El Estado social de derecho, Por Pedro J. Frías10-01-04

En un notable reportaje en «La Nación», el economista Juan José Llach reconoce que se ha debilitado el paradigma del «neoliberalismo» que dominó la década de los noventa. El sociólogo José Enrique Miguens lo atacó ya hace dos años invocando el «comunitarismo», que nada tiene que ver con la nueva izquierda.

Reconozco que nunca me sentí interpretado por el modelo neoliberal. Mi paradigma -y el de muchos- fueron el Estado social de derecho y la economía social de mercado.

¿Por qué? Porque el Estado social de derecho combina la seguridad jurídica para la libertad personal y la solidaridad con los excluidos.

El Estado de derecho nació en el siglo XIX, pero los europeos, irónicamente, lo llamaron la «novedad del siglo XX». ¿Por qué? Porque el siglo pasado fue oscurecido por las guerras mundiales y los totalitarismos. Volvimos a la democracia, no siempre transparente ni eficaz, pero siempre el sistema menos malo.

El adjetivo social aplicado al Estado de derecho y a la economía de mercado fue añadido por los alemanes en la época demócrata cristiana de Adenauer. Precisamente para que la comunidad, la convivencia ordenada, la democracia pluralista, fueran el entorno cívico de todos.

La economía social de mercado potencia la producción y la libertad con la inclusión de los pobres. Más que planes asistenciales que puedan ser necesarios, trabajo, empleo. Lo que ocurre es que el crecimiento económico que se atribuye con razón a la economía de mercado, no genera tantos empleos como antes a causa de la tecnología. Esto ha cambiado el paradigma.

Ya sabemos que el clientelismo en la Argentina es un frecuente instrumento de poder. Pero si se me entiende bien, contaré la sorpresa que experimenté con la «Revista di Scienza Política» italiana. Hablaba del «clientelismo virtuoso». ¿Cómo? Parece que en el Mezogiorno, el sur de Italia, los subsidios han logrado no sólo satisfacer las necesidades básicas, sino que quienes superaron la pobreza se han comprometido en microemprendimientos útiles. ¿Será posible esto en tantas provincias argentinas? Sí, a condición de que la educación formal e informal, las agencias gubernamentales, los medios de comunicación y el entorno cívico nos eduquen en ese sentido.

Aunque el tema no sea nuevo, nuestro paradigma incluye la seguridad jurídica, porque sólo hay inversión cuando las reglas son cumplidas y los comportamientos son previsibles. En el Congreso, en homenaje a la Constitución sesquicentenaria, en «la más joven de las provincias argentinas», realizado con notable éxito en setiembre, se señaló bien que las emergencias que destruyeron la seguridad jurídica, y con ella el Estado de derecho, invocan la razón de Estado. Pero los constitucionalistas se niegan a reconocerla, fuera de las reglas de la Constitución. Ocurre que la Argentina es un «país fuera de la ley». Es triste decirlo. Debemos reeducarnos para mejorar las reglas y cumplirlas.

 

 

(*) Presidente honorario de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba y de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional.


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