El fantasma del plagio alcanzó al premio La Nación-Sudamericana

El jurado revocó el fallo que otorgó el galardón a "Bolivia Construcciones", una obra de Sergio Di Nucci, por copiar una novela publicada en 1944.

Buenos Aires (télam).- La decisión de revocar el fallo que otorgó el Premio La Nación-Sudamericana a la obra «Bolivia Construcciones», de Sergio Di Nucci, por copiar una novela publicada en 1944, reaviva la polémica sobre el plagio, una modalidad que involucra a algunos de los autores más vendidos del país, como Felipe Pigna y Jorge Bucay. Cuando hace más de dos meses el jurado decidió que la obra de Di Nucci era la mejor entre los 244 originales presentados al certamen, la crítica no tardó en avalar el veredicto con elogiosos comentarios y la novela comenzó a circular exitosamente, superando los 2.000 ejemplares vendidos. Sin embargo, un hecho fortuito cambió la suerte del libro y salpicó el prestigio del certamen: «Bolivia Construcciones» llegó a las manos de Agustín Viola, un joven de 19 años que pronto detectó las coincidencias con un libro que había leído tiempo antes, «Nada», de la escritora catalana Carmen Laforet. Las semejanzas que presentaba la obra de Di Nucci con la novela, publicada en 1944 y ganadora de la primera edición del premio Nadal en 1945, fueron tan contundentes que la editorial convocó de urgencia al jurado, integrado por Carlos Fuentes, Tomás Eloy Martínez, Griselda Gambaro, Luis Chitarroni y Hugo Beccacece. «Las distancias entre texto ajeno y propio, entre copia y originalidad, son muy difusas», señala el jurado en un texto enviado a los medios, donde destaca que «la manera en que se efectúa la apropiación es la que determina su validez dentro del discurso literario». Si bien la novela de Laforet transcurre en la España posterior a la Guerra Civil y la obra de Di Nucci narra las peripecias de un inmigrante boliviano en Buenos Aires en la actualidad, las similitudes resultaron contundentes para el jurado. El jurado confirmó las semejanzas entre ambas obras en los pasajes que van de la página 167 a la 200 de «Bolivia Construcciones», que el escritor escribió bajo el seudónimo de Bruno Morales. «Los fragmentos de ’Nada’, incluidos con mínimos retoques, no significan una reescritura. La novela avanza, las situaciones siguen porque Carmen Laforet las aporta. La ética de un escritor, su honestidad intelectual, consiste en adjudicar a quien corresponda lo que no es fruto de su propio trabajo», continúa el fallo. Por su parte, Di Nucci se defendió de las críticas: «En muchas entrevistas hablé de la reescritura como un principio constructivo de la novela, que por algo se llama ’Bolivia Construcciones’», indicó en diálogo con Télam. «Hay escritores que pusieron en práctica ese procedimiento mucho mejor que yo, como Juan Rodolfo Wilcock en sus primeras crónicas y en sus últimas novelas italianas», alegó. Di Nucci aseguró que «nunca» intentó perjudicar a la autora de la novela original: «Quise mostrar a ’Nada’, no la quise ocultar, lo cual hubiera sido muy fácil. Quise homenajearla, no cancelarla. Por el contrario, quise que ’Nada’ tuviera más lectores y no menos», destacó. La obra del escritor pasó a engrosar la lista de plagios literarios, que en la Argentina tiene varios antecedentes, entre ellos uno que involucra otra vez al diario La Nación, que en un certamen de cuento de 1997 premió a Daniel Omar Azetti por su obra «La ilusión que se escurre». También por acción de un lector sagaz, pronto salió a la luz que el autor había copiado «Un espejo que huye», un texto del escritor italiano Giovanni Papini (1881-1956), dato que había pasado inadvertido para el jurado integrado por Alina Diaconú, Jorge Cruz, Graciela Melgarejo, Fernando Sánchez Zinny y Jorge Torres Zavaleta. De la polémica sobre los plagios no estuvo exento uno de los autores más vendidos de la última década, el prolífico Jorge Bucay, que en octubre de 2005 fue acusado de incluir en su libro «Shimriti» pasajes copiados de un texto de Mónica Cavallé, doctora en Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. En aquel entonces se detectó que más de 60 de las 270 páginas de la obra habían sido copiadas de «La sabiduría recobrada», de Cavallé. El libro fue retirado del mercado y Bucay mantiene desde entonces un notable perfil bajo. A quien le fue mucho mejor, a pesar de las acusaciones de plagio, fue al mediático historiador Felipe Pigna, que fue acusado de copiar un texto de la periodista Amanda Paltrinieri, quien en 2001 había publicado una nota sobre el cacique inca Túpac Amaru en la revista Nueva. Al parecer, el conductor del ciclo televisivo «Algo habrán hecho» reprodujo el trabajo de Paltrinieri, sin citar la fuente y con apenas algunas modificaciones, entre las páginas 165 y 168 de su best-seller «Los mitos de la historia argentina», editado por el Grupo Editorial Norma. Como si fuera poco, Paltrinieri contó que en una entrevista publicada por el sitio web «La Gran Ciudad», Pigna recordó que «el capítulo que más impresiona a la gente» es precisamente el del líder indígena y que se trata de páginas que escribió «con mucha bronca y dolor». El autor de los tres volúmenes de «Los mitos…» no tardó en defnderse: «Se trata simplemente de la omisión de tres citas que una vez advertidas fueron entregadas oportunamente a la editorial para su inmediata corrección, lo que lamentablemente no ocurrió por motivos ajenos a mi persona», advirtió por entonces. Sobre los plagiadores en general, basta recordar el célebre retrato que trazó algunos años atrás el escritor Jorge Luis Borges, que construyó un relato singular sobre el plagio en «Pierre Menard, autor del Quijote», en el que el personaje escribe la misma obra que siglos antes había creado el español Miguel de Cervantes Saavedra.


Buenos Aires (télam).- La decisión de revocar el fallo que otorgó el Premio La Nación-Sudamericana a la obra "Bolivia Construcciones", de Sergio Di Nucci, por copiar una novela publicada en 1944, reaviva la polémica sobre el plagio, una modalidad que involucra a algunos de los autores más vendidos del país, como Felipe Pigna y Jorge Bucay. Cuando hace más de dos meses el jurado decidió que la obra de Di Nucci era la mejor entre los 244 originales presentados al certamen, la crítica no tardó en avalar el veredicto con elogiosos comentarios y la novela comenzó a circular exitosamente, superando los 2.000 ejemplares vendidos. Sin embargo, un hecho fortuito cambió la suerte del libro y salpicó el prestigio del certamen: "Bolivia Construcciones" llegó a las manos de Agustín Viola, un joven de 19 años que pronto detectó las coincidencias con un libro que había leído tiempo antes, "Nada", de la escritora catalana Carmen Laforet. Las semejanzas que presentaba la obra de Di Nucci con la novela, publicada en 1944 y ganadora de la primera edición del premio Nadal en 1945, fueron tan contundentes que la editorial convocó de urgencia al jurado, integrado por Carlos Fuentes, Tomás Eloy Martínez, Griselda Gambaro, Luis Chitarroni y Hugo Beccacece. "Las distancias entre texto ajeno y propio, entre copia y originalidad, son muy difusas", señala el jurado en un texto enviado a los medios, donde destaca que "la manera en que se efectúa la apropiación es la que determina su validez dentro del discurso literario". Si bien la novela de Laforet transcurre en la España posterior a la Guerra Civil y la obra de Di Nucci narra las peripecias de un inmigrante boliviano en Buenos Aires en la actualidad, las similitudes resultaron contundentes para el jurado. El jurado confirmó las semejanzas entre ambas obras en los pasajes que van de la página 167 a la 200 de "Bolivia Construcciones", que el escritor escribió bajo el seudónimo de Bruno Morales. "Los fragmentos de ’Nada’, incluidos con mínimos retoques, no significan una reescritura. La novela avanza, las situaciones siguen porque Carmen Laforet las aporta. La ética de un escritor, su honestidad intelectual, consiste en adjudicar a quien corresponda lo que no es fruto de su propio trabajo", continúa el fallo. Por su parte, Di Nucci se defendió de las críticas: "En muchas entrevistas hablé de la reescritura como un principio constructivo de la novela, que por algo se llama ’Bolivia Construcciones’", indicó en diálogo con Télam. "Hay escritores que pusieron en práctica ese procedimiento mucho mejor que yo, como Juan Rodolfo Wilcock en sus primeras crónicas y en sus últimas novelas italianas", alegó. Di Nucci aseguró que "nunca" intentó perjudicar a la autora de la novela original: "Quise mostrar a ’Nada’, no la quise ocultar, lo cual hubiera sido muy fácil. Quise homenajearla, no cancelarla. Por el contrario, quise que ’Nada’ tuviera más lectores y no menos", destacó. La obra del escritor pasó a engrosar la lista de plagios literarios, que en la Argentina tiene varios antecedentes, entre ellos uno que involucra otra vez al diario La Nación, que en un certamen de cuento de 1997 premió a Daniel Omar Azetti por su obra "La ilusión que se escurre". También por acción de un lector sagaz, pronto salió a la luz que el autor había copiado "Un espejo que huye", un texto del escritor italiano Giovanni Papini (1881-1956), dato que había pasado inadvertido para el jurado integrado por Alina Diaconú, Jorge Cruz, Graciela Melgarejo, Fernando Sánchez Zinny y Jorge Torres Zavaleta. De la polémica sobre los plagios no estuvo exento uno de los autores más vendidos de la última década, el prolífico Jorge Bucay, que en octubre de 2005 fue acusado de incluir en su libro "Shimriti" pasajes copiados de un texto de Mónica Cavallé, doctora en Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. En aquel entonces se detectó que más de 60 de las 270 páginas de la obra habían sido copiadas de "La sabiduría recobrada", de Cavallé. El libro fue retirado del mercado y Bucay mantiene desde entonces un notable perfil bajo. A quien le fue mucho mejor, a pesar de las acusaciones de plagio, fue al mediático historiador Felipe Pigna, que fue acusado de copiar un texto de la periodista Amanda Paltrinieri, quien en 2001 había publicado una nota sobre el cacique inca Túpac Amaru en la revista Nueva. Al parecer, el conductor del ciclo televisivo "Algo habrán hecho" reprodujo el trabajo de Paltrinieri, sin citar la fuente y con apenas algunas modificaciones, entre las páginas 165 y 168 de su best-seller "Los mitos de la historia argentina", editado por el Grupo Editorial Norma. Como si fuera poco, Paltrinieri contó que en una entrevista publicada por el sitio web "La Gran Ciudad", Pigna recordó que "el capítulo que más impresiona a la gente" es precisamente el del líder indígena y que se trata de páginas que escribió "con mucha bronca y dolor". El autor de los tres volúmenes de "Los mitos..." no tardó en defnderse: "Se trata simplemente de la omisión de tres citas que una vez advertidas fueron entregadas oportunamente a la editorial para su inmediata corrección, lo que lamentablemente no ocurrió por motivos ajenos a mi persona", advirtió por entonces. Sobre los plagiadores en general, basta recordar el célebre retrato que trazó algunos años atrás el escritor Jorge Luis Borges, que construyó un relato singular sobre el plagio en "Pierre Menard, autor del Quijote", en el que el personaje escribe la misma obra que siglos antes había creado el español Miguel de Cervantes Saavedra.

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