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Lecturas: “Delirio americano”, de Granés

Este ensayo del autor colombiano, editado por Taurus, es “una historia cultural y política de América Latina”, la biografía de un continente en sus realidades y sueños, contada de un modo que recuerda a esos docentes apasionados con su materia.

Redacción

Por Redacción

Ricardo Kleine Samson

Hace quién sabe cuántos años, cuando aún no le había dado cuerda al reloj que aun sigo usando y todavía iba de la mano de mi padre; lo acompañé a una librería tan grande que parecía un universo. Aun siento en mis recuerdos el crujir de sus zapatos de suela en las tablas del encerado piso de madera de lo que, años después, supe que era la icónica librería El Ateneo de la calle Florida, cuya sucursal de la avenida Santa Fe de CABA es considerada la más linda del mundo. Entonces, se le acercó un solemne vendedor, de saco y corbata, a consultar lo que necesitaba. Por supuesto que no recuerdo el libro que le pidió, pero sí que éste se subió a una escalera de madera a buscar su pretensión en la inmensa biblioteca del lugar. Cuando se acercó a mi padre con el libro en la mano le sintetizó el tema como si lo hubiese escrito él. De ese lugar, aun de la mano de mi padre, nació mi gusto por la lectura, no solo por leer que es todo un trabajo, por saber, por aprender, por disfrutar de la inteligencia ajena.


Probablemente esta introducción sea, para el caso, impertinente, pero a mi padre le gustaba la historia y se enfrascaba en interminables discusiones con amigos y entenados. Era nacionalista y este libro que hoy les traigo, tiene que ver con esa temática que a él le hubiese gustado encontrar y lo hubiese dotado de algunos interesantísimos y sesudos argumentos para dejar de buscar, como el mismo Granes dice, enemigos debajo de las piedras.


“Delirio americano” es un ensayo colosal que nunca imaginé leer. Bueno, en realidad no es un libro para leer. Es un libro para escuchar, porque Carlos Granes, el autor, te sienta enfrente suyo y te dice: “Mira hermano, esto hay que verlo así…”, como esos docentes que nos apasionaban con sus temas.
“Ser demócrata -nos dice- en América Latina siempre pareció muy poca cosa. Ante tantas injusticias ¿cómo conformarse con promulgar leyes?; ante la radicalidad del enemigo, ¿cómo resignarse a la moderación?; ante la titánica labor que suponía sacar a un país del subdesarrollo, ¿cómo empantanarse en la reforma y el procedimiento? Todas estas reservas hacían ver al demócrata como un personajillo insípido, sin fosforescencia en los sesos ni pólvora en los testículos…” Jamás leí una definición tan erudita, ni tan contundente, ni tan acertada que, además, ayuda a comprender tantas cosas de nuestra propia historia.


A la luz de su erudición se puede rever la historia latinoamericana, apuntando más a lo que deberíamos lograr que a lo que nos pasó, que no lo olvida. Granes logra en este texto sacarnos del contexto de oposición en que la mayoría de las veces nos encontramos como manera de evitar ver el verdadero y acuciante problema de la pobreza latina. Nos pone, a todos, en la senda intelectual, llena de válidos argumentos y liberados de prejuicios y dogmas, que ayudaría a todos nuestros países a salir de la pobreza o, al menos intentarlo seriamente.
Por ejemplo, Cuba: no se puede creer que haya que hacer cola todos los meses para, entre otras tantas cosas, conseguir la ración de arroz mensual o galletitas. La mayoría de las personas no responsabiliza al gobierno. La culpa no es de Castro, ni de su hermano, es del bloqueo de EE.UU. al que, por supuesto culpan de todos sus males.


Dice Granes: “En eso radica el problema, en querer lo puro, en querer lo que no existe; en redimir la injusticia y el dolor aspirando a lo imposible: el regreso al pasado indígena, la anulación de la colonia, el fin de la globalización, el derrumbe del capitalismo, un mundo sin EEUU, la pureza nacional, el cristianismo primitivo, el gobierno de ángeles racializados, la nobleza del buen salvaje, la aniquilación del hombre blanco. Y termina preguntándose: ¿Cuantos esfuerzos se han perdido luchando por sueños irrealizables…? Las víctimas merecen dejar de serlo en este mundo, no en la utopía, no en la ficción de algún nuevo Adán que prometa hacer bien lo que lleva más de un siglo haciéndose con torpeza y violencia…”


No hay artista importante que no caiga bajo la lupa de su mirada y sus conocimientos. Nos revela la inteligente manera en la que muchos han contribuido a guiarnos por un camino equivocado… ” La iglesia de Tonantzintha tanto como la música de Caetano Veloso han sido el resultado de entrecruzamientos caprichosos, influencias bien digeridas, fértiles contaminaciones. Los creadores que han engrandecido al continente han sido precisamente esos, los que no han tenido miedo al recurso extranjero ni han desdeñado la complejidad local. Pero la suerte que hemos tenido en el plano creativo no se ha repetido en el político. Los populistas se han empeñado en no reconocer la importancia de las instituciones democráticas, y han fabricado pueblos tan artificiales como los indígenas de Ventura García Calderón, esos seres impenetrables, que guardaban secretas complicidades con los cóndores…”


El autor es colombiano y se las ha ingeniado, como nadie hasta ahora, para combinar con una maestría inimaginable de cómo el arte ha influido, como una filosa navaja, en la cultura y la historia contemporánea de América latina y de cómo, estos ayudaron a fantasear en la cabeza de muchos dirigentes sobre las políticas sociales. Casi todos los artistas latinos, tanto que pinten, escriban o lo que fuese que hayan sido, en parte, cómplices de este perjuicio: “La mezcla de victimismo y superioridad moral legitima el contrataque”. Sus argumentos, tan sólidos y originales, son contundentes, bien documentados y tan influyentes que, en muchísimos casos, debí volver a ver mis propios pensamientos a la luz de sus desenvueltos argumentos.


Hay algunas partes del libro que las puede obviar, quizás carezca de sentido saber de los escritores panameños o ecuatorianos. Pero, aun así, no hay página que no lo deslumbre.


Es un libro que apenas tiene un mes en las librerías y será uno de los libros que más se leerá. “De manera que ni el arielismo, ni indigenismo, ni nuestroamericanismo, ni peronistas, ni priirmo, ni castrismo, ni guevarismo, porque ninguna de estas mitologías, a pesar de sus buenas intenciones y sus sueños salvadores, cohesionó las sociedades y las hizo prosperar. Es hora de poner el pie en el siglo XXI”


Más sobre el autor


El autor es colombiano. Ensayista y doctor en Antropología Social por la Universidad Complutense de Madrid donde obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado. Entre el 2003 y 2004 estuvo becado en la Universidad de California, Berkley. En 2020 ganó el premio de periodismo Simón Bolívar. Ha escrito: La revancha de la imaginación, El puño invisible, entre otros.


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