El boom
Con el fenómeno “50 sombras de Grey”, hubo una explosión de ventas. Y no sólo eso: ya nadie se avergüenza de leer este género escrito por y para mujeres.
paula gingins
pgingins@rionegro.com.ar
No es que a partir de la explosión de ventas de “50 sombras de Grey” la literatura erótica o romántica comenzó a existir y multiplicarse, sino que es un género que está instalado desde hace varios años en el mundo. Así lo aclaró en una charla con “Río Negro” la joven escritora Anabella Franco (su “Nada más que una noche” vendió más de 6.000 ejemplares desde diciembre de 2012 y “Una noche con ella”, también publicado por Ediciones B hace dos meses, lleva más de 1.000 ejemplares vendidos desde entonces): “Lo que, en mi opinión, masificó a las novelas eróticas actuales es que incluyen lo romántico y que se hizo un excelente trabajo de marketing que no debe ser menospreciado, ya que permitió la visibilidad y liberó al género –fue elocuente la autora–. “Grey” dio visibilidad y lo novedoso tal vez sea que mezcla lo erótico con lo romántico: ya no avergüenza decir que una lee determinada literatura. Siempre hubo novela erótica, aunque éstas de ahora son distintas por lo romántico, lo sexual, lo policial, la aventura y la acción”.
La autora encabezó ayer un encuentro con sus lectoras, que llegaron a la capital neuquina desde diversas localidades de la región. Antes, se refirió a la situación del género:
–Sin dudas. “50 sombras de Grey” dio un empujón al género. ¿Novela erótica? ¿Cómo preferís llamarlo?
–El término novela erótica es correcto, aunque por las características que toma a partir del fenómeno “50 sombras de Grey” creo que corresponde mejor llamarlo novela erótico-romántica. Es innegable que el sexo para la mujer está mucho más asociado a los sentimientos que para el hombre, y dado que se trata de novelas eróticas escritas por mujeres y cuyas lectoras son principalmente mujeres, el amor no falta.
–Una de las sagas más vendidas del mundo. ¿Con qué tiene que ver que sea best seller?
–Tiene que ver, creo, con que la mujer se atreve a manifestar más abiertamente (Continúa en la página 40)
(Viene de la página 39)
sus fantasías y deseos, y ya no le avergüenza leer una novela erótica, ni hablar con otras personas de ello, como sí sucedía hasta hace unos años. Cuando algo se hace masivo lo bueno es que se pierde el carácter de “secreto” y se hace visible. La visibilidad siempre es una forma de libertad.
–¿Es absoluta para vos la definición aquella de “novela erótica para amas de casa”? ¿Es que “50 sombras…” encontró un público específico?
–Ese término acunado por la prensa y quizás también por la crítica me da risa, porque de la gran cantidad de lectoras que sé que siguen este género, el 10% debe ser ama de casa y el 50% mamá –también se lo llamó “porno para mamás”–. Me parece un término despectivo y machista, porque si tiene en cuenta que muy pocas lectoras actualmente son amas de casa, presupone que todas las mujeres en realidad estamos destinadas a eso: se trata de machismo puro, que es justamente lo que las novelas erótico-románticas vienen a dilapidar. No aplica a la época que estamos viviendo. ¿Cuántas amas de casa conocés? “Porno para mamás” implica una mirada prejuiciosa y machista, porque nos define “para la casa” o “para los hijos”. Estamos en una sociedad machista y centrada en cómo la mujer satisface al hombre, pero desde que hay autoras mujeres nos encontramos también con lo que la mujer quiere.
–¿Por qué elegiste este género?
–Siempre escribí novela romántica contemporánea, más que histórica, y como en las novelas de los 90 que leía siempre se salteaban las escenas sexuales y se evitaban los ambientes netamente eróticos –aunque el erotismo siempre estuvo presente en la romántica–, comencé a incluirlo en mis historias. Así fue como poco a poco incursioné en este género. Escribir lo hago desde que tengo ocho años. Incluir lo erótico con diversos matices, quizás desde que tengo 17 –actualmente tengo 28–. Resumamos en diez años.
–¿Qué te cuentan tus lectoras? ¿Con qué tiene que ver que consuman esta literatura?
–Me cuentan muchas cosas, pero jamás destacan como única meta leer escenas sexuales explícitas, a lo cual, lamentablemente, muchos circunscriben este género. Lo que les interesa es la trama, lo contemporáneo de las historias, la profundidad de mis personajes y el grado de realidad que puedan llegar a cobrar las historias. Creo que esas cualidades, mezcladas con el erotismo, hacen que lean este tipo de novelas, porque leer sexo por sexo, no les gusta. La novela erótica no es pornografía, aunque para algunas escenas se valga de ella: es literatura.
–¿En qué situación se encuentra el desarrollo del género en el país?
–Soy la primera autora de novela erótico-romántica argentina publicada después del boom de “Cincuenta sombras de Grey”. Mi novela “Nada más que una noche” se editó en diciembre de 2012, y ya está en Uruguay y Chile, mientras se prepara para llegar a México y España, entre este año y el próximo. Además, en junio publiqué la continuación de esa novela, “Una noche con ella”, historia centrada en un personaje secundario de la primera, pero en la que podrán reencontrarse con los personajes de la anterior. Hasta ahora, no he sabido de otra autora argentina publicada actualmente dentro de este género, aunque tenemos buenas muestras de erotismo en otras novelas previas, catalogadas como románticas (ver aparte). Por lo tanto, el género venía gestándose en la novela romántica, como se gestó en las mías y esperemos que siga creciendo.
–¿A qué otras u otros referentes del género destacar?
–Autores de novela erótica hay muchísimos, como el Marqués de Sade o Anaïs Nin –incluso hay muestras de erotismo en clásicos grecolatinos que siempre es interesante releer–. Sobre autores y autoras de novela erótico-romántica actuales, nada mejor que ir a la librería y deleitarse con los volúmenes que están bien a la vista, porque ya no se esconden.
Y eso quedó claro el mes pasado con las 4.000 participantes del Primer Festival de Novela Romántica de Buenos Aires.
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