ESCENARIO: La crisis global permitió relanzar al gobierno de CFK

BUENOS AIRES.- La crisis internacional o, si se quiere, la manifestación anticipatoria y palpable del pánico que durante estos días se ha observado en las cotizaciones de las acciones y de las materias primas a nivel global, acaba de hacer el relanzamiento, casi sin que sus integrantes se dieran cuenta, del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

Y en este marco, y como corresponde a un sistema de toma de decisiones que excluye la posibilidad de equivocarse y la rectificación explícita, la culpa de lo que podría llegar será puesta afuera de la propia responsabilidad, sin dudas, con lo cual el costo político se reducirá. En todo caso la crisis podría llegar a ser una enorme tapadera para dejar de tomar medidas populistas (el «no» a Hugo Moyano por los 500) o para seguir otros caminos rectificativos algo más ortodoxos (suba de tasas), sin que se note demasiado.

En este punto está radicada, entonces, la enorme oportunidad que puede tener el gobierno en materia económica, aún bajo los vaivenes casi indescifrables de la situación internacional, para lograr además, desde lo político, revertir la pendiente de descrédito que se había profundizado en lo local, tras la crisis del campo. Habrá que ver si la aprovecha.

De ahora en más, y para convencer, el gobierno debería dar señales de mayor previsibilidad en lo estratégico, mostrarse más transparente en las medidas que tome y juntar toda la materia gris disponible para encarar un paquete de largo aliento bien plural, en lo que tiene que ver con la política antiinflacionaria, la restauración del INDEC, el tipo de cambio y las cuestiones fiscales y comerciales.

Si bien es verdad lo que se recita desde los despachos oficiales de que la actual situación es infinitamente superior a la que existía en 2001, durante los últimos días, los mercados no se han detenido a ver la foto y mirando para adelante han castigado fuerte a la Argentina, seguramente por los desaguisados anteriores, que suman, entre otros, las dificultades fiscales derivadas del exceso de gasto, el fogoneo al consumo que motorizó la inflación, el deterioro de la balanza comercial producto del dólar anclado por debajo de los $3,10, la falta de inversiones y la caída en el nivel de reservas, pero también porque no le ven al gobierno suficiente uña de guitarrero para aplicar los remedios a la crisis. Por todas esas dudas, y más allá de los aspectos institucionales, de cambio de reglas de juego y de falta de clima de negocios que habitualmente eran un contrapeso y aún con los avances que se han hecho en la decisión de pagarle al Club de París (ahora, en el freezer con todo criterio) y de arreglar con los bonistas que aún no cobraron, el riesgo-país sigue siendo uno de los más altos del continente (1.300 puntos básicos), el Merval lleva perdido 58% en lo que va del año y la prima de riesgo contra default salto de 19% a 24% anual el viernes pasado.

Sin embargo, los millones de millones que ya se han perdido en el mundo en el valor de las compañías, la falta de crédito, el efecto «pobreza» y el menor consumo resultante que puede desembocar en una recesión mundial, junto al reacomodamiento de las economías que sobrevendrá luego del terremoto podría darle a la Argentina cierta chance al menos de flotar, siempre y cuando las autoridades se preocupen por anticipar y prevenir el problema y no por hacer un simple «seguimiento» de la crisis, tal como hasta ahora. (DyN)


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