El miedo al amor

Si pensaste que sólo a vos te pasaba ó que estabas quizás exagerando con tus sentimientos, te contamos que el miedo a enamorarse realmente existe.

RELACIONES

Naturalmente el ser humano necesita amar y ser amado. Es una condición innata que aunque racionalmente no queramos que suceda, fomenta nuestro bienestar, aumenta nuestro sistema inmunológico, nos permite liberar endorfinas y sentirnos más que bien.

¿Dónde se complica todo? Quizás la intensidad de ese amor sea el problema. Parece mentira pero lo que debería ser ideal de pareja, se transforma en el detonador que la destruye. La relación empieza a tomar vuelo, genera un primer pequeño compromiso ó atadura y como por arte de magia todo se complica y ya para nosotros esa historia, no es…

Filofobia se llama y es mucho más corriente de lo que te imaginas. Si pensaste que sólo a vos te pasaba ó que estabas quizás exagerando con tus sentimientos, te contamos que el miedo a enamorarse realmente existe.

Las causas que se le aducen son varias:

> traumas infantiles relacionados con la familia ó el entorno afectivo,

> relaciones de pareja pasadas que concluyeron en desengaños,

> rupturas traumáticas,

> penosas historias de amor transmitidas.

Día a día escuchamos de relaciones “express”. Nada de compromisos ni dependencias que nos generen un amor desmedido. Nada que nos lleve a la ruina si el otro no nos corresponde o deja de hacernos feliz. No queremos sufrir, no queremos perder el control, sentirnos vulnerables y vivir una tortura si de golpe el otro suelta la cuerda que nos ata… ¿Mejor no sentir para no sufrir?

Como todo, el famoso equilibrio parece ser la clave. Querernos y estar confiadas en nosotras mismas para que podamos brindarnos sin el temor de perderlo todo si el amor se va. Sería bueno pensar que el otro se suma a una y que no es, como dice el dicho, nuestra “media naranja” ó mitad.

Eso nos permitiría relajarnos un poco para estar perceptivas a las sensaciones. Recibir y dar sin el temor de la intensidad del encuentro es algo que deberíamos permitirnos sentir. Relajarnos y gozar para volver a ese estado de paz y bienestar que nos merecemos recibir.

Así como con las amistades, la relación de pareja debería potenciarnos y permitirnos sacar lo mejor de cada uno. Sin miedo, simplemente, estar abiertas a lo que nos llega sin tantos cuestionamientos. Pensar menos y entregarnos más…


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