El producto bruto ya es menor al de la salida del cepo

La recesión quedó en evidencia con los datos sobre la actividad. El PBI de hoy es menor al de la salida del cepo, y el contraste con los países de la región es crudo.

Reuniones y más reuniones. Encuentros ‘secretos’, dados a conocer casi en tiempo real por los operadores de prensa de unos y otros, utilizando medios afines, trascendidos y/o redes sociales. El año electoral comenzó a jugarse entre bambalinas, desde fines de enero, y la misma dinámica continuará e incluso se profundizará hasta el mes de octubre.
Las rondas de conversaciones iniciaron a principios de febrero, cuando la misión técnica del Fondo Monetario (FMI) visitó el país. En tal ocasión, el italiano Roberto Cardarelli, economista jefe del organismo, junto al jamaiquino Trevor Alleyne, representante del FMI en Argentina, mantuvieron reuniones no solo con el gobierno, sino con los representantes de diferentes sectores de la oposición. Por la mesa desfilaron Axel Kicillof, Roberto Lavagna, Juan Manuel Urtubey, y también la CGT. El Fondo es consciente de la fragilidad que exhibe la economía nacional, y de la forma en que eso afecta las chances electorales del oficialismo. Es por tal motivo, que elije la anticipación a la sorpresa.
Una vez que la misión técnica partió rumbo a Washington, Alleyne continuó los contactos con los representantes locales de la economía y la política. Esta semana fue el turno de banqueros y representantes argentinos de las finanzas. Del meeting participaron representantes de uno de los bancos comerciales de capital español más importantes, y de firmas de inversión que operan a cuenta de capitales extranjeros. La dinámica del tipo de cambio y la política de tasas de interés, fue el eje de las conversaciones. Según las fuentes que pudieron presenciar el encuentro, los banqueros solicitaron al Fondo mayor flexibilidad para que el Banco Central (BCRA) pueda intervenir en el mercado cambiario, antes de que la cotización alcance el techo de la banda. La respuesta fue tajante: “El riesgo de que vuelva Cristina, no se resuelve utilizando los dólares del FMI en el mercado cambiario”.
La semana previa, representantes de todos los bancos comerciales del país, ya habían mantenido una reunión similar. Aquella vez, los interlocutores fueron Marcos Peña y Nicolás Dujovne. El objetivo fue ‘llevar tranquilidad’ a la banca respecto al rumbo que determinó el equipo económico en sintonía con el FMI. El resultado en las pizarras parece no haber sido el esperado.
En concreto, lo cierto es que luego de tres años al mando y en medio del calendario electoral, los principales actores de la economía y la política, ya avizoran que el gobierno aun no tiene el boleto comprado desde 2020.
La semana corta, culminó con un dólar por encima de $44 y dos noticias salientes. La primera, fue el ‘waiver’ que el gobierno debió solicitar al FMI, por no haber presentado en tiempo y forma los datos la información referida a las metas fiscales, condición necesaria previo al desembolso de u$s 10.800 programado para la próxima semana. Pese a que desde el gobierno aducen solo ‘razones técnicas’, el pedido de waiver no deja de ser una mancha a solo seis meses del acuerdo. La segunda, fue la frase del Ministro Dujovne en una entrevista televisiva, en la que volvió a afirmar que “lo peor de la crisis ya pasó”. Se entiende la postura política. Lo que no se comprende es la distancia entre los dichos y los datos.

En concreto, lo cierto es que luego de tres años al mando y en medio del calendario electoral, los principales actores de la economía y la política, ya avizoran que el gobierno aun no tiene el boleto comprado desde 2020.


Podría darsele la derecha al Ministro en lo que concierne al mercado financiero, donde probablemente la dinámica está directamente atravesada por variables externas que el gobierno no maneja. Muy diferente es en lo referido al crecimiento y el nivel de actividad de la economía real.

En términos reales
Hace 15 días, el Indec publicó el “Informe de avance del nivel de actividad” referido al cuarto trimestre del año 2018. Los datos son más que elocuentes: Medido a precios del año 2004, es decir eliminando la inflación del análisis, el nivel de actividad a fines del año pasado es un 2% más chico que el que recibió el gobierno a fines de 2015.
Naturalmente, alguien podría señalar que 2015 fue un año ‘impar’, signado por el alto volumen de obra pública que caracteriza los años electorales. No le falta razón al análisis. En efecto, el primer infograma que acompaña la nota, muestra la evolución de tipo “serrucho” en la serie de PBI medido a precios de 2004, con picos en los años impares y depresiones en los años pares.
Es tal secuencia la que justificaba aquel latiguillo de campaña que en 2015 rezaba “hace cuatro años que la economía no crece”. La sentencia podría extenderse hoy a “siete años”. Es que lejos de cambiar, la tendencia cíclica de estancamiento en la cantidad de bienes y servicios que Argentina produce a lo largo de un año, parece haberse afianzado en la actual gestión.

En dólares
Expresar el valor del producto en dólares, puede no ser una buena medida de la evolución real de la economía a nivel interno, pero facilita la comparación con la realidad que atraviesan otros países, al expresar los datos en la misma unidad de medida. Naturalmente, al cuantificar de esta forma, al efecto propio de la recesión se suma el de la devaluación, lo que provoca una imagen como la que revela el segundo infograma de la nota. En pocas palabras, el PBI en dólares cayó un 33% durante 2018. No solo ello, sino que con tal medida, el registro del año pasado es menor a cualquier registro desde 2011 en adelante, se trate de un año par o impar. A fines del año pasado, el PBI en dólares resulta un 17% menor que tras la salida del cepo cambiario en diciembre de 2015 y un 25% menor al de 2011, año en que el cepo se instauró.
En la comparación con los países de la región, resulta que pese al derrumbe, la economía argentina en volumen, se mantiene como la segunda más importante de Sudamérica, por detrás de Brasil.
Sin embargo, es al momento de analizar la tasa de crecimiento anual, cuando el contraste es radical. Solo dos países en el continente vieron caer su PBI en 2018: Argentina y Venezuela. El resto de los países crecieron entre el 1% (Brasil, Uruguay) y el 4% (Chile, Perú, Bolivia).

Per cápita
La medición del PBI per cápita suele ser utilizada como medida de distribución de la riqueza. Huelga decir que a tales fines, se trata de una medida rústica que no expresa la forma en que se distribuye el producto en los diferentes estratos sociales.
Pese a ello, es una buena medida para comprender la dinámica de la forma en que los habitantes de un país generan la ‘riqueza’. Naturalmente, en la medición, influye el crecimiento vegetativo de la población. La misma, permite a la vez comparar la situación argentina, con la de los países vecinos.
El tercer gráfico revela que, al ritmo del tipo de cambio, el PBI per cápita cayó un 34% en 2018, y exhibe hoy un nivel 20% menor al de la salida del cepo en 2015, y 31% menor al de 2011.
Nuevamente, la comparación regional es fuerte. El PBI per cápita argentino resultante tras la devaluación de 2018 (u$s 8.431), solo supera la medida de Bolivia (u$s 7.559) y es ampliamente superado por el resto (Paraguay -u$s 13.081-, Perú -u$s 13.434-, Colombia -u$s 14.472-, Brasil -u$s 15.483-, Uruguay -u$s 22.562-, Chile -u$s 24.635-).
A la luz de tales datos, es difícil aceptar que lo peor de la crisis ‘ya pasó’, en especial si se considera que la referida medición, aun no considera el desplome que la actividad económica muestra en Argentina durante el primer trimestre del año 2019.

En números

u$s 8.431
El PBI per cápita en Argentina a fines de 2018. Significa una caída anual de 33% y pone al país a la cola del continente.
17%
La caída del PBI medido en dólares entre la salida del cepo cambiario y el año 2018.

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