Groenlandia, inesperado centro de la política internacional

Frankie Taggart/ Agencias AFP y AP


La propuesta de Trump de comprar ese territorio desencadenó una crisis diplomática con Dinamarca, aunque no es la primera vez. Porqué este vasto territorio helado es considerado clave en la geopolítica moderna.


Varias casas iluminadas por la puesta de sol en Tasiilaq, Greenland. (AP/Felipe Dana)

Intensificando una discusión internacional, el presidente Donald Trump canceló el miércoles su viaje a Dinamarca porque la primera ministra hizo una declaración “desagradable” cuando rechazó su idea de comprar Groenlandia diciendo que era una propuesta absurda.

“No se le habla así a Estados Unidos, al menos bajo mi mando”, dijo Trump a reporteros en Washington. La primera ministra danesa Mette Frederiksen calificó todo el asunto de “una discusión absurda” y que ella estaba “decepcionada y sorprendida” de que Trump hubiera cancelado su visita por el asunto.

Groenlandia es un territorio semiautónomo de Dinamarca, un país aliado de Estados Unidos.

El revuelo político por la isla más grande del mundo deriva de su ubicación estratégica en el Ártico.


Es un inmenso territorio a primera vista poco atractivo, pero sus recursos y ubicación geográfica lo hacen clave para las potencias (China, Rusia y EE.UU.) que quieren tener presencia en el Ártico.


El cambio climático está haciendo que Groenlandia sea más accesible a posibles recursos minerales y crudo que se podrían hallar.

Rusia, China, Estados Unidos, Canadá y otros países están tratando de reforzar su presencia en las tierras del Ártico, con la esperanza de obtener riquezas en el futuro.

La cancelación dejó estupefactos a los daneses y tomó por “sorpresa” al palacio real danés, que había invitado formalmente a Trump.

“La realidad trasciende la ficción”, este “hombre es imprevisible”, declaró en un tuit Martin Østergaard, dirigente de la izquierda radical que forma parte de la mayoría parlamentaria.

“Sin ninguna razón, Trump considera que una parte (autónoma) de nuestro país está en venta. Luego anula de manera insultante una visita que todos estaban preparando. ¿Hay parte de Estados Unidos en venta? ¿Alaska?”, reaccionó indignado en Twitter el dirigente conservador Rasmus Jarlov. “Por favor, más respeto”, añadió.

El anuncio se produce en vísperas de que el presidente estadounidense viaje a Francia para participar en la cumbre del G7 en Biarritz del 24 al 26 de agosto.

Hace unos días, The Wall Street Journal reveló que Trump había comentado su interés en que Estados Unidos comprara Groenlandia, una región de Dinamarca, cuya mayor parte está cubierta de hielo, con 55.000 habitantes y con un gobierno autónomo.

El domingo, Trump confirmó su interés, pero dijo que esta operación, que calificó de “gran negocio inmobiliario”, no era una de las prioridades de su administración.

“Es algo de lo que hablamos”, dijo Trump a los periodistas, aclarando que “no era para nada” el motivo del viaje anulado a Dinamarca.

La ambición de Trump no cayó bien en el gobierno local de Groenlandia.

El Ministerio de Exteriores insistió en que está dispuesto a hacer negocios, pero Groenlandia no está en venta.

“Groenlandia es rico en recursos valiosos como minerales, el agua y el hielo más puros, reservas de pescado, mariscos, energía renovable, y es una nueva frontera para el turismo de aventura”, tuiteó. “Estamos abiertos a los negocios, no en venta”, señaló.

Groenlandia es un inmenso territorio a primera vista poco atractivo, pero sus recursos naturales y la situación geográfica lo convierten en una cuestión importante frente a Rusia y China en el Ártico.

Groenlandia, ”Tierra Verde” en danés, solo tiene de vegetal el nombre, puesto que el 85% de la superficie de la isla de dos millones de km² (equivalente a la superficie de México) está cubierta de hielo.

Fue una colonia danesa hasta 1953, año en que se unió al Reino de Dinamarca, que consta de tres comunidades (Dinamarca, Islas Feroe y Groenlandia). En 1979, Groenlandia accedió al estatuto de “territorio autónomo”.

Los 55.000 habitantes, de los cuales 17.000 viven en Nuuk, la capital, son en su mayoría inuits (esquimales), originalmente provenientes de Asia central.

Según la Organización Meteorológica Mundial, el nivel de los océanos continúa aumentando una media de aproximadamente 3,3 mm por año, y este fenómeno parece estar acelerándose: lo ha hecho del 25 al 30% más rápido entre 2004 y 2015 en comparación con el periodo 1993-2004.

El derretimiento del casquete glaciar de Groenlandia representa el 25% de este aumento, contra apenas el 5% hace 20 años, y es probable que aumente a medida que se fundan los glaciares y calotas (capas) de hielo.

Si desapareciera por completo, el hielo derretido de este territorio elevaría el nivel de los océanos en siete metros.

Si bien Groenlandia exporta pescado, son sobre todo sus entrañas las que atraen el interés de las grandes potencias extranjeras: el subsuelo de Groenlandia contiene minerales y piedras preciosas (oro, rubíes, uranio, olivino-roca ígnea) e importantes reservas de crudo y gas.

Pekín cuenta con una licencia para explotar una mina de tierras raras. El derretimiento de los glaciares además provoca la formación de una especie de harina de roca, muy rica en minerales, que puede utilizarse como fertilizante en suelos agotados o áridos.

Al finalizar la Guerra Fría, Washington abandonó el Ártico, pero esta situación cambió con las nuevas pretensiones chinas y el intervencionismo ruso más allá de sus fronteras.

China ha desarrollado una presencia que por ahora tiene un carácter sobre todo económico y científico. Teje su red para obtener mercados y, eventualmente, beneficiarse de la ruta del Norte, que acorta la distancia entre los océanos Pacífico y Atlántico.

En cuanto a Rusia, espera convertirse en la primera potencia económica y militar en el Ártico, también aprovechando la ruta del Norte y la apertura del pasaje del Noreste, lo que simplificaría el suministro de hidrocarburos al sudeste asiático.

Codiciada desde antaño

Pero, además, esta no es la primera vez que Estados Unidos intenta poner sus manos en Groenlandia. Ya en 1867, el Departamento de Estado había expresado su interés. Después, finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1946, el presidente Harry S. Truman ofreció por la enorme isla 100 millones de dólares de la época . Fue en vano.

En cambio, los estadounidenses sí lograron instalar su base aérea de Thulé en el extremo noroeste de Groenlandia.

Y Dinamarca sí le vendió a EE. UU. en 1916 por 25 millones de dólares las Indias Occidentales danesas, en las Antillas, convertidas en Islas Vírgenes de EE. UU.

Hay una continuación de la larga tradición estadounidense de expandir sus fronteras comprando tierras de otros países.

Desde principios del siglo XIX, Washington compró territorio de Rusia (Alaska), España (Filipinas Y Florida), Francia (Louisiana) y Dinamarca (Islas Vírgenes).


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