento de las plantas es más lento y su entrada en producción es más tardía.
Sin embargo, esta ralentización en el desarrollo de los olivos posibilita que la cosecha con máquinas cabalgantes sea viable por muchos años. En el caso de Olivares del Neuquén, todos los años se alquilan cosechadoras provenientes de Cuyo. El viento y la baja humedad del lugar contribuyen, asimismo, al control natural de plagas.
En la olivicultura neuquina ya hay un know-how, construido en base a investigaciones como las encaradas por Kiessling y a la experiencia de empresas como Olivares del Neuquén. Gracias a este cúmulo de conocimientos, no solo se logran los mejores aceites de oliva de Argentina, sino que se vislumbra el crecimiento de la actividad, incluso donde el petróleo y el gas son protagonistas. “Plantamos cinco, siete, o diez hectáreas por año, lo que se pueda, y vamos a seguir en ese camino. Podemos llegar a tener cerca de 200 hectáreas”, proyecta Retamal.
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