Fraternal

Juan Román y el “Virrey” se reencontraron. Esta vez con camisetas diferentes.

Un par de minutos antes de que el balón comenzara a desandar el camino de los 90 minutos, todo los “ojos” -humanos y mecánicos- que habían en el estadio del Atlético de Madrid descansaron en un abrazo entrañable, con mucho de nostalgia, de recuerdos dulces e imborrables. El “8” del Villarreal hizo algunos metros trote lento, con los labios garabateando una imborrable y sincera sonrisa. El calvo DT lo esperó, expectante, con los brazos abiertos y tensos, como un padre que aguarda por un hijo que abandonó el hogar hace muchos años. Así lo esperó y cobijó con un abrazo, que fue efímero pero interminable, al menos para los protagonistas. Carlos Bianchi se volvía a encontrar con uno de sus “retoños” adoptivos. Ambos estaban felices, y no lo escondieron, dejándolo en evidencia desde lo gestual, y en eso que se susurraron al oído. Felices, como al “Toti” Veglio, un apéndice del Virrey, invitado a esta celebración íntima televisada para millones y vivenciada por miles de “colchoneros”. La excusa fue el partido que disputaron y empataron 1 a 1 -por la décima fecha de la Liga de las Estrellas- el Atlético de Carlitos y el Villarreal de Juan Román. También estuvieron el “Vasco” Arruabarrena y Amaranto Pereda, dos ex dirigidos por el “Virrey”. Pero no, ellos fueron de actores de reparto en un film con dos protagonistas excluyentes, aunque una vez que comenzó a rodar el balón los papeles principales fueron de otros -que también se lo intercalaron-. El partido se podría haber jugado en cualquier cancha argentina que hubiese pasado desapercibido el “error”. Sino, lea: Leo Franco, Maxi Rodríguez -más Ibagaza y Luciano Galetti en el banco-, Arruabarrena, Juampi Sorín, Riquelme, Gonzalo Rodríguez, y el ingresado Mariano Barbosa. Fue casi todo del Atlético, porque lo buscó, y porque jugó con un hombre más durante 75 minutos, cuando Rodríguez lo castigó con dureza al “Niño” Torres y se fue a las duchas roja directa mediante. A esa altura, los muchachos de Manuel Pellegrini perdían por la mínima diferencia -a los 6, Zahinos- y eran una veleta que giraba sin destino ni conductor. Bianchi, como queriéndolo cuidar, no le mandó ningún “vigía” a Riquelme, y esta vez el enganche no lo supo aprovechar. Pero los “colchoneros” se descuidaron en el último minutos del descuento -93 de segundo-, y Román tomó un balón fuera del área, frotó la lámpara, se la puso en la cabeza a Diego Forlán, que se llenó la boca de gol. Fue 1-1, pero no fue lo importante de la historia.

LA FRASE Riquelme no tuvo ninguna marca especial ante el Atlético de Madrid. Claro, Carlitos Bianchi decidió “cuidar” a su hijo dilecto.

Riquelme no tuvo ninguna marca especial ante el Atlético de Madrid. Claro, Carlitos Bianchi decidió “cuidar” a su hijo dilecto.


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