Franz Liszt, un apasionado de la vida y de la música

El mundo recuerda este año al pianista y compositor húngaro Franz Liszt, llamado a satisfacer las demandas de su auditorio. Creó una música dirigida a la humanidad entera, para lo cual agrandó las posibilidades sonoras del piano.

El mundo musical celebrará este año el bicentenario del nacimiento de Franz Liszt, quien logró ampliar las fronteras del virtuosismo pianístico, tanto en el aspecto estrictamente técnico, como en el que se refiere a la función de la creación sonora dentro de la sociedad.

Nació el 22 de octubre de 1811 en la aldea de Raiding (Hungría), donde su padre, Adam, trabajaba como administrador de una hacienda, propiedad de la acaudalada y poderosa familia Esterházy.

Podemos afirmar que con Liszt comienza el músico a independizarse de las ataduras y a no depender de los antojos, generalmente de nobles o dignatarios de la iglesia, a las que habían estado sujetos sus colegas durante siglos. Una nueva concepción del “mercado musical” aparece con la burguesía europea a partir de 1800. El nuevo concepto del mundo laboral es aprovechado por su genio para hacer una carrera brillante, como habrían deseado y augurado sus antecesores Bach, Mozart o Beethoven.

Se convirtió en el favorito de la sociedad europea, y famosas también fueron sus aventuras amorosas. Pasó de una agitada vida social en palacios y los salones más suntuosos a recluirse

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Juan C. Tarifa

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en un monasterio religioso en Italia.

Una de sus hijas, Cósima Liszt, se casó en segundas nupcias con Richard Wagner. Justamente, al asistir en Bayreuth en 1881 al famoso festival organizado por su hija, murió el 31 de julio en esa ciudad alemana a los 74 años.

Maestro del piano

Liszt estaba llamado a satisfacer las demandas de su auditorio. Sólo que él dominaba a los oyentes, no sólo con un virtuosismo lleno de seguridad, ágil y suelto, sino que lo hacía además con una nobleza temperamental inconfundible. Contó además con un poder único de irradiación, que según refieren los testigos contemporáneos, filas enteras de oyentes lloraban cuando tocaba al piano pasajes emotivos, o se ponían de pie, llenos de espanto, cuando hacía trepidar el piano al soplo de su violencia dramática.

Su padre, Adam, visualizó su espíritu virtuoso y lo preparó en Viena con los mejores maestros de la época: Antonio Salieri y Karl Czerny, entre otros.

Desde los nueve años ofreció conciertos triunfales, primero con obras de Bach, Beethoven, Mozart, Schubert y posteriormente con las propias, en exitosas giras por las capitales de Europa.

Si durante muchos años se vio “deslumbrantes” a sus páginas pianísticas, sólo preparadas para lucir el virtuosismo del ejecutante; la posteridad revisó sus juicios, a punto de reconocer el valor trascendente de sus innovaciones para el instrumento.

“Lisztmanía”

Sin pretender extrapolar el actual periodismo de chimentos a mediados del siglo XIX, lo que generaron en su época las aventuras amorosas de Liszt, y las historias que replicaban, habrían superado los 70 puntos de ráting de cualquier programación.

Su figura delgada y espigada, romántica, con ojos verdes y su afición a vestir de negro, le dieron fama de irresistible, al tiempo que creaba, una especie de “Lisztmanía”. A ello ayudó seguramente su amplia cultura y su capacidad intelectual, que le permitía hablar a la perfección alemán, húngaro, francés, italiano e inglés.

Luego de tener varias convivencias, en 1830, y ya ubicado como centro de un exclusivo círculo de personajes célebres, conoce en París a la condesa Marie d’Agoult, con quien se instala en 1835 en Suiza en donde escribe varias composiciones que eran esperadas por el público.

Se contaba que las damas ricas y nobles rivalizaban por sus atenciones. Con la condesa d’Agoult tuvo dos hijas (Blandina Rachel y Cósima Francesca Gaetana, que llegaría a ser la esposa de Hans von Bülow primero y luego de Richard Wagner) y un hijo (Daniel). En 1848 fe nombrado director musical del Gran Duque de Weimar (Alemania), donde vivió durante 13 años, 12 de los cuales con la princesa Carolyne Sayn-Wittgenstein, quien al igual que la condesa, abandonó a su marido para huir con él.

Religioso

La década de 1860 fue un período de grandes catástrofes en la vida privada del compositor. El 13 de diciembre de 1859 su hijo Daniel había fallecido y el 11 de septiembre de 1862 su hija Blandina también murió. En cartas posteriores a sus amigos anunciaba que se retiraría a una vida solitaria. La encontró en el monasterio de Madonna del Rosario, a las afueras de Roma, donde estableció su residencia en un pequeño y espartano apartamento el 20 de junio de 1863.

El 25 de abril de 1865, recibió la tonsura de manos del Cardenal Hohenlohe, por lo que en ocasiones fue llamado Abbé (padre) Liszt. Recibió las cuatro órdenes menores el 31 de julio del mismo año: ostiario, lector, exorcista y acólito. El título de abbé es el equivalente en francés de “padre” y recuerda a un título de cortesía del siglo XVIII, con el que se denominaba con frecuencia a los hombres que habían recibido las órdenes menores; Liszt nunca fue ordenado un sacerdote.


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