El boom petrolero y sus consecuencias sociales
Preocupa al sector el alto consumo de drogas y alcohol. Realizan controles en los pozos y alientan tratamientos.
SUPLEMENTO ENERGIA
Federico aringoli federico@rionegro.com.ar
Una preocupación recorre las oficinas de los gobiernos, empresas y sindicatos petroleros. Las adicciones y el abuso de alcohol y drogas son un flagelo social que también se expresa en el mundo de los hidrocarburos. Y el alto poder adquisitivo del sector convierte a sus miles de trabajadores en un blanco predilecto para este problema.
El propio titular del Sindicato de Petroleros Privados, el senador Guillermo Pereyra, le puso números a esta complicada realidad: cuatro de cada diez aspirantes a ingresar a una petrolera no pasa los análisis preocupacionales por consumo de sustancias prohibidas.
Con la reactivación petrolera y la necesidad de incorporar mano de obra para su formación, las palabras del sindicalista comenzaron a preocupar a las empresas.
De hecho, muchas de ellas instrumentaron medidas más estrictas frente a esta situación. Desde hace un tiempo los trabajadores son sometidos a controles sorpresa en los yacimientos. Se los define como “sistemas de monitoreo”, basados en “chequeos sistemáticos y aleatorios”.
Al bajar de las combis o antes de dejar el turno, los responsables de seguridad de las empresas hacen mediciones de alcohol en sangre –como los que realizan los municipios a los conductores–, donde la tolerancia es cero.
Inicialmente no hay sanciones para un trabajador al que el control de alcoholemia le da positivo. A través del sindicato y en algunos casos desde las mismas empresas se ingresa al operario a un programa de prevención y concientización sobre los efectos del alcohol y las drogas en la salud de las personas. En los casos de reincidencia, las medidas son otras e incluyen sanciones más severas.
Problema apremiante
El intendente de Rincón de los Sauces, Marcelo Rucci, reconoce que el problema es “apremiante”. Desde el municipio se impulsan campañas de concientización junto con el Servicio de Prevención y Atención de Adicciones de la UNC.
“Es algo que está en todos lados y nosotros no escapamos a la realidad del país. Lo que intentamos hacer es acercar herramientas a las organizaciones que tienen buenas intenciones, pero a veces trabajan desde el desconocimiento”, puntualizó el jefe comunal rinconense.
Desde el Sindicato de Petroleros también reconocen el problema y, además de agilizar los tiempos de la obra social para implementar programas de tratamiento y recuperación, desde el Instituto de Formación y Empleo, a cargo de la exdelegada regional del Ministerio de Trabajo, María Maldonado, incorporaron módulos de prevención en el consumo de drogas y adicciones.
“Se ha detectado que hay adicciones. Si bien no tenemos cifras ni estadísticas científicas, lo que hemos encontrado ha sido grande. Principalmente en la gente que va a buscar trabajo. Y es algo que ocurre en todas las ciudades y todas las edades, pero está más presente en los jóvenes”, dice Maldonado.
Los actores involucrados coinciden en señalar dos situaciones para el abuso de alcohol y drogas. Por una lado las opciones de entretenimiento y esparcimiento después de la jornada de trabajo. Pero, por otro, también preocupa el consumo durante el horario laboral. En ambos casos hay incidencias directas sobre la salud de los trabajadores, pero a las empresas les genera una preocupación extra el alto riesgo de accidentes y los desenlaces que, por las pesadas maniobras, puedan llegar a ser fatales.
Juan Ramírez, del Servicio de Prevención y Atención de Adicciones de la UNC, plantea que se trata de un problema que no es exclusividad de los trabajadores o un sector en particular. “Lo que ocurre es que por los altos ingresos de la actividad podrán tomar (drogas) de mejor calidad o si antes consumían vino en caja, pasarán a comprar buenos vinos, pero hay que entender que es algo preexistente”, explica.
Reconoce que la industria petrolera tiene “una particularidad”, que puede “potenciar los riesgos”, al estar rodeados de propuestas de alto consumo, desde bienes y servicios básicos hasta objetos de lujo con los que se relacionan frecuentemente. Y lo menciona como un descuido o desinterés de “las empresas y los gobiernos que no se preocupan por la salud y el esparcimiento de los trabajadores. Por ejemplo, en Neuquén sólo en dos ciudades no hay casino y, es más, en Rincón de los Sauces hay 700 máquinas tragamonedas”, dice Ramírez y agrega que “también en prevención y tratamiento no hay infraestructura, pese a que la provincia adhirió a la ley nacional de Salud Mental”.
Desde el gobierno provincial aseguran que buscan implementar “grupos interdisciplinarios” para atender la brecha social que producirá el boom desatado con los hidrocarburos no convencionales.
El Ministerio de Energía reconoce que las millonarias inversiones que se proyectan son una bendición, pero que a la vez arrastran problemas en la sociedad.
A través del financiamiento local y, también externo, el plan es convocar a profesionales de distintas especialidades para trazar una suerte de camino a futuro que busque amortiguar el impacto sobre la economía, pero fundamentalmente sobre la sociedad.
Por el momento no hay controles sobre uso de drogas yacimiento adentro. Si bien se espera que comiencen a implementarse en un plazo no muy lejano, algunas empresas como YPF cuentan con programas de rehabilitación donde intentan cuidar la confidencialidad del enfermo.
También el sindicato tiene planes similares a través de la obra social y planifica abrir un centro de rehabilitación en lo que será la nueva ciudad sanitaria proyectada en la capital neuquina.
Es una situación de la cual es difícil hablar, pero ante el boom del shale que se avecina es necesario que el tema tome estado público y se trabaje en conjunto en busca de una solución.
El alto poder adquisitivo y el fomento al consumo hacen a los trabajadores petroleros mÁs vulnerables a esta situación.
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