El odio y la intolerancia, el límite para cualquier reclamo en democracia

Tras los hechos de violencia contra trabajadores de prensa en una protesta no hubo expresiones de condena de la dirigencia política ni autoridades.

La polarización de la sociedad no es un fenómeno exclusivo de la Argentina. Las expresiones de odio e intolerancia se reproducen en todo el mundo como casi ya no estábamos acostumbrados a verlo. Sin embargo, lejos de ser una justificación debe encontrar a las personas, dirigentes y organizaciones, unidos en una única línea argumental: el repudio. No hay lugar en las democracias para actitudes de violencia cívica y mucho menos contra el periodismo, como lo hemos visto repetirse en las últimas protestas tanto en el país como en la región.

El lunes por la noche en Neuquén capital, un grupo de vecinos se movilizó en una caravana para expresar su descontento a la medida del gobernador, Omar Gutiérrez, de restringir dos horas la circulación vehicular en las ciudades con circulación comunitaria de coronavirus. El reclamo tuvo un episodio disonante con el derecho a la libre expresión: un grupo de personas que estaban, en la plazoleta del monumento a San Martín, acompañando la protesta increparon a los trabajores de prensa que cubrían la convocatoria, entre ellos una reportera gráfica de RÍO NEGRO.

No es la primera vez que periodistas y fotógrafos son blanco de agresiones verbales y físicas. Tristemente estamos acostumbrados a verlo por televisión. La escena local tiene un antecedente en el banderazo del 17 de agosto convocado por los partidos políticos que hoy son oposición al gobierno nacional. Allí también fue incómodo trabajar para la prensa. Incluso uno de los manifestantes llevaba un cartel que planteaba «fusilar políticos» y «fusilar periodistas».

El sindicato de Prensa de Neuquén volvió a repudiar los hechos de violencia contra trabajadores de los medios. «Estos hechos se agregan a un lamentable listado de episodios de agresiones (mediante redes y presenciales) a periodistas y reporterxs», expresaron en un comunicado.

«Una vez más, rechazamos los intentos de impedir que se trabaje con libertad y sin miedo. Una vez más, hacemos un llamado a quienes acuden a estas marchas a no agredir y sobre todo exigimos a las figuras públicas que convocan y participan de ellas, a no incentivar ataques a la prensa. Además, exigimos a las empresas periodísticas a que garanticen la seguridad e integridad de sus trabajadorxs», agregaron.

Tras la convocatoria no hubo una sola frase de la dirigencia política neuquina. Ni los gobernantes que tienen la responsabilidad de resguardar la integridad de todos los habitantes y de garantizar que no se impida la libertad de prensa, como tampoco de los dirigentes de los partidos de la oposición, que vienen convocando a este tipo de manifestaciones.

Es imprescindible para la democracia que cualquiera sea el reclamo, el posicionamiento político o las ideas profesadas, no se toleren actitudes violentas e intimidatorias como las que se vivieron el lunes pasado y en las anteriores ocasiones. Es una tarea colectiva, de la sociedad toda, velar por la libre expresión y el respeto a los otros. Pero por sobre todo, nunca es tarde para condenar la violencia, el odio y la intolerancia.


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