El campo de lavandas que crece junto al río el Limay

El emprendimiento está en Villa Llanquín, a unos 40 kilómetros de Bariloche. Comenzó hace 8 años con 50 plantas y hoy tiene unas 4.000 de diversas especies. Enero es el mes en que florecen los ejemplares y todo se tiñe de color lila.

A muy pocos metros de la balsa Maroma que cruza los vehículos por el río Limay hasta Villa Llanquín, a unos 40 kilómetros de Bariloche, una familia ofrece visitas guiadas por un campo florecido de lavandas. Poco a poco, en enero esa hectárea y media comienza a cubrirse de colores lilas.

El emprendimiento arrancó con 50 plantas, con la idea de ver cómo se desarrollaban. Hoy, ocho años después, ya abarca 4.000 de diversas especies.

“Esta variedad que ven acá se llama lavanda papillon y es de las primeras que florece. Les voy a dar un pedacito para que puedan sentirla. Es bien intensa. Es de uso externo. No es tóxica pero puede generar problemas digestivos”, detalla Cristian Signorelli, creador de Lavandas del Limay, a una familia turista oriunda de Buenos Aires. Poco antes, ofreció una guiada a un grupo de brasileños y estadounidenses de paseo por la zona.

Cada especie de lavanda tiene su tonalidad y también varía la intensidad del aroma. Foto: Chino Leiva

Este hombre de 42 años apasionado por los aceites esenciales decidió estudiar aromaterapia y especializarse en las variedades de lavanda y sus productos derivados diez años atrás. Aseguró que en Estados Unidos, hay una industria fuerte pero en Argentina este mercado es incipiente.

Si bien hay algunos campos de lavanda en Argentina, no están abiertos al público como el de Villa Llanquín donde Signorelli decidió combinar producción con turismo.

“La lavanda no puede faltar en ningún botiquín, más en este tiempo, donde todo es ansiedad y estrés. Por sus propiedades, es relajante. Es una planta hermosa y una de las que más se venden a nivel mundial”, sintetizó Signorelli, oriundo de La Plata que vivió durante 25 años en Bariloche y los últimos 3, en Villa Llanquín.

Cristian Signorelli creó su propio emprendimiento con varios productos que tienen como componente principal la lavanda. Foto: Chino Leiva

Muchos turistas llegan a su campo casi de casualidad. Llegan al paraje en busca de tranquilidad, lejos del caos de gente de Bariloche, Villa Traful o Villa La Angostura. Otros directamente programan visitas al descubrir el proyecto en las redes sociales.

«Recibimos visitas de gente de todos lados. Al estar tan cerca de Bariloche, recibimos mucha gente de rebote. Nos encuentran principalmente por internet».

En una visita que se extiende por varios minutos, que incluye un recorrido pedagógico y una degustación de infusiones y macarrones de lavanda, Signorelli invita también a oler las diversas variedades de plantas y observarlas en detalle.

“Esta, en cambio -prosigue Signorelli ante la mirada atenta de los turistas-, es lavanda angustifolias. Es más suave y sirve para perfumería o repostería. Y miren el lavandín: el tamaño de la flor, la vara y el tronco es diferente que las demás. Sirve para infusiones y en este caso, no hay problemas para la ingesta”.

De inmediato, aclara que la lavanda es aromática, como el romero, aunque la cantidad que se emplea debe ser “sutil” ya que no es agradable al gusto si uno se excede en cantidades.

Los turistas llegan a este remanso de tranquilidad, en Villa Llanquín, para conocer más acerca de las lavandas. Foto: Chino Leiva

Una fusión entre lo terapéutico y lo estético


Lavandas del Limay nació con el foco puesto en las lavandas terapéuticas, pero con el tiempo los viveristas y paisajistas fueron demandando productos vinculados a lo estético. “Buscan que los jardines florezcan a distintos tiempos y con distintos tamaños. Se pueden hacer combinaciones increíbles de colores y tamaños para crear distintos espacios”, dijo Signorelli.

Hay distintas variedades de lavandas y a futuro se desarrollará una especie traída del exterior. Foto: Chino Leiva

Tiempo atrás, con un permiso especial del Inta Bariloche, logró traer semillas desde Estados Unidos de una variedad llamada Munstead. “Es una variedad muy versátil y tiene propiedades muy terapéuticas, de belleza e higiene. Es lo que vamos a reproducir a futuro”, señaló.

La visita por el campo también incluye una exhibición del funcionamiento del alambique, un aparato utilizado para la destilación de líquidos mediante un proceso de evaporación por calentamiento y la posterior condensación por enfriamiento.

Signorelli destacó que el aceite de lavanda agroecológico tiene un uso terapéutico, para la higiene y la belleza. Asegura que combate la ansiedad, la depresión y el insomnio.

Té y macarons de lavanda, ofrecen en el campo de Villa Llanquín. Foto: Chino Leiva

En una prolija estantería, se exhiben todos los productos que se elaboran con esa planta, desde alcohol, jabones, ramos florales, bolsas de lavanda, antifaces de lavanda y mijo (que se colocan en los ojos para descongestionar, luego de calentar), exfoliantes, té verde, rojo y negro con lavanda, chocolates y agua floral de lavanda. “Antes de dormir, coloco hidrolato de lavanda en la almohada y en las sábanas. También se puede usar post solar, para heridas desinfectantes u hongos en la piel. La planta actúa en diversos planos. En lo emocional, por ejemplo, es ideal cuando uno está alterado”, señaló.

En un pequeño invernadero ubicado en medio del campo, Signorelli acelera el proceso de algunas plantas. «Se desarrollan más rápido al no estar tan expuestas al sol o al viento. Las diversas variedades se adaptan a los diversos climas. Algunas requieren más frío, humedad. La altura también es importante», recalcó.

En Lavandas del Limay hay unas 4.000 plantas de distintas especies. Foto: Chino Leiva

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