Gutiérrez: Último Primer Día

Cómo vivió Omar Gutiérrez las horas previas a conocer el resultado de la elección. El acto con la militancia en la Casa de Gobierno. Sus planes para el futuro. ¿Qué derechos brinda ser el dueño de los votos?

Los festejos del domingo a la noche frente a la Gobernación. Nuevas generaciones. (Foto: Florencia Salto)

Domingo 10 de marzo, 11 de la noche. Omar Gutiérrez recorre de punta a punta el escenario instalado en la esquina de la Gobernación. Gesticula, alza la voz, arenga a la militancia: acaba de ser reelecto incluso con más votos que hace cuatro años. Está en la cúspide de su carrera política. Pero es también su Último Primer Día. Por el sistema electoral neuquino, que no permite la reelección indefinida, en simultáneo comienza lento e inexorable su descenso de la cumbre del poder. El hombre que llegó como promesa del recambio generacional tiene el desafío de tomar la posta y seguir reinventando la maquinaria electoral formidable y hasta ahora imbatible que es el Movimiento Popular Neuquino.

Apenas horas antes, durante el magnífico atardecer del domingo, Gutiérrez no estaba seguro de su triunfo. Pese al despliegue territorial inmenso e intenso como sólo puede hacerlo el partido provincial, y a que el 45 por ciento de los vecinos visitados le había prometido su voto, sentía que estaba frente al desafío más grande de su vida y temía fallar. “Terminamos en las estrellas o estrellados”, dramatizó ante su esposa.

Cuando le acercaron los resultados y le dijeron que la tendencia era irreversible, que sí, que había ganado con amplitud, rompió en llanto como un chico.

Lo reveló en la conferencia de prensa, donde estuvo a punto de lagrimear, y lo confirmaron sus colaboradores más cercanos. “Había voces internas que apostaban a una derrota. Él se jugaba 60 años de historia”, cuenta alguien que siguió de cerca la campaña.

Las operaciones cruzadas de partidos políticos y medios nacionales se metieron fuerte en los días previos a la elección pero no llegaron a tener peso suficiente en el electorado provincial. Gutiérrez bien podría gritar que le ganó a Macri y a Cristina, pero no es su estilo ni el del MPN, que sabe manejar las tensiones con los grandes partidos nacionales. Antes bien, en el encendido discurso que pronuncia afuera de Casa de Gobierno habla mucho de la neuquinidad y de los que quieren quedarse con los recursos de la provincia. El semáforo de la esquina parece que sólo marca la luz verde.

“El que no salta es un Ramón” y “Es para Pechi que lo mira por TV”, brama la barra al pie del palco. La fuente que siguió de cerca la campaña traduce: “el encono con Pechi Quiroga es por la intendencia, pero nunca fue el rival a vencer, sabíamos que se caía. La preocupación era Rioseco. Por eso nuestro discurso fue: en esta elección se pone en juego el federalismo, los recursos de Neuquén que se quieren llevar los de afuera. En octubre votá a quien quieras para presidente”.

El discurso termina, se canta a todo pulmón el himno de la provincia. Gutiérrez baja del palco, todos quieren tocarlo, abrazarlo, sacarse una selfie.

¿Es su Último Primer Día? ¿Es a partir de ahora un pato rengo? Por lo pronto, prometió trabajar en la campaña para recuperar la intendencia de Neuquén. Y pensando a futuro, con el colchón de votos sobre el que está parado, puede invocar el derecho de elegir a los candidatos a legisladores nacionales dentro de dos años, y hasta a su sucesor dentro de cuatro años.

Omar Gutiérrez posiblemente piense que los votos son suyos, que ya no es una apuesta de Jorge Sapag que salió bien. Y que es hora que la máquina renueve sus engranajes.


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