El cacique Inacayal y la profanación de su tumba

Jorge Castañeda*


Según algunos investigadores -entre ellos Thomas Harrington- el cacique Modesto Inacayal era por parte de padre chululaken y por parte de madre guenaken. Otros aseveran que era huilliche, versión hoy casi desechada.

Según Vignati, su apellido sería: Ina (del verbo seguir), ka (otra) y yal (prole, linaje).

Guillermo Cox supo decir en 1863 que “Inacayal me agradó al momento, tiene el ademán franco y abierto, la cara inteligente y sabe algo de castellano; de cuerpo rechoncho pero bien proporcionado”.

Luego de pasar miles de peripecias se decidió su traslado a un cuartel de Palermo. En ese entonces el perito Francisco Pascasio Moreno logró que sea trasladado a vivir en el Museo de La Plata, donde falleció el 24/9/1888.

Clemente Onelli sobre su muerte escribió lo siguiente: “Inacayal, poderoso cacique araucano (sic.), hecho cautivo en la guerra del desierto, vivía libre en el Museo de La Plata; ya casi no se movía de su silla de anciano”.

Y un día, sostenido por dos indios apareció Inacayal allá arriba, en la escalera monumental se arrancó la ropa, desnudó su torso dorado como metal corintio, hizo un ademán al sol, otro larguísimo hacia el sur; habló palabras desconocidas y en el crepúsculo la sombra agobiada de ese viejo señor de la tierra se desvaneció como la rápida evocación de un mundo. Esa noche misma Inacayal moría, quizás contento por haber saludado al sol de su patria”.

Todavía se conserva la mascarilla fúnebre de este gran cacique de la Patagonia.

El país debía un reconocimiento expreso a las comunidades indígenas que poblaron originariamente su territorio y contribuyeron a forjar su nacionalidad. El equilibrio del juicio histórico exige reparaciones como ésta…

El fallecido senador nacional Hipólito Solari Yrigoyen, sobre el traslado de los restos del cacique a Tecka,Chubut.

El entonces senador nacional Hipólito Solari Yrigoyen fue el promotor del larguísimo trámite parlamentario y gestiones para el cumplimiento de la ley 23940 que dispone al traslado de los restos mortales del cacique Inacayal, desde el Museo de Ciencias Naturales Florentino Ameghino de La Plata, hasta la localidad de Tecka, provincia del Chubut, para su sepultura definitiva.

Finalmente luego de un engorro trámite el 23 /12/1993 fue publicada en el Boletín Oficial el respectivo decreto autorizando el traslado y el cronograma de actos que se realizaran en la localidad de Tecka para dar cumplimiento efectivo a dicha ley.

Sobre este particular Hipólito Solari Yrigoyen expresó lo siguiente: “Esta ley reafirma el respeto por la dignidad del hombre y el derecho de las comunidades originarias de nuestra nacionalidad a conservar en su tierra y en su seno los restos de sus ascendientes, porque ellos integran el patrimonio histórico y cultural de la Nación Argentina”.

“El país debía un reconocimiento expreso a las comunidades indígenas que poblaron originariamente su territorio y contribuyeron a forjar su nacionalidad. El equilibrio del juicio histórico exige reparaciones como ésta, para quienes además de ser primigenios habitantes de nuestra tierra, fueron actores en el reconocimiento de la soberanía argentina en regiones inhabitadas entonces, como ocurrió en las tierras australes”.

“Esta localidad de Tecka, en la que Inacayal durante su vida erigió su figura de jefe, cacique, líder, será a partir de ahora el santuario de su memoria, de su vida fecunda y de su ejemplo”.

Lamentablemente el santuario donde descansan los restos del gran Inacayal ha sido profanado y robado su poncho y algunos de sus huesos.

Sin embargo, la figura del gran cacique se yergue con toda su bravía estampa, interpelándonos por el destino trágico y desventurado de sus hermanos y proclamando que él, como Casimiro y otros escribieron páginas de gloria en la defensa de la soberanía de nuestras tierras patagónicas.

*Escritor de Valcheta


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