Elecciones y democracia en la Patagonia norte

El centenario de la aprobación de la ley electoral conocida como Ley Sáenz Peña propone una reflexión sobre una de las instituciones centrales de nuestros gobiernos representativos, convertidos posteriormente en democracias representativas, eje del sistema republicano y que se relaciona directamente con la soberanía popular, con la naturaleza de la legitimidad de nuestros gobiernos y de la política misma. Las reformas en el sufragio y en las elecciones –voto universal masculino secreto y obligatorio, la representación de minorías y los cambios en el registro de electores– pretendían una mayor democratización de la vida política, aumentar el nivel de participación libre y terminar con las prácticas electorales corruptas, abriendo espacios para las fuerzas opositoras y cambiando los “gobiernos electores” por ciudadanos electores. (1) No obstante, y como afirma Natalio Botana en un interesante libro sobre las elecciones en la Argentina (2), a pesar del paulatino aumento de la participación desde principios de siglo, la plena inclusión electoral de la democracia de masas se definió recién a fines de la década del cuarenta del siglo XX. Esto se lograría con el sufragio femenino y la entrada electoral de los hijos y nietos de inmigrantes, llegándose a una participación del 47% en 1951 y del 50% en 1958. Este promedio de los que votan en relación con la población total se habría mantenido estable hasta la fecha, acompañando este proceso el aumento y la centralidad electoral definitiva de la provincia de Buenos Aires. En la misma senda de avance de la democracia de masas, el peronismo pretendía la construcción de una comunidad política nacional desde otra inclusión, la de los territorios nacionales que debían convertirse en provincias, proceso que para nuestra región concluiría tras el derrocamiento del peronismo. Esto nos lleva a reconsiderar el “centenario” de aquella ley o, mejor dicho, el proceso de ampliación de la participación y de acceso pleno a la ciudadanía, que en las provincias patagónicas tuvieron mayores obstáculos. La incorporación de estos espacios al Estado argentino bajo la fórmula de territorios nacionales añadía a las dificultades institucionales y a los intervalos del sufragio a nivel nacional una minoría de edad política restringiendo los derechos políticos, al impedir el autogobierno de estos territorios y el sufragio para la elección de autoridades nacionales, dejando sólo para la participación electoral el ámbito municipal. Como afirma una de las principales investigadoras para esta materia en la región, Martha Ruffini (3), el “ciudadano” de estos territorios portaba “incapacidad democrática” compartiendo por décadas la exclusión política con los pueblos indígenas, los grupos étnicos de inmigrantes y las mujeres. Mientras el proceso de la ampliación de derechos avanzaba en las provincias del país, los habitantes de los territorios estaban relegados del esquema institucional y de la ciudadanía plena. Si bien está en discusión historiográfica el peso de esta restricción en una concepción más amplia de participación política, en nuestra región el centenario que convoca esta nota no alcanza a transitar en estos días sino su bisagra. La provincialización abriría el juego electoral pero no terminaría con la restricción. La proscripción del peronismo suponía una práctica incompleta de los derechos al impedir que una buena parte de la población pudiera expresar su opción política. Más allá de que las elecciones posibilitaran, sobre todo en el caso de Río Negro, la emergencia de otros intereses y disputas inter e intrarregionales que marcaron los procesos políticos, electorales y sociales durante los sesenta y setenta, la secuencia de golpes militares imposibilitó la consolidación electoral. Para ello tuvimos que esperar hasta el retorno de la democracia en 1983, en el que el sufragio y los procesos electorales desplegaron su capacidad para generar “minirrevoluciones”, a decir de Isidoro Cheresky (4), revitalizando la voluntad popular, repolitizando a la sociedad y devolviéndole la incertidumbre al régimen democrático. La rutinización de los dispositivos electorales ha dotado a nuestra democracia de estabilidad al menos en su dimensión primaria y paradójicamente ha absorbido también las críticas por las dimensiones incumplidas. Nos referimos sobre todo a la exclusión social generada en los noventa, que dejaba fuera del umbral de igualdad en la condición ciudadana a amplios sectores de la población generando ciudadanías débiles o no plenas. En nuestra región, donde las dos provincias han sostenido gobiernos del mismo color político hasta el 2011 –continuando Neuquén en esta senda–, el voto ha sufrido los cuestionamientos que la colonización ininterrumpida del Estado por un mismo partido provoca. De todas formas, pese a los debates y las reformas políticas que se han sucedido en el tiempo y a las necesarias mejoras en las dimensiones de la democracia, el sufragio no ha perdido centralidad y cada vez que es puesto en juego la voluntad popular y la política renuevan su fuerza. Los cuestionamientos hacia la práctica política continúan cien años después, pero no caben dudas de que la participación ha aumentado y de que la vida política se ha democratizado y enriquecido. (*) Doctor en Historia (1) Sabato, Hilda (2011): “Nueva ley electoral”, en diario “El Bicentenario”. Buenos Aires, Ministerio de Educación de la Nación. Págs. 409-410 (2) Sabato, Ternavasio, De Privitellio y Persello (2011): “Historia de las elecciones en la Argentina. 1805-2011”. Buenos Aires, Editorial El Ateneo. Epílogo de Natalio Botana (3) Ruffini, Martha (2007): “La pervivencia de la República posible en los territorios nacionales. Poder y ciudadanía en Río Negro”. Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes. Más recientemente, Horacio Quiroga y Martha Ruffini (Directores) (2011): “Estado y territorios nacionales. Política y ciudadanía en Río Negro 1912-1930”. Neuquén, Educo (4) Cheresky, Isidoro (compilador) (2007): “Elecciones presidenciales y giro político en América Latina”. Buenos Aires, Manantial

Francisco Camino Vela (*) fcaminovela@gmail.com


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