Estado y gobierno
Por motivos que podrían calificarse de ideológicos, a los peronistas siempre les ha costado entender que debería haber una diferencia entre el Estado por un lado y el gobierno de turno por el otro, ya que en las etapas iniciales el movimiento que integran era indisimuladamente autoritario, pero hasta hace relativamente poco pareció que la mayoría se había resignado a respetarla. Así y todo, algunos militantes, encabezados por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, se resisten a dejarse impresionar por lo que toman por una imposición “liberal” reñida con sus propias preferencias. Para disgusto de sus adversarios, la presidenta no ha vacilado en aprovechar al máximo los recursos del Estado para fines electoralistas. Una y otra vez, ha echado mano a la cadena nacional de radio y televisión para hacer campaña a favor no sólo del candidato presidencial del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, sino también de su propio hijo Máximo Kirchner y otros miembros de su familia. Con el pretexto de abrir, o reabrir, una fábrica, declarar asfaltado definitivamente un camino o celebrar una efeméride patria injustamente olvidada, Cristina se apodera de la pantalla para suministrarles a los candidatos oficialistas más publicidad que, para ellos y el Frente para la Victoria, es gratuita, ya que les corresponde a los contribuyentes pagar todos los costos. Aunque muchos han protestado contra el abuso de poder así supuesto, señalando que la ley lo prohíbe, el país se ha acostumbrado a que en sus campañas proselitistas los gobernantes hagan uso de bienes públicos. Si bien nadie puede competir con Cristina en dicho terreno, el jefe del gobierno porteño Mauricio Macri suele permitirse caer en la tentación de sacar provecho de su manejo de recursos estatales. Con todo, mientras que las posibilidades de Macri en tal sentido se ven limitadas a la Capital Federal, Cristina dispone de todo el territorio nacional, sin excluir el feudo del líder de Pro, de suerte que, en comparación, las violaciones del espíritu de la ley por parte del porteño son menores. Asimismo, Macri ha criticado tanto los esfuerzos kirchneristas por crear un gran aparato propagandístico a base de medios públicos, suplementados por los aportes de empresarios mediáticos amigos, que sería poco probable que, si lograra mudarse a la Casa Rosada, intentara replicarlo. Al fin y al cabo, de triunfar en las elecciones presidenciales, mostraría que el gasto publicitario enorme del gobierno kirchnerista no le sirvió para mantenerse en el poder. Desde el punto de vista de una presidenta como Cristina que, según parece, cree que en última instancia lo que más importa es “el relato”, procurar monopolizar las comunicaciones estatales e invertir, con fondos públicos, en un imperio periodístico formalmente privado es sin duda muy lógico. En los años setenta del siglo pasado, los precursores de los kirchneristas suponían que el mandatario chino Mao tenía razón al dictaminar que el poder nace de la boca de un fusil, pero en las décadas siguientes decidieron acortar el aforismo para depender sólo de la boca presidencial. La verdad es que no les ha ido mal. Conforme a las viejas reglas políticas, una tasa de inflación altísima, una recesión prolongada y el aumento de la pobreza deberían haber resultado más que suficientes como para desacreditar al movimiento responsable, pero a juzgar por las encuestas de opinión su incidencia ha sido virtualmente nula. Puede que la capacidad notable del gobierno para minimizar el impacto negativo de la realidad en el ánimo popular no se haya debido a las dotes retóricas de la presidenta, pero sería comprensible que ella misma las creyera fundamentales, de ahí su voluntad de continuar pronunciando discursos proselitistas por la cadena nacional sin preocuparse en absoluto por los detalles legales. Al fin y al cabo, aun cuando a esta altura pocos le presten mucha atención, al actuar como si a su juicio careciera de importancia la proximidad del traspaso de las insignias presidenciales a otras manos, sigue disfrutando de mucho más poder de lo que sería el caso si, luego de reconciliarse con la idea de que su sucesor fuera Scioli, Macri, u otro candidato no kirchnerista, hubiera optado por desempeñar un papel meramente protocolar, como suelen hacer los “patos rengos” en otras partes del mundo democrático.
Fundado el 1º de mayo de 1912 por Fernando Emilio Rajneri Registro de la Propiedad Intelectual Nº 5.196.592 Director: Julio Rajneri Editor responsable: Guillermo Berto Es una publicación propiedad de Editorial Río Negro SA Miércoles 29 de julio de 2015
Comentarios