El bosque comunal de Andacollo que fue rescatado por el abrazo de los vecinos

El Concejo Deliberante aprobó una ordenanza para talarlo y lotear el terreno, el intendente promulgó la norma. Los vecinos lo defendieron y ahora se proponen revalorizarlo.

En 1882 un grupo de pirquineros (buscadores de oro) chilenos, llegados desde la localidad de Andacollo (Chile), se instaló en el norte neuquino, en lo que denominaron Cañada del Durazno. En 1910 en honor a ellos, la localidad pasó a llamarse igual que la  chilena. Recién en 1932 fue reconocida por el gobierno nacional y tendría que esperar siete años más para ser oficializada, un 26 de octubre de 1939.

Unos 30 años después, en la pequeña Adacollo, que hoy ya es un municipio de segunda categoría, un grupo de personas decide experimentar con distintas especies de pinos y cipreses para ver cómo era su crecimiento en la zona. Tal vez, sin quererlo, formaron el primer bosque comunal, allá por 1972, el mismo que hace una semana el Concejo Deliberante y el Municipio local habían acordado talar para darle paso a la urbanización. Los vecinos se enteraron, lo defendieron en la banca del vecino y con un “abrazo” en enero se sentarán con la Municipalidad para revalorizarlo definitivamente.

“Este no es un bosque más, es el primer bosque comunal», explicó Alejandro Mogni, ingeniero agrónomo que forma parte del grupo de vecino autoconvocados que se dispuso defender el bosque. También detalló que «tiene unos 800 metros cuadrados y está a unas dos cuadras de la plaza central de la localidad. Está cerquita de un nuevo sector que se ha urbanizado que es la ‘cañada de los pirquineros’, que es donde la gente buscaba oro y es también callejón de arreos”.

“Es un punto geográfico de la localidad que une nuestra identidad”, confió Mogni. Es que en el bosque de alguna forma confluye la minería que fue la que forjó el pueblo, la actividad trashumante de los crianceros y también la actividad forestal que es con la cual se intenta transformar la matriz productiva de la localidad del norte neuquino.

Con tal valor cultural y social, en 2002 se lo declaró, por ordenanza, como reserva natural y en 2004 se amplió su superficie y se le dio el nombre de un antiguo poblador, Garabello. También fue incluido en varios proyectos de ordenamiento territorial, el último en 2018, como un lugar a ser revalorizado.

Hasta hace unos pocos días, el bosque estaba rodeado de un alambrado de púas que databa de la época en la que los árboles aún estaban en crecimiento, y estaba desmejorado. Pero ¿a quién se le ocurriría talarlo y deshacerse de ese gran pedazo de historia? Parecería que a nadie, pero lo cierto es que sí se les ocurrió a parte de los concejales de la localidad que también fueron apoyados por el intendente Manuel San Martín.

“Hace dos semanas nos enteramos por un concejal y se hizo público el proyecto, en el cual argumentaban que como este bosquecito está medio desmejorado, proponían darle valor loteando y entregándolo a algunas familias de la localidad”, contó Mogni. Andacollo, como toda localidad en constante crecimiento, tiene un gran déficit habitacional, pero también tiene mucho espacio hacia donde ampliar su ejido urbano.

“Analizaron que este lugar era fácilmente urbanizable, cercano a los servicios y claramente minimizaron el valor cultural e histórico de este bosque”, explicó el vecino sobre las causas que pueden haber llevado al poder legislativo y ejecutivo de la localidad a tomar tal decisión.

Y siguió: “Hablaron de reforestar en otro lugar, pero nosotros creemos que la historia no se reforesta, que la historia no puede ser reemplazada. Este es el único primer bosque, no puede haber otro segundo bosque que se llame primer bosque comunal. Entonces nosotros creemos que ese bosque tiene muchísima historia, tiene que ver con nuestros orígenes y cualquier tala que se realice en ese lugar es irreversible”.

Los vecinos se organizaron y armaron un nota pidiéndole al Concejo Deliberante que proteja el bosque. La discusión del tema se aplazó un día, pero la ordenanza se aprobó. Allí fue cuando, los vecinos decidieron hacer uso de la banca del pueblo para intentar que no desapareciera un puñado de la historia del lugar. Mientras la atención estaba puesta en el Concejo Deliberante, el intendente promulgó la ordenaza, es decir ya se podía comenzar a talar el bosque.

“Ahí terminó de explotar nuestra paciencia”, contó el ingeniero agrónomo. No sólo hicieron conocer el tema en los medios sino que realizaron un “abrazo” al bosque.

Con esas acciones, el Municipio reaccionó. El intendente San Martín se reunió con los vecinos y les aseguró que la reserva no se talaría así como les planteo armar una “mesa de ordenamiento territorial” para buscar una “propuesta superadora” para el lugar.

También el jefe comunal reconoció el error cometido. “Valoramos el reconocimiento del Municipio, del intendente principalmente, de asumir que no había sido la decisión más acertada, creemos que es un acto de madurez que nos alienta a sentarnos de verdad en una mesa y encontrar mejores alternativas para los usos del territorio en Andacollo”, destacó Mogni.

Una vez acercadas las posiciones, Municipalidad y vecinos pusieron manos a la obra: quitaron el alambrado que impedía el ingreso, lo limpiaron e improvisaron senderos. El bosque seguirá allí y la promesa es que se convierta no sólo en un espacio verde libre para utilizar por los habitantes de Andacollo sino como un atractivo turístico.


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