El gas de Vaca Muerta es un desafío para Mega

La mezcla con shale gas modificó los contenidos de líquidos que recibe la separadora. La firma tiene un plan estratégico para ampliar la capacidad, pero también se enfrenta a la restricción de demanda por la temporada templada.

La irrupción del shale, y el incremento de su producción, significó un aliciente para las petroleras enfocadas en la producción de los hidrocarburos pero en el segmento del downstream generó múltiples cambios. Las modificaciones para poder procesarlo que se vieron en las refinerías de petróleo, también se dan en las instalaciones de Compañía Mega, la firma separadora de gas.

Actualmente la compañía recibe una mezcla que está formada por cerca de un 40% de shale gas, y el restante de gas convencional. Si bien este flujo permitió revertir el declino que afectaba el suministro, también implica una modificación sustancial en los líquidos que la firma puede ahora separar.

Desde la irrupción del no convencional las calidades se han mutado considerablemente a un enriquecimiento en especial del butano y la carga nos termina desbalanceando el diseño”, aseguró a ENERGÍA ON el gerente general de Compañía Mega, Alejandro Fernández. Y detalló que hoy “estamos holgados en capacidad de turboexpansión en Neuquén y en el poliducto, pero limitados en Bahía Blanca en la capacidad de separación”.

El gas de Vaca Muerta tiene, a diferencia del gas convencional de la Cuenca Neuquina, una menor presencia de gasolina, uno de los líquidos que separa Mega. Pero a la vez, tiene un mayor componente de etano, propano y butano.

Estamos buscando, de alguna manera, acomodar las calidades de tal manera de intentar reeditar las calidades de diseño de Mega que ya no van a existir”, indicó Fernández y aseguró que “en un futuro aspiracional de la compañía, lo primero que tenemos que garantizar es la carga tanto para las capacidades actuales como para las capacidades futuras”.

Mientras la producción del gas convencional declina, cada vez es más el fluido no convencional que se inyecta en los gasoductos. En ese sentido, Fernández explicó que con la actual mezcla de 40% no convencional “pasamos de un diseño de calidad del 3,5% a casi 8% de contenido molar del etano. Y como el mercado del etano es muy acotado eso nos está haciendo cambiar nuestra manera de operación”.

La firma tiene en Loma La Lata su planta separadora de los gases ricos del gas.

El etano es utilizado en la industria petroquímica pero tiene un mercado acotado, que podría llegar a ampliarse exponencialmente si se lograra avanzar en la licuefacción del mismo.

Pero además del total de gas que Mega toma para su proceso, cerca del 80% consiste en el gas común que se utiliza en los hogares (metano) y la baja demanda en las temporadas templadas complica desde el año pasado las operaciones de la separadora y es una preocupación para los planes de ampliación de la firma.

Es que dichos planes apuntan a incrementar cerca de un 20% la capacidad de las instalaciones de la compañía.

En números

40%
del gas que actualmente recibe Mega corresponde al shale de Vaca Muerta.

Estamos terminando nuestro plan estratégico que es una visualización de una Mega aspiracional en el cual el gasoducto a Tratayén es el primer eslabón imprescindible para poder pensar en cualquier otra cosa en forma seria. Hicimos tres ingenierías conceptuales con tres empresas muy serias y elegimos una y fuimos con una ingeniería básica extendida que vamos a tener a fin de año definida”, indicó Fernández.

Y detalló que “tenemos muy claro qué hacer con el poliducto y Bahía Blanca y hay tres alternativas para ver cómo crecemos en Neuquén: concentrarnos en el mismo sitio, hacer un tren grande en otro lugar de la cuenca o hacer plantas yacimiento por yacimiento”.

Esos parámetros son lo que definió como la “estrategia de largo plazo”, mientras que advirtió que desde lo táctico “tenemos intenciones de ver reducciones de cuellos de botella en la capacidad de turboexpansión en Neuquén y en la optimización de la capacidad de fraccionamiento en Bahía Blanca que tiene que ver con inversiones menores que nos permitirían incrementar hasta un 20% nuestra capacidad, esto es reweeling de los expansores de Neuquén y el cambio de los insertos de los platos de las torres fraccionadoras de Bahía Blanca”.


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