El Camino de la Costa se anota como opción para el turismo pospandemia

El circuito de unos 200 kilómetros que une Viedma con Las Grutas, junto al mar se impone como una de las principales propuestas.

Las posibilidades de disfrute son infinitas en el Camino de la Costa que une Viedma con Las Grutas. Al contar, aparecen unos 6.500 lobos marinos, 75.000 loros barranqueros, acantilados de cientos de metros de altura, restingas, playas y el faro más antiguo de la Patagonia. Son 200 kilómetros solitarios junto al mar, que lo convierten en una de las ofertas más acordes para el nuevo turismo pospandemia.

El circuito transcurre sobre la ruta provincial 1, con el particular azul infinito del mar patagónico que se confunde con el cielo, del un lado, y un desierto de arena y médanos cada vez más verde, del otro, en un ambiente donde los sonidos predominantes son el canto de los loros, el bramido del mar y el permanente viento patagónico.

Camino de la costa. Foto Marcelo Ochoa

Para estar preparados, en la provincia se delinearon comisiones de trabajo para el tratamiento de conflictos existentes en el tramo de la Costa Atlántica desde San Antonio Oeste a Viedma, coincidente con el trazado de la Ruta Provincial Nº 1.

“La idea es ir avanzando progresivamente, tanto en el territorio como en el nivel de problemáticas que se nos van presentado, hemos delineado cuatro comisiones con líneas de trabajo y tareas concretas para poder abordar lo que viene a través de un trabajo articulado con todos los Ministerios de toda la provincia y las áreas de los dos municipios que en esta instancia tienen parte del ejido sobre la costa de San Antonio Oeste y Viedma”, detalló la secretaria de Estado de Planificación y Desarrollo Sustentable, Laura Perilli.

Así lucen sus playas en verano. Foto Marcelo Ochoa

Es una zona todavía para descubrir, porque si bien en sus cabeceras, que son el balneario El Cóndor (Viedma) y San Antonio Este (municipio de San Antonio Oeste), hay servicios, en realidad toda la traza es una lugar natural.

Mariela Messina, subsecretaria de Desarrollo Turístico provincial contó que «el objetivo es desarrollar un concepto de ruta escénica para el Camino de la Costa», en torno al cual hay «áreas protegidas, playas, acantilados, una diversidad de paisajes en esos 200 kilómetros, que permiten ir armando ofertas muy particulares y adaptadas a lo que va a ser el turismo poscovid».

Camino de la costa. Foto Marcelo Ochoa

Las características, siguió, son ideales: «poca gente, mucho espacio, actividades relacionadas directamente con la naturaleza, avistamiento de aves, caminatas, mountain bike, observación de fauna marina».

Quien haya circulado por el Camino, en especial antes de su asfaltado, podía dedicarle casi una jornada diurna al recorrido sin cruzarse con otro vehículo, y tener a los loros, martinetas copetonas, gaviotas, chimangos o alguna piara de jabalíes a lo lejos como única compañía.

El faro. Camino de la costa. Foto Marcelo Ochoa

Cualquier punto del trazado es ideal, si la geografía lo permite, para descender unos centenares de metros hasta el mar y disfrutar de playas protegidas de los fuertes vientos, con restingas que forman piletones de agua que se entibian en días de sol, y desde las cuales se puede también probar suerte con la pesca.

La idea es combinar el Camino con Las Grutas, donde se hace avistamiento de ballenas embarcados y está también la opción, en San Antonio Oeste, de tomar el tren que lleva a San Carlos de Bariloche.


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