Martín Kohan: memoria y lectura en tiempos veloces

El escritor de “Confesión”, y el ensayo “Hola”, anticipa por qué es imprescindible volver a Rodolfo Walsh, la charla que vendrá a dar este martes en Viedma, y cuál será el tema principal de su discurso de apertura de la 47° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

Once entrevistas en pocos días, un viaje a Viedma el martes 25, el discurso de apertura de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires; clases en la UBA y en otras universidades. La agenda del escritor Martín Kohan, autor de textos fundamentales como “Dos veces junio”, “Confesión”, “Ciencias morales”, es un rompecabezas de horarios y obligaciones. Pero en medio de ese rompecabezas apretado, él parece obsesionado con un tema: el estado de las cosas.


Dicho rápido, el estado de las cosas podría ser el clima de época. Pero dicho con la minuciosidad con la que analiza todo Kohan, el estado de las cosas es el aire enrarecido en el que respiran, mezcladas y revueltas, la posverdad, la tiranía de los algoritmos, la reducción de las ideas a ocho o nueve frases sueltas que sirvan para ser tuiteadas en 280 caracteres, el retroceso de la memoria, la pérdida del tiempo de lectura, la educación. “Las nuevas condiciones para la lectura nos interpelan a todos. Pero creo que el punto donde poner más fuertemente el foco hoy es en la escuela media, donde no se lee”, dice.


El estado de las cosas, dicho así, lo desvela al punto de que, mientras escribe el que será sus discurso para la Feria Internacional del Libro, el próximo 25, pone cuidado, extremo cuidado, “en que no haya frases de impacto”. No quiere, y es lo que ocupa en estos días ocupados, que las veinte páginas que se prepara para leer en su discurso, queden reducidas a una polémica vacía en Twitter. A Kohan le gustaría un público que primero lo oiga todo, unos lectores que lean.
“Soy un hombre del siglo pasado”, dice el escritor nacido en 1967. A él le gusta leer los diarios en papel, leer las notas enteras, entender, recordar.


A Kohan le sorprenden esas peleas que surgen en las versiones online de los diarios o revistas, cuando los lectores se trenzan en discusiones por el título de una nota. “Puedo entender la lectura en diagonal, pero qué hace que una persona que sólo leyó el título entre a comentar o acuse al escritor del artículo sobre algo que no sabe si está en la nota, y que muchas veces sí está”.


Es justamente por ese aire de época que volver a Rodolfo Walsh, el periodista y escritor argentino, autor de esa obra fundacional que es “Operación Masacre”, le parece imprescindible. “Para los debates de esta época donde la cuestión de la posverdad está tan presente, la figura de Walsh nos permite pensar lo más relevante en relación con la ficción y la no ficción, pero también en relación a la realidad y la verdad, o la verdad y la política. Diría que en el actual estado de cosas, con esa idea de que no importa si algo es verdad o no, qué mejor que la figura de Walsh, que probó como nadie los alcances y limitaciones de la palabra escrita. Es difícil no preocuparse por el estado de las cosas porque lo que nosotros hacemos, los escritores o los periodistas, es que existan textos. Si eso no está, dedicarse a las letras, al periodismo o a la escritura, no tiene sentido. Por eso, para no deprimirse uno vuelve a Walsh, para traerlo al presente y discutir”, dice.


-En tus último libros, “Me acuerdo”, “Confesión”, incluso en el ensayo “Hola”, pero también en los anteriores, la memoria ocupa un lugar central. Con tantas cosas que se interponen en ese ejercicio, sobre todo en estos tiempos de inmediatez, de consumo masticado, de poca lectura, cómo se renueva el interés por leer textos que requieren de cierta concentración.


-Sobre todo en un conjunto tan fallado de memoria política, en el que también se ve una lucha entre distintas memorias en debate y construcción. Para la memoria hay que construir instancias de elaboración que exceden los 280 caracteres de Twitter. Eso no alcanza para elaborar memoria. Creo que buena parte del impacto de “Argentina 1985” tiene que ver con eso. Si uno mira con atención, no hay en la película nada que no se haya dicho antes, que no se supiera. ¿Por qué tuvo impacto? Porque habíamos retrocedido en la memoria, porque hubo versiones distorsionadas o simplificadas que habían ganado terreno, como es el caso de la discusión por la cifra de desaparecidos. La película tuvo el impacto de la novedad no porque sea una novedad sino por el retroceso de la memoria.
“Ese es el estado de las cosas. Y por eso, ese será mi tema en la apertura de la Feria del Libro. Hay que poner el foco en las condiciones de lectura. Si escribo veinte páginas de discurso, ¿alguien va a leerlas o se va a disgregar en frases sueltas? Si sólo van a circular ocho o nueve frases sueltas, ¿cuál es el sentido de la circulación de mi creación?”, se pregunta, preocupado por lo que considera la verdadera cuestión de fondo.


-¿Y qué se puede hacer contra eso?
-No lo sé. Ojalá estuviera a nuestro alcance. Sé que reduciendo todo a frases sueltas y a puro título de nota no vamos bien. Por eso es interesante volver a Rodolfo Walsh. Mientras, supongo que lo que podemos hacer es hacer contrapeso y debatir sobre las condiciones en que leemos.


“No cualquiera puede darse el lujo de afrontar una crisis como la de Boca siendo Bicampeón”


Durante la pandemia, durante aquellos días de confinamiento obligatorio, Martín Kohan tuvo que dejar una rutina diaria que cultivó por 30 años: ir al bar. Ahí leía y lee los diarios, ahí toma sus cafés, ahí escribe, a mano. “Un hombre de otro siglo”, como dice él.
Quedarse en su casa, dar clases a través del zoom, lo obligaron a recluirse en una habitación, en la que se veía detrás, como el paño fijo de una escenografía, una bandera de Boca Juniors, el club del que es casi devoto (el otro es Defensores de Belgrano). Así, con ese fondo dicto sus clases de Teoría literaria y dio entrevistas en las que habló de dos libros salidos casi al mismo tiempo: “Me acuerdo” y “Confesión”.
Ahora, pasada la pandemia, volvió al bar. Y a ver a Boca, por supuesto.
Kohan dice que le dedica muchas horas al fútbol. Y se nota que es un tema que lo enciende, que lo lleva incluso a otro tono de voz, más eufórico.
Después de algunas derrotas, el equipo que ahora dirige Almirón ganó sobre la hora en el partido del martes por la Copa Libertadores.
“No cualquiera puede darse el lujo de afrontar una crisis como la de Boca en categoría de Bicampeón. Eso es ser grandes”, se entusiasma Kohan. Y chicanea: “Otros se van a la B. A nosotros ya casi que se nos venía la noche, pero repuntamos, y todo eso en 7 minutos.Me encanta. Entre ganar 4-0 o ganar sobre la hora, prefiero lo que hizo Boca: ganar sobre la hora”.


Rodolfo Walsh: la charla que Kohan en Viedma el próximo martes 25


Martín Kohan brindará la charla “¿Dónde, Coronel, dónde?. Walsh y la verdad”, el próximo martes 25 de abril a las 18:00, en el Campus de la Sede Atlántica de la Universidad Nacional de RíoNegro (UNRN), ruta Provincial N° 1 y rotonda Cooperación, Viedma, en el marco de la agenda de conmemoración de los 40 años ininterrumpidos de democracia. Organizada por la UNRN y la Fundación de Periodismo Patagónico, la charla será de acceso libre y gratuito.


“Para los debates de esta época donde la cuestión de la posverdad está tan presente, la figura de Walsh nos permite pensar la ficción y la no ficción, los límites de la escritura y el paso a la acción, en especial, la relación entre la verdad y la política”, dijo Kohan a la publicación Al Margen cuando a fines del año pasado dio esta clase magistral en el marco del Festival Iberoamericano de Periodismo Narrativo, organizado por la Fundación Periodismo Patagónico, en Bariloche.


“Puede decirse que Rodolfo Walsh probó, como nadie, cuáles son los alcances y cuáles las limitaciones de las palabras escritas: su potencia y su impotencia. Las probó en el sentido jurídico de la expresión (para establecer una verdad), en el sentido técnico (así como se prueba la resistencia de los materiales), en el sentido sensual (es decir, con el cuerpo, como cuando se dice que se prueba un sabor). Probó la insuficiencia de una literatura abstracta, geométrica, la de la limpidez argumental de los cuentos policiales. Probó la insuficiencia de la ficción literaria en general (aunque tocara la política, como lo hace en sus grandes cuentos: “Cartas”, “Fotos”). Probó la necesidad de llevar a las palabras de la ficción a la no-ficción, y probó la insuficiencia de las palabras aun en la no-ficción. Probó lo que sucede con las palabras cuando se les exige que digan lo que no se puede decir, y entonces las palabras dicen con lo que dicen, pero más con lo que no dicen (como se ve en “Esa mujer”). Probó también lo que sucede con las palabras cuando se les exige que digan lo que no se debe decir: cuando denuncian y desafían el poder estatal. Y luego por fin probó hacer, ya sin palabras, lo que las palabras no pueden hacer”, definió Kohan en una entrevista con el suplemento Radar.




Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios