En el Castro Rendón hacen milagros cuando la vida se anticipa

Cuidados extremos para chicos en riesgo.

NEUQUEN (AN).- «Hay dos formas de vivir tu vida. Una, pensar que nada es un milagro; la otra, pensar que todo es un milagro». La frase cuelga de un mural desteñido en el acceso a la zona restringida del área de Neonatología del hospital Castro Rendón de Neuquén. La dijo un tal Albert Einsten. Alguien eligió la preciosa sencillez del genio para tratar de explicar lo que allí puede estar sucediendo.

Los pequeños de Neonatología rompen con cualquier proporción e impresiona el solo verlos abrojados a prolijas madejas de cables y sondas, moviéndose en cámara lenta, librando batallas que nadie jamás podrá sintetizar. Sin embargo, en ese aséptico mundo de incubadoras que laten, lo más impresionante es el silencio. Es que éstos bebés no lloran y más que el instrumental es la sensibilidad de enfermeros y médicos la que descifra qué les pasa.

Sobre un total de 1.600 partos anuales, en el hospital

e máxima complejidad de la provincia, un 3,5 por ciento de los bebés pesa menos de 1.500 gramos. Son bebés en riesgo extremo, que deben ser asistidos en el área de terapia intensiva de Neonatología. Por año, hay un promedio de 56 chiquitos que ingresan al servicio, casi siempre prematuros con menos de 34 semanas de gestación. Algunos de ellos, apenas alcanzan a completar de 24 a 30 semanas en las panzas de mamás, muchas veces chicas de 13 a 17 años. Mientras más pequeños, obvio, menores son las posibilidades de vida. Hay casos donde los profesionales neuquinos han recuperado criaturas que al nacer pesaron 600 gramos.

En este centro de salud, los porcentajes de nacimientos de neonatos de bajo peso están muy encima de la media provincial. Es que el Castro Rendón es el hospital de referencia de Neuquén; y por eso recibe todos los casos de riesgo neonatal, respondiendo a un aceitado mecanismo de atención y derivación.

«Un bebé de menos de 1.500 gramos es absolutamente frágil, necesita oxígeno de inmediato, es muy posible que requiera de resucitación y de un cuidado extremo de la temperatura», explica el jefe del servicio de Neonatología Alberto Videla.

En el sector trabaja un cuerpo de élite, 15 médicos y 52 enfermeras que atienden el área de internación conjunta, la terapia intermedia y la terapia intensiva. Tan importante como el trabajo científico es la contención afectiva a los neonatos y a sus padres.

En esta terapia, los papás pueden entrar cuantas veces quieren, se alienta el contacto piel a piel con la madre y se buscan las mejores alternativas para que sea la leche materna el único alimento del bebé.

Los movimientos en las unidades de cuidado intensivos neonatales son complicados. Es que la llegada al mundo de un prematuro es traumática para la familia y provoca shocks de los que algunos papás no se recuperan. Hay mamás que se resisten a tocar a los chiquitos y, a veces, hasta se niegan a mirarlos.

«Los padres tienen una imagen idealizada del bebé, todos la tenemos. La llegada de un prematuro de estas características provoca lo que se denomina un duelo anticipatorio, a pesar de que el niño está vivo y cada vez con más posibilidades de conseguir que se ponga bien. Hasta hace algunos años eran muy pocas las posibilidades de vida en un neonato de menos de 1.000 gramos», explica la doctora Susana González, una de las integrantes del servicio.

Hay casos donde las internaciones se prolongan en el tiempo. Algunos padres dejan de ver a sus hijitos, espacían al extremo las visitas o directamente los ceden en adopción.

«No es lo común, pero hay como rachas donde hay bebés que quedan en el servicio; por lo general se trata de mamás muy jóvenes que vienen del interior, que ya han tenido problemas en el embarazo y están solas», describe la doctora González. Para estos casos, un equipo multidisciplinario está preparado para asistir a la mamá.

La muerte pasea por las salas de neonatología, es cierto; pero casi siempre aún contra muchas dificultades lo suyo es la derrota.

Los números son elocuentes. Antes de implementarse el plan de salud en la década del 70, los índices de mortalidad infantil de la provincia estaban por encima del cien por mil, uno de los más altos del país. En los primeros años de la década del 80, se ubicó en el 30 por mil. Actualmente, los índices se estacionan en 10 por mil; es decir fallecen sólo diez chiquitos cada diez mil nacimientos. Y de no ser por la acción de la terapia de neonatología, los valores de mortalidad estarían en 20 por mil.

La enfermera Mónica Carrasco cuenta que hace un tiempo sintió la deliciosa sensación de los llantos que acompañan a las sonrisas.

Fue cuando llegaron hasta ella dos jovencitas a las que atendió hace hace once años. Al nacer las niñas habían pesado 850 y 1.100 gramos. La licenciada en enfermería está curtida. Lleva 13 años trabajando en el sector. Sin embargo, llora y se emociona como una principiante, lo mismo que todo el equipo de «Neo».

«El día que deje de sentir tengo que pedir el pase», sentencia Carrasco. Mónica está entre las que piensan que todo es un milagro: su hijo adoptivo primero fue su paciente.

Rodolfo Chávez

El contacto con la piel

NEUQUEN (AN).- Más allá de las complicaciones y a pesar de las conexiones del bebé, los profesionales alientan en contacto «piel a piel» entre los bebés y sus mamás.

«El contacto es muy importante, aunque el bebé esté con respiradora. Está probado que disminuye la internación, genera un aumento de peso y mejora la saturación de oxígeno en la hemoglobina», detalló Alberto Videla.

En las incubadoras, desde hace siete años, las enfermeras arman lo que se denomina nido, con goma espuma o material blando que se coloca sobre el colchón.

«Esto estimula el desarrollo neurosensorial de pequeño, esto le permite tener una contención corporal que favorece su evolución y alienta una serie de factores que ayudan al desarrollo neurológico del recién nacido», agregó.

En todo el proceso de internación -donde no sólo están los prematuros sino también los neonatos con patologías- las enfermeras (también hay enfermeros) son clave para el tratamiento de los pequeños. Son ellas las que deben percibir los cambios que afectan a los pequeños, mucho más allá de lo que indique el instrumental.

Lactancia

NEUQUEN (AN).- Teta, pecho, lactancia materna, todos las denominaciones son válidas para los profesionales del hospital neuquino quienes alientan que todos los bebés tomen la leche que generan sus mamás. Aunque, claro, no todas las madres están en condiciones de hacerlo. Por eso, cuando los chiquitos no pueden succionar hay métodos denominados de relactación que sorprenden al desprevenido.

«Sólo cuando no hay otra alternativa usamos fórmulas que reemplazan a la leche materna», explicó la doctora Susana González. La relactación consiste en adherir a la areola del pecho de la mamá el extremo de una pequeña sonda. Al lado opuesto de la sonda se ubica un recipiente con el alimento (la fórmula láctea) de manera que por principio físico llega a la boca del pequeño cuando succiona la areola del pezón de la mamá. Así, el niño aprende a succionar y a la vez se incentiva la generación de leche en la madre.

«Todo lo que necesita un prematuro está en la leche que sale de los pechos de la mamá de ese prematuro», sintetizó González.

El hospital Castro Rendón, desde hace dos años, está incorporado a la iniciativa «Hospital Amigo de la Madre y el Niño» de Unicef que, precisamente, alienta la lactancia materna.

La lactancia precoz se alienta ya desde la sala de parto, colocando al niño sobre el viente de la madre.

Nota asociada: Una matrona en la sala de partos  

Nota asociada: Una matrona en la sala de partos  


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