El terrorismo de hoy, una «bestia diferente»

Por Peter Mackler

Antes de Osama ben Laden estaban Carlos «el Chacal» y Abu Nidal. Bastante antes de todos ellos, estaban los Asesinos de Persia, los nihilistas de Rusia y toda suerte de grupos que creían en su derecho a derramar sangre. Si bien el terrorismo no es nada nuevo para el mundo, evoluciona constantemente. Los atentados del 11 de setiembre contra Estados Unidos pusieron de relieve una forma particularmente virulenta y de amplia dimensión.

«Estamos tratando con una bestia muy diferente a la que tratábamos antes», dijo Matthew Levitt, académico en estudios de terrorismo en el Instituto de Washington de Política hacia Medio Oriente.

«Lo que tenemos ahora no es una amenaza terrorista nacional. Es mucho más global y no simplemente política. Tiene un componente mucho más ideológico y teológico», dijo Levitt, ex analista antiterrorista del FBI.

Al menos en un aspecto, no obstante, la guerra santa islámica librada por la red Al Qaeda de ben Laden ha cerrado un círculo terrorista completo. Hasta el fin del siglo XVIII, la religión era la principal motivación detrás de los actos organizados de violencia.

El vocablo «terrorismo», definido como violencia sistemática e intimidación con fines específicos, surgió del Reino del Terror que siguió a la Revolución Francesa de 1789. Para el siglo XIX, el asesinato, el secuestro y los atentados se habían convertido en medios para obtener fines políticos.

Entre 1870 y la Primera Guerra Mundial, los anarquistas intentaron derribar el orden establecido en países como España, Italia y Rusia, donde el movimiento nihilista era visto como uno de los precursores de la actividad terrorista moderna.

El terrorismo aumentó enormemente tras la Segunda Guerra Mundial, utilizado por movimientos anticolonialistas en países como Vietnam, Israel y Argelia. Para las décadas del «70 y del «80 se volvió global, alimentado por la guerra árabe-israelí de 1967 y los movimientos estudiantiles surgidos un año después.

Terroristas como Carlos, el venezolano vinculado a decenas de muertes; o el recientemente fallecido Abu Nidal, el palestino al que se le atribuyen más de 900 muertes, se convirtieron en nombres domésticos. Los terroristas secuestraron su primer avión el 23 de julio de 1968, cuando un vuelo de El Al en viaje de Roma a Tel Aviv fue desviado a Argelia por el Frente Popular para la Liberación de Palestina de George Habash.

Además de una cantidad de facciones palestinas que luchaban en Israel, los movimientos terroristas surgieron en todo el mundo, como la Facción del Ejército Rojo de Alemania Occidental, la Brigadas Rojas en Italia, y el Ejército Rojo de Japón, los separatistas vascos de la ETA y el IRA en Irlanda del Norte.

Al mismo tiempo, los terroristas comenzaron a encontrar varios estados deseosos de brindarles dinero, entrenamiento y armamentos.

Pero el mundo no estaba preparado para la matanza perpetrada por Al Qaeda, y no sólo por la magnitud de los atentados del 11 de setiembre, cuyos más de 3.000 muertos aplastaron el mayor balance previo de unas 440 bajas en 1979 en un cine de Abadan, Irán.

Los expertos indican que la nueva casta de terroristas tiene varias características que los hacen particularmente peligrosos.

– Ausencia de metas posibles o diálogo. Pese a que Al Qaeda llamó al fin de la presencia estadounidense en Arabia Saudita y a su apoyo a Israel, no tiene la estructura política para impulsar una agenda precisa o buscar la solución de temas específicos.

– Falta de moderación. Grupos como la ETA o el IRA fueron cuidadosos en no realizar ataques demasiado destructivos por temor a perder un potencial apoyo popular. Al Qaeda no tiene tales pruritos.

– Voluntad de recurrir a los atentados suicidas. Este tipo de atentados ha sido reflotado en las últimas dos décadas, primero por el grupo libanés Hizbollah, luego por los Tigres Tamiles de Sri Lanka, los militantes palestinos y ahora por ben Laden.

– La posibilidad de adquirir armas nucleares, químicas, biológicas y electrónicas. El grupo japonés Aum Shinrikyo fue el precursor de esta nueva amenaza con un atentado en 1995 contra el metro de Tokio con 12 muertos y la intoxicación de 3.500 personas.

– Carencia de una estructura jerárquica. Al Qaeda tiene una poco firme afiliación con grupos de varios países que son más difíciles de rastrear.

(AFP)


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