El sexo siempre estuvo en las bibliotecas

Apenas un tiempo antes del sonoro aterrizaje en las librerías de “Cincuenta sombras…”, quien despertó un interés similar fue Sylvia Day con “Atada a ti”, “Orgullo y placer” o “No te escondo nada”. Tanto, que ya suena como una veterana del género. Pero mucho antes, como señalaba Anabella Franco, las letras del mundo reconocieron al Marqués de Sade o a la autora Anaïs Nin, con los siete volúmenes de sus diarios. Ana Estevan, coordinadora de la colección La Sonrisa Vertical (Tusquets), había señalado que el género “siempre tuvo una demanda real”. Con unos 150 títulos –según la información que difunde el sitio web de la editorial–, la división erótica llegó a editar unos 6.000 ejemplares, con un promedio de entre 3.000 y 4.000, hasta la crisis que afectó al género en 2004. Superado el parate, recuperan ahora estas cifras en el caso de los autores más conocidos. “Los libros que terminan por encabezar las listas de los más vendidos suelen ser novelas erótico-románticas. Los nuevos lectores que se acercan a esta literatura buscan historias con sexo y final feliz”, describe el caso anglosajón Gillian Green, editora de erótica en Random House Mondadori. Y sigue Estevan: “También es cierto que (E. L. James) atrajo la curiosidad de nuevos lectores a temas como el sadomasoquismo. La Sonrisa Vertical cuenta desde siempre con obras como “Nueve semanas y media”, de Elizabeth McNeill, “Historia de O”, “Retorno a Roissy”, de Pauline Réage, o “La atadura”, de Vanessa Duriès”. Para septiembre, preparan la reedición del primer volumen de “Emmanuelle”: “Sorprenderá a muchos por su vigencia y por sus propuestas desconocidas para los lectores jóvenes”, adelanta Estevan.


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