El Wabi-Sabi, mucho más que una tendencia estética

Es un concepto elaborado de la filosofía budista zen que aplicado al diseño, la moda y la decoración elimina, básicamente, lo innecesario para dejar lo esencial, encuentra la belleza en la imperfección y acepta el ciclo natural de crecimiento, decadencia y muerte.

El Wabi-Sabi, un término japonés sin una traducción exacta y que en el mundo occidental comenzó a marcar tendencia en el diseño, la moda y la decoración hace apenas unos años, es una filosofía de vida que va mucho más allá de una simple corriente estética con la que se lo asocia de este lado del mundo.

Si bien el Wabi-Sabi se puede resumir en las tres ideas básicas de que nada es perfecto, nada es permanente y nada está completo, en su esencia más pura es el arte japonés de encontrar belleza en la imperfección y profundidad en la naturaleza, de aceptar el ciclo natural de crecimiento, decadencia y muerte.

El Wabi-Sabi es un concepto elaborado directamente de la filosofía budista zen, basada en la contemplación de la naturaleza y la aceptación de ese ciclo vital.

Pensar en esta filosofía sólo en términos decorativos es un error, pero a la hora de definir sus particularidades lo más importante a tener en cuenta es que el Wabi-Sabi crea una atmósfera y elimina las cosas innecesarias para dejar lo esencial.

Madera, fibras, cerámica, piezas artesanales con imperfecciones, piezas antiguas marcadas por el tiempo, algodón, lana y lino son algunos de los elementos que definen esta corriente en decoración.

Si bien no hay una traducción precisa (ni siquiera en japonés), el término Wabi-Sabi se divide en dos.

Por un lado Wabi, que proviene de la raíz “wa”, que se refiere a la armonía, la paz, la tranquilidad y el equilibrio.

Una persona wabi es un ser sencillo, no materialista, humilde por elección y en sintonía con la naturaleza.

En palabras del reconocido arquitecto japonés Tadao Ando, una persona wabi es aquella que “es ella misma y nunca anhela ser otra”.

Una persona wabi personifica el zen, es decir que se contenta con muy poco, está libre de avaricia, indolencia y enojo.

De hecho, Ando recuerda que fue en el siglo XVI cuando, como contrapartida y crítica a la ostentación con la que vivían las clases dominantes de Japón, estalló el Wabisuki, es decir el gusto por todas las cosas wabi.

En aquel entonces, el Wabi se hizo conocido como “la estética de la gente”, el estilo de vida del samurai, que poco tenía en cuanto a comodidades materiales.

Mientras ese primer término se refiere a lo simple y a lo humilde, Sabi en sí mismo significa “la floración del tiempo”, la progresión natural, la oxidación y el brillo extinguido de lo que una vez deslumbró, grafica Ando.

Las cosas de Sabi llevan la carga de sus años con dignidad y gracia: “La fría superficie moteada de un cuenco de plata oxidado, el cedro gris de la madera erosionada, el elegante marchitamiento de una rama otoñal despojada”, ejemplifica el arquitecto japonés.

Por ello el Wabi-Sabi celebra las grietas, y todas las marcas que el tiempo, el clima y el uso le imprimieron.

Julie Pointer Adams, autora de “Wabi-Sabi Welcome”, invita a los lectores a recorrer hogares que se basen en esta filosofía en distintas partes del mundo y enseña cómo convertir una reunión de amigos en un profundo acto de dar y de compartir una comida hecha para nutrir y no para presumir.

El verdadero Sabi no se compra porque es un regalo de tiempo.

Esta corriente de decoración también se define por el uso de maderas, fibras, cerámicas, piezas antiguas y artesanales, algodón, lana y lino.

“Buscamos Sabi en antigüedades e incluso tratamos de fabricarlo en muebles que carecen de marcas y desgaste. El verdadero Sabi no se puede adquirir porque es un regalo de tiempo”, asegura Ando.

Para Ando, en términos estéticos, el Wabi-Sabi en la decoración del hogar inspira un minimalismo que celebra lo humano en lugar de la máquina.

Las posesiones se reducen y se reducen, hasta que sólo quedan aquellas que “son necesarias para su utilidad o belleza (e idealmente ambas)”, explica.

A su vez, Adams sostiene que lo que hace la diferencia son cosas como los viejos batidores de huevos de manivela que usaban nuestras abuelas y todavía funcionan.

Es decir, objetos que conservan el espíritu, el corazón y hasta las manos de sus creadores, como la silla que hizo hace décadas un abuelo con sus manos, la pieza de cerámica que moldeó alguna vez el hijo mayor de la familia cuando tenía seis años, fotos antiguas en tonos sepia o pequeñas hormas viejas de zapatos de bebé.

Los interiores de Wabi-Sabi tienden a estar apagados, con luz tenue y en penumbra, dando a las habitaciones una sensación envolvente.

Los materiales del Wabi-Sabi son los naturales que son vulnerables a la intemperie, al encogimiento, agrietamiento y descamación y dan un aire de perecedero.

La paleta de colores se mueve entre los marrones, negros, grises y verdes terrosos.

En esa línea, Ando admite que –si bien esto implica una falta de libertad– “la realidad es que ofrece una oportunidad para la innovación y la creatividad”.

Pero el arquitecto nacido en Osaka advierte que “es importante no confundir la sencillez, la simpleza y las imperfecciones del Wabi-Sabi con el desorden y la suciedad”.

En ese sentido, remarca que las cosas desgastadas adquieren su magia sólo en entornos donde no se albergan “errores o suciedad” y que “nunca se debe olvidar que la limpieza implica respeto”.

Para Ando, las cosas gastadas sobrevivieron para “llevar las marcas del tiempo, precisamente porque fueron muy bien cuidadas a lo largo de los años”.

Queda claro entonces que Wabi-Sabi no es un “estilo” decorativo, sino una forma de pensar.

“No hay una lista de reglas; no podemos colgar cristales o mover nuestras camas y esperar a que la paz caiga sobre nosotros”, sostiene el especialista.

Finalmente, un hogar Wabi-Sabi “es el resultado directo del desarrollo de nuestro Wabigokoro, o Wabi de la mente y del corazón: viviendo modestamente, aprendiendo a estar satisfechos con la vida como puede ser una vez que nos despojamos de lo innecesario, y viviendo en el momento”.

Datos

Esta corriente de decoración también se define por el uso de maderas, fibras, cerámicas, piezas antiguas y artesanales, algodón, lana y lino.

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