El Cigala se presenta en Neuquén este lunes

Entrevista con el músico que viene a presentar , “Romance de la luna tucumana”.

MUSICA

De regreso a la Argentina, Diego El Cigala, máxima figura actual del flamenco, vuelve a encontrarse con el público local en una gira que lo lleva por importantes ciudades de nuestro país y Uruguay.

Su último álbum, “Romance de la luna tucumana”, ganador del Grammy Latino 2013, en el que aborda obras de nuestro cancionero folclórico y tanguero, será presentado en un espectáculo acompañado por el guitarrista de Jerez de la Frontera, Diego del Morao, junto a los músicos que integran su banda habitualmente: el pianista Jaime “Jumitus” Calabuch, Yelsy Heredia en contrabajo, el percusionista Isidro Suárez y Dan Ben Lior en guitarras.

Maestro del cante, El Cigala ha ido más allá del flamenco clásico, fusionando el ancestral arte español con otras culturas, en este caso la nuestra.

Diego se presenta el lunes, a las 21:30 en Casino Magic Neuquén. Antes de su arribo a la capital neuquina dialogó con “Río Negro” sobre el disco que presentará en el recital.

“Cuando terminé ‘Cigala & Tango’ (2010) me dolía haber dejado fuera canciones como ‘Naranjo en flor’, ‘Los mareados’… Tangos esenciales. Y me quedé con ganas de más. A la vez, en mis viajes aquí fui profundizando en el repertorio de Mercedes Sosa y me hice fanático. A través de ella me llegó ‘Balderrama’ y conocí la chacarera ‘Déjame que me vaya’, ‘Canción de las simples cosas’ o el ‘Romance de la luna tucumana’ de Atahualpa Yupanqui y Pedro Aznar. Y Andrés Calamaro me hizo saber de Martín Fierro y la milonga”.

Diego, a la salida de la prueba de sonido en el Gran Rex, café de por medio con “Río Negro”, recuerda cuando andaba por El Rastro era un chico de ocho, nueve años…

– ¿Cuánto de aquel niño que jugaba a la pelota, andaba en bicicleta por sus calles, queda hoy, de su fuerza, sus sueños, sus deseos?

-Creo que los mismos, y más… Sí. Siempre estuve relacionado a mi infancia en lo que respecta al mundo musical. Me crié en él y era el revoltoso que le gustaba jugar y montar en bici. Que tenía sus sueños, sí, que se han concebido también. Pero, creo sigo siendo la misma persona en esencia.

En la niñez se marca un poco la línea de vida, sobre todo cuando se tiene una ilusión y persigues los sueños. Hasta que se materializan, pues, van pasando cosas, ocurriendo que aprendes hasta que los consigues. Pero vamos, para nada dejas atrás la infancia, siempre la tienes ahí presente…

– Cerrás los ojos al cantar, buscando o buscándote por dentro. ¿Qué aparece allí que te ilumina y se proyecta fuera?

– Pues toda la emoción y todo el aprendizaje que voy teniendo respecto de lo que a mí me pertenece -en este caso- del mundo del tango, según yo lo percibo. Porque luego, para eso, están los textos grandes, mayores, de las obras maestras de este género de vosotros. Yo intento meterme en ese universo en el que no dejo que alguien entre y si, sobre todo, escoger esos tangos y materializarlos. ¿Cómo? De la mejor manera posible, sin dejar de ser flamenco…

Antes de encontrarnos, venía tarareando “Naranjo en flor”, un tango con la maravillosa poesía de Homero Expósito (y música de su hermano Virgilio, 1944). “Primero hay que saber sufrir, después amar…

Después partir…

– Y, al fin, andar sin pensamientos…

– ¿Cómo se come eso?

– Se me ocurre que habiendo pasado por instancias de pérdida para traducirlo emotivamente.

– Algo de eso debe haber. Algo de eso… Creo que sí. Si en algún momento hemos pasao por esa piedra, por ese bache, pues que te lo crees más. (Ríe). Le da más sentido interior y emocional.

– ¿Cuánta belleza y sabiduría en nuestra música y la de tu tierra flamenca, que ha trascendido el tiempo?

– Muchísima. Estando tan lejos una de la otra. ¿Cómo pueden estar tan cerca y tan unidas, no? Yo pienso, porque son músicas que encuentro muy de verdad. El tango es muy parecido al flamenco en sus letras, es una música nocturna también, de sufrimiento. Todavía no he conocido uno que sea alegre. Todos trascienden sobre el amor en pena… Siempre tragicomedia. Y el flamenco posee otro tanto de lo mismo. Yo creo que por eso abriga tantas honduras. Eso me facilita interpretarlos, me da pie para poder expresar. Interpretar de alguna manera, mía, los tangos, darles sentido.

– ¿Cómo fue el proceso de mostrarlos ante el público argentino?

– Hubo miedos… ¡Claro! Miedos y respeto frente a un auditorio al que le estoy interpretando sus raíces, su música, su cultura, el tango argentino. Pero… A partir de lo que sucedió con “Cigala & Tango” (2010) en el Gran Rex (en abril de 2011), ya hubo un antes y un después. Y esos temores, sabes, mantienen alerta. Me dan pie para saber dónde estoy. Pero sí es verdad que se teme mucho. Pasada la prueba, pues mucha gloria. Después de todo el susto, de tantísimos nervios y tensión que he pasao, cuando veo al teatro que ya se pone hacia mí, la recompensa es inmensa. Para esos momentos es que vivimos. Por ver a ese público feliz y en pie. No hay mayor retribución para el artista que el aplauso de una gente que me quiere.

Eduardo Rouillet


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