El jefe se quedó en Neuquén y sus obreros se fueron a hacer el Camino de Compostela

Cada fin de año, empleados de la constructora "San Agustín" realizan una aventura que les propone retos físicos y espirituales. Sus frutos lo ven luego en la vida familiar y laboral. Una experiencia para imitar.

Hacer el Camino de Santiago de Compostela es una experiencia individual y colectiva trascendente, admiten quienes ya lo experimentaron. Si bien la peregrinación es una práctica devocional de muchas religiones, concretar este recorrido para llegar a un lugar santo hoy es una aventura para una mayoría. Este último sentido es el que le dieron 15 obreros de la empresa neuquina “San Agustín”, que lo transitaron semanas atrás durante 10 días. Es tradición en esta constructora regional hacer un viaje grupal cuando está por terminar el año. En una ocasión fue escalar el volcán Lanín; otro navegar en kayak el río Negro; el año pasado bicicletearon 411 kms por la cordillera neuquina y ahora había que superar los desafíos anteriores.

Recuperando energía, indispensable.

¿Qué les propuso su jefe, Hugo Acito? Recorrer en bicicleta 470 kms desde los Pirineos a Santiago de Compostela. “Buscamos otro lugar propicio para el crecimiento personal. Porque acá no se trata solo de retos físicos sino también espirituales”, reconocen los albañiles y electricistas que viajaron con todo pago a Europa. ¿Quiénes son ellos? Víctor Hugo Claro, Gustavo Estrada, Juan Carlos Claros Alcocer, Óscar Cruz, Hebert Claros Alcocer, Facundo Villegas, Alan López, Raúl Rodríguez Oropeza, Ariel Ibarra, Gabriel Barriga, Matías Puelpan, Walter Rivas Rojas, Pedro Herrera, Julia Bertezzolo y el guía Fabián Juncos.

En esta aventura Acito resignó su lugar. Siempre él es parte de la troupe, el que guía las reflexiones al final de cada jornada. Decidió quedarse en Neuquén y su lugar lo tomó un trabajador suyo. «El aumento del dólar desde las PASO en adelante nos complicó en lo económico. Nos complicó, insisto, pero no nos amainó en lo más mínimo. Había que hacerlo», comenta el empresario regional.

¿Por qué hacen este tipo de aventuras cada fin de año? Acito responde:

En total la experiencia registró 10 días, 4 aviones, 2 micros, 1 tren, 470 kms en bicicleta, caminos de montaña, frío y lluvia, nieve, senderos y paisajes únicos: “una experiencia que jamás olvidaremos. Algo que ni siquiera imaginamos que íbamos a hacer, pero nuevamente lo hicimos”, coinciden en afirmar todos quienes nunca antes habían viajado en avión. La travesía contada por los protagonistas

Los obreros de «San Agustín» eufóricos en un stop del recorrido.

“Nuestra travesía arrancó con un bus que nos llevó de Neuquén a Buenos Aires, donde montones de familiares (esposas, hijas/os, padres, madres, etc) se hicieron un tiempo para ir a despedirnos».

«La llegada al Aeropuerto Internacional de Ezeiza fue toda una aventura. Entre la emoción de la mayoría que pisaba un aeropuerto por primera vez y el apuro porque se nos había demorado el micro y había muchos trámites por hacer. Desde que embarcamos hasta que despego el avión hubo muchas fotos y videos para mostrarle a la familia que realmente estaban por subirse a un avión. Hubo algunos muy nerviosos, incluso llegamos a pensar que uno se había bajado del avión. Pero la mayoría pudo disfrutar de la nueva experiencia y observar por la ventanilla como el avión levantaba altura”.

Durante la aventura compartían fotos a diario con este diario.

“Luego de un micro, dos aviones y una combi llegamos a destino, Saint Jean Pied de Port (Francia), un hermoso pueblo medieval al que llegamos al mediodía y pudimos recorrer y disfrutar de su hermosa ciudadela amurallada. Interactuar con la gente nos costó un poco ya que hablaban casi exclusivamente francés, pero finalmente nos entendimos con señas. También nos probamos las bicis y las pusimos a punto para el día siguiente arrancar la travesía”.

Compartir la mesa, el mejor momento para contar las anécdotas de cada uno del grupo.

“El primer día de bicicleta arrancamos después de un desayuno super completo con frutas, cereales y fiambre, cargamos nuestras alforjas en las bicis y fuimos a ponerle el primer sello a nuestra credencial del peregrino. Luego empezamos el cruce de los Pirineos, con ascensos exigentes y cada vez más nieve a nuestro alrededor. Inevitablemente paramos a hacer varias guerras de nieve para hacer más amena la subida. Paramos al mediodía a almorzar en Roncesvalles y luego comenzaron algunos descensos, pasando por pueblitos de ensueños. Los últimos 5 km se complicó el camino, con muchas piedras y barro e incluso un gran tronco que tuvimos que correr entre todos para poder llegar a destino a Zubiri”.

“El segundo día arrancamos bien tempranito ya que iba a ser una larga jornada de 128kms. Pasamos por Pamplona, donde paramos a comprar algunos recuerdos y recorrimos un poco la ciudad. Luego continuamos hacia la fuente del vino de Bodegas Irache, donde llenamos nuestras botellas para continuar el camino. Continuamos pedaleando y se nos hizo de noche, cosa a lo que no estábamos acostumbrados en los entrenamientos que realizamos en Neuquén, pero que debimos acostumbrarnos allá debido a que las horas de luz eran pocas, y siempre llegábamos entrada la noche a los destinos. Este día llegamos a las 20.30hs, extremadamente cansados pero felices de haber logrado nuestro record de kilómetros, a la terminal de tren de Logroño. Allí tuvimos que desarmar las bicis y ponerlas en unas bolsas para poder subirlas al tren donde dormiríamos camino a Astorga. En el mismo teníamos unos camarotes dobles, muy pequeños pero bien aprovechados, donde pudimos descansar y pegarnos una ducha antes de arrancar la tercera jornada”.

“En Astorga arrancamos la mañana con una entrevista para el diario Astorga Digital y luego visitando la Catedral, una construcción que nos sorprendió por su inmensidad y donde pudimos aprender algunas de las características del barroco y del gótico. Continuamos camino en subida y con nieve, para variar, hacia la cruz de hierro, donde volvimos a aprovechar a parar y hacer un muñeco de nieve en grupo y varias fotos. Luego empezaron bajadas muy empinadas con algo de hielo, donde tuvimos un par de golpes, pero por suerte nuestros extremos los superaron. Y llegamos al castillo de los templarios en Ponferrada, una fortaleza de piedra del siglo XII, pudimos recorrerla y ver las vestimentas y armamentos de los caballeros. Continuamos pedaleando porque ya estaba por oscurecer y comenzó la lluvia, y todavía nos faltaban 35 kms hasta Ambasmestas, donde dormimos esa noche luego de una cena abundante y unas cervezas frescas”.

“La cuarta etapa para variar arranco en subida, camino a O Cebreiro, un hermoso pueblo donde se encuentra la Iglesia Santa María la Real donde nos contaron la historia del Cáliz del Santo Grial. De bajada encontramos un bar abierto donde probamos un montón de platos típicos, cazuelas, revueltos, que nos dieron fuerzas para continuar el camino hasta Sarria. Una jornada de menos kilómetros pero con lluvia y frío, que hicieron que pareciera más extensa. Allí nos recibieron muy amablemente con algo caliente y aprovechamos a recorrer un poco la ciudad y a hacer algunas compras”.

“El quinto día, después de un desayuno con panqueques con dulce de leche, huevo revuelto y tostadas, salimos rumbo a Mélide. La lluvia no cesó; por lo tanto arrancamos la jornada con la zapatillas húmedas y nuestros pilotines o bolsas de consorcio en su defecto. Incluso algunos con medias en las manos a falta de guantes para el frío. Esta etapa tenía un paisaje más campestre, circuitos con piedras y agua, había que estar un poco más atento al camino. Aquí pudimos aprender como conservaban los alimentos en hórreos, construcción destinada a guardar y conservar los alimentos alejados de la humedad y de los animales. Continúo la lluvia hasta llegar a Melide donde varios directamente nos metimos a duchar vestidos para tomar temperatura y limpiar la ropa para la siguiente jornada”.

“El último día de pedaleo nos quedaban los últimos 55kms hasta Santiago de Compostela. Si bien no era un tramo muy largo, la lluvia, el frío y la sensación de que ya llegábamos nos jugaron en contra y se nos hizo una extensa jornada. Nos encontramos con caminos con bosques con árboles altísimos que nos tapaban un poco de la lluvia. Circuitos con subidas y bajadas, mucho barro pero nada importaba porque estábamos decididos a llegar. Este día tuvimos todas las pinchaduras que no hubo en el resto de la travesía, cambiamos 5 cámaras. También pudimos ver algo realmente distinto para nosotros, un campesino nos invitó a ver la inseminación de una vaca”.

“Finalmente bajo una intensa lluvia a las 18 llegamos a la Catedral de Santiago, ¡meta cumplida! Nos sacamos todas las fotos de rigor y partimos al hotel a ducharnos.

«Ya devueltas las bici aprovechamos el último día temprano para tramitar la Compostela, con nuestras credenciales del peregrino selladas, para certificar nuestro recorrido por el Camino de Santiago. Y luego recorrimos la ciudad antigua de Santiago, la catedral y todos los puestos de artesanías y recuerdos para comprar regalos para la familia. La aventura se esta terminando”.

Cómo se prepararon los empleados de «San Agustín» para esta aventura en Europa. Acito lo resume así:

“Volvimos a nuestros hogares en Neuquén transformados de modo positivo, fascinados, contentos.. con los corazones hinchados. Sabemos que esto, como todas las aventuras anteriores, repercutirá de un modo productivo en nuestro trabajo diario, en la empresa de nuestro jefe Hugo Acito”.


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