El camino de la decadencia

Sólo dos naciones en América surgieron con la convicción de tener una misión en la historia: Estados Unidos y nosotros. Y nosotros hemos cumplido por décadas nuestro destino autoasignado: liderar Sudamérica, ser puerto para quienes huían de la persecución o la pobreza, ser una tierra de prosperidad. Nuestros gobernantes supieron ubicarnos en el mundo, desarrollar un servicio diplomático; tuvimos una de las armadas más importantes del mundo (proyecto iniciado por Roca) y después de la II Guerra nuestra flota mercante sacaba nuestros granos. Quienes dirigían el país, nacidos de las familias acomodadas, decidieron que la totalidad de la población tuviera una de las mejores educaciones del mundo. Un sueño generoso: la igualdad de oportunidades. Todas esas aspiraciones se fueron desvaneciendo con los años.

Ya transcurridas las tres cuartas partes del mandato de nuestro empresario a cargo de la presidencia, se ve que no hay sueño de grandeza. No se entiende, entonces, para qué los empresarios quisieron poner a uno de los suyos al frente del país.

Joaquín Bertrán

DNI 5.433.822

Joaquín Bertrán

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