Dos encuentros cercanos con ballenas que no olvidaron jamás

Sandro Acosta y Agustín Sánchez cuentan lo que sintieron la primera vez que se cruzaron con una ballena cuerpo a cuerpo. Ambos realizan avistajes en el Golfo de San Matías y aseguran que las aguas se están poblando mucho gracias a las leyes y campañas de protección.

Sandro Acosta fija su mirada en el mar. Sus recuerdos se zambullen, navegan. Son estas mismas aguas las que, 30 años atrás, fueron testigos de su inicio en el buceo. Cuando era buzo científico y tuvo el primer encontronazo con una ballena. Dice que a partir de allí el Golfo San Matías comenzó a repoblarse de esa especie y él cambió de ocupación. Pasó a ofrecer paseos náuticos recreativos. Hoy, como capitán de su propia embarcación, es el que conduce a locales y a turistas a vivir avistajes tan mágicos como aquel que le cambió la vida.

“Cada vez que tenés un avistaje en el mar ves algo oscuro, y la imagen toma forma y se aclara a medida que se te acerca. La primera vez que me crucé con una ballena fue alucinante. No lo olvidé jamás.Estaba en una playa cercana, tomando fotografías sub-acuáticas para un científico que estaba haciendo un trabajo. La tuve a un metro de distancia. Se acercaba y parecía que se me iba a venir encima un submarino”, recuerda Sandro.

Para los prestadores de avistajes no cabe duda que los avistados son los humanos.

El hombre se entusiasma con el relato y jura que ellas son las que manejan la situación. “Me fue rodeando. Dio una vuelta completa a mi alrededor. Mirándome de costado. En el mar, obvio que el avistado sos vos. Así lo sentís. Me quedé quieto, ahí, mientras la ballena me rodeaba. Cuándo pasaba la cola se creaba una corriente a mi alrededor, el agua parecía como electrizada”.

Ese fue su primer encuentro cercano con un cetáceo. Por entonces no eran muchos los que se veían. Y, aunque a él le tocó un animal receptivo, solían tener un comportamiento más esquivo que los que ahora visitan la zona.

“Vivo en el mar y puedo dar fe de cómo este Golfo se fue repoblando. Las leyes que ahora protegen la especie sirvieron de mucho. Están volviendo a las zonas que una vez habitaron. Es más, años después de aquel primer contacto, en 2015, cuando ya se realizaban los paseos de avistaje embarcado, llegamos a tener hasta 8 ballenas alrededor de la embarcación” describe.

Su experiencia como capitán de “Atlántico Avistajes”, conduciendo el semirrígido con el que lleva al público a descubrir especies, está plagada de momentos emotivos.

“La gente queda muy contenta. Hay personas que vienen desde el Norte del país, y nunca vieron el mar. He visto cómo se les caen las lágrimas de la emoción a los que no sólo descubren por primera vez a las ballenas, sino que también estrenan el asombro de ver la inmensidad del mar”, relata Sandro.

La misma evaluación exitosa de la actividad de avistaje, que va por su temporada número 8, realiza Agustín Sánchez, que es buzo y capitanea la embarcación de su propia empresa de actividades náuticas y recreativas, “Rupestre Experiencia Patagónica”, con sede en el Puerto San Antonio Este.
“Se disfruta mucho la actividad. Es personalizada, con pocos pasajeros, tiene su identidad el avistaje que realizamos en el Golfo”, dice Agustín.

Algunos prestadores ofrecen salidas personalizadas, con pocos pasajeros

Él, como buzo, también tuvo múltiples experiencias con ballenas. La primera cuando era marisquero. “Tuve, junto al buzo que me acompañaba, que suspender la salida porque la ballena nos seguía, rodeándonos, y aunque tenía una actitud receptiva hubiera podido enredarse con las artes de pesca si no hubiéramos levantado todo”.

En esa oportunidad estaba recolectando vieyras bien pegado al lecho marino. Y, literalmente, sintió que todo se oscurecía a su alrededor. “Es que la ballena se puso arriba mío. Me cubrió la luz, porque son animales enormes. Primero me quedé quieto y después empecé a subir. Ya arriba, como seguía mirándonos y navegando cerquita , optamos por levantar todo para evitar que se enredara y lastimara. Pero fue hermoso tenerla cerca” detalla el prestador.

Sin embargo, el encuentro más curioso de los que recuerda se dio con una ballena jorobada. Esos cetáceos blancos no son habituales en la zona, donde predomina la llegada de las ballenas francas.

“Esa especie suele ser más evasiva. Pero en esa oportunidad fue diferente. Incluso pude filmarla. Fue un encuentro único” rememora Sánchez.

La ballena jorobada no es muy frecuente de ver, pero uno de ellos la encontró.

Avistar fauna en el Golfo San Matías

Para ver delfines, lobos marinos, pingüinos y el resto de la fauna que habita la zona lo ideal es embarcarse. Hay avistajes costeros, pero no permiten vivir una experiencia como la de los paseos embarcados, que posibilitan tener a los animales más cerca.

La temporada de avistaje embarcado de ballenas se extenderá hasta el 12 de octubre. Después los paseos seguirán.

Precio

2000
es el costo de la experiencia embarcada para los adultos y $1500 abonan los menores, a partir de 4 años. Existen bonificaciones por grupos.

Los puntos de salida son dos: la tercera bajada de Las Grutas y el Puerto San Antonio Este, ubicado a 65 km del balneario por ruta 3.Ocho pasajeros, el guía y el capitán conforman la tripulación, que no supera las 10 personas. Por eso la experiencia es personalizada.

Cuatro prestadores ofrecen las navegaciones, que se realizan en semirrígidos y duran alrededor de dos horas.

Cualquier duda consultar la página web de la Secretaría de Turismo, que es www.lasgrutasturismo.gob.ar.


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