Guzmán puso en claro su plan frente a los empresarios

El salario real es una prioridad autoimpuesta por el gobierno. Para tener éxito, los datos imponen la necesidad de una discusión paritaria en el segundo semestre.

Cónclave. El Ministro Guzmán disertó frente a los empresarios, y desarrolló los lineamientos de su plan económico.

“Si remarcamos precios en base a expectativas, vamos a tener un equilibrio de precios alto”. Fue a media semana, horas antes de la publicación del dato de inflación del mes de mayo. Las palabras en boca del Ministro de Economía Martín Guzmán, tuvieron un destinatario preciso. Frente suyo estaban sentados los más altos representantes del “círculo rojo” empresario de la Argentina.
El conductor de la política económica fue el orador principal en un evento organizado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP). Sentado a su lado, se encontraba el flamante conductor de la Unión Industrial Argentina (UIA), de quien se conoce su mirada crítica respecto al rumbo elegido por el gobierno nacional.
Mirándolos a los ojos a los empresarios y dirigiéndose a ellos en primera persona, el Ministro realizó una serie de definiciones muy precisas en relación a su concepción de los desequilibrios macroeconómicos que desde hace tiempo atraviesa el país, y los arengó a ser parte de la recuperación. “La inflación es un fenómeno multi causal decimos que no va a ningún lado atacarla solo con política monetaria. Hay que tener un enfoque integral que ataque la situación cambiaria, fiscal y monetaria. Hay un trabajo colectivo de coordinación en una economía que transitó una economía inflacionaria y tiene problemas de anclas en las expectativas y la formación de precios asociados a esas expectativas”, sentenció. “Es necesaria la cooperación de todos los agentes de la economía, incluyéndolos a ustedes”, señaló en otro pasaje.

Salario real. La variable objetivo que se autoimpuso el gobierno para 2021.


Los empresarios presentes respondieron con un pedido: “cuidennos”. Los hombres de negocio interpelaron al Ministro y reclamaron mayor previsibilidad y seguridad al momento de aventurarse a invertir.
Los datos publicados esta misma semana por el Indec en relación a la dinámica de la industria, ponen el marco ideal al intercambio entre los representantes de la actividad privada y el conductor de la política económica, con una certeza: la actividad comienza a recuperarse. Habiendo transcurrido el primer semestre del año, la construcción, el comercio y la industria, tres de los pilares del empleo registrado, muestran tendencia positiva.
En el caso de la industria, el dato esta semana es que el uso de la capacidad instalada llega al 63,5%. Es difícil comparar el dato con el registro de 2020, debido al parate que sufrió la actividad en el segundo trimestre del año pasado. No obstante, en la comparación con el registro de abril de 2019, resulta que el uso de la capacidad instalada este año es un 1,9% más alto. La traducción es que la actividad industrial trabaja hoy (cuando la pandemia aún no termina) a un nivel mayor al del año previo a la pandemia, cuando la orientación de la política económica era mucho más afín a la mirada de los hombres de negocio que escucharon esta semana las palabras de Guzmán.
Como matiz, el informe oficial señala que hay sectores como minería, petróleo y química trabajando por encima del 70% de su capacidad, y otros como el automotriz, que supieron ser nave insignia de la industria y hoy trabajan menos que a “media máquina”, con una utilización del 39% de su capacidad operativa.

Muchas veces se ha señalado la ausencia de un plan económico claro de parte de la gestión de Alberto Fernández. Las contradicciones internas en el espacio político oficialista en relación al rumbo económico, condimentaron una y otra vez esa crítica.
Sin embargo, las definiciones de Guzmán frente a los empresarios revelan que tiene una concepción clara y precisa del abordaje con el que espera resolver los desequilibrios. Los tres ejes de esa mirada podrían resumirse en la inflación como un fenómeno multi causal, el incentivo a la demanda agregada como el motor para la reactivación económica, y la necesidad de un estado presente en relación a la matriz productiva y la reparación de la desigualdad.
En relación a lo primero, Es evidente que el gobierno descree de la emisión monetaria como el único motivo de la inflación. No niega el efecto de la emisión excesiva, pero reconoce a la vez en el peso relativo de los grandes formadores de precios, en la puja distributiva, en la carrera por los costos, y en la formación de expectativas (en muchos casos especulativas), otros motores que dinamizan el alza de precios.
Respecto a lo segundo, la concepción oficial reniega de los incentivos a la oferta como el disparador de la reactivación. El Ministro les reprochó a los empresarios su apoyo a las políticas pro mercado del gobierno anterior. “La generación de incentivos que expande la oferta resultó en un debilitamiento del Estado y de la macroeconomía, e incertidumbre, que finalmente debilitaron al sector privado. Con nosotros la industria está presente, con el gobierno anterior se achicó”, les espetó desde el escenario. Los datos en el uso de la capacidad instalada, respaldan sus dichos.

”Una condición necesaria para que el crecimiento sea sostenido es que el salario real tiene que crecer”

Ministro de Economía Martín Guzmán


En cuanto a lo tercero, el Ministro expresó: “Consideramos que el Estado tiene un rol no solamente en la estabilidad macro, sino en generar condiciones propicias para el desarrollo de la actividad privada”. Si lo que esperaban los empresarios era un guiño respecto a una posible reducción en la presión tributaria, regresaron del encuentro con la confirmación de que no habrá nada parecido a una reducción de impuestos. “Si la idea es un país de impuestos bajos y gasto bajo, esa no es nuestra idea. El Gobierno anterior achicó el tamaño del Estado y bajó impuestos pensando que eso iba a generar un sendero de crecimiento económico, y eso no pasó ni pasa nunca”, les aseguró el Ministro.
Las tres definiciones marcan claramente el rumbo que el establishment y los especialistas reclamaban hace tiempo.
Si ese rumbo es bienvenido o no, eso pertenece a un debate distinto, más propio de la arena política (y electoral), que al ámbito de la gestión económica.

La intención con la que Alberto Fernández arribó al poder en diciembre de 2019, era la de recomponer la ecuación financiera resolviendo el conflicto con los bonistas, iniciar un camino de inflación a la baja, generar una recuperación paulatina del poder adquisitivo, lograr que el consumo vuelva a robustecerse, y emprender una senda de reactivación con impulso a la demanda. La pandemia, echó por tierra todos los planes.
Mucho de lo que no se pudo en 2020, comienza a apreciarse en la agenda de gestión de 2021. Lentamente, la actividad se recupera. No obstante, sigue siendo materia pendiente el capítulo precios. Y de él, se desprenden una serie de consecuencias que ponen en riesgo los demás objetivos de política económica, por más buenas intenciones que existan.


El dato de la inflación publicado esta semana puede otorgar fundamentos tanto al gobierno como a sus detractores.
El vaso medio lleno implica que tal como anticipara Guzmán a fines de febrero, la inflación lentamente comienza a mostrar tendencia a la baja. Al registro de 4,8% en marzo, le siguió el 4,1% en abril, y el 3,3% en mayo.
El vaso medio vacío, es que la misma estadística señala que la inflación anual acumulada en los últimos doce meses era del 42,6% en marzo, del 46,3% en abril, y del 48,8% en mayo. Sucede que los meses que “salen de la medición”, son los meses de la cuarentena dura en 2020, los cuales registraron baja inflación (1,5% en abril y mayo del año pasado), y los meses que “ingresan a la medición”, son registros altos. Significa que más allá de la senda a la baja en los registros mensuales, la inflación anual acumulada marcha a paso firme a un 45%/50% a fin de año. Para evitar que eso suceda, sería necesario que el ratio mensual se reduzca drásticamente a un máximo del 2% mensual desde junio y hasta diciembre. Luce difícil por la inercia que traen los precios, la incertidumbre que aun genera la pandemia, y el escenario electoral que se avecina.
”Una condición necesaria para que el crecimiento sea sostenido es que el salario real tiene que crecer”, fue una más de las definiciones del Ministro en su cónclave con los empresarios. La relación entre precios y salarios que el propio Guzmán se autoimpone al tope de la lista de prioridades, servirá entonces como parámetro a la hora de cuantificar el éxito de la actual gestión.


En este sentido, los datos muestran que durante los últimos seis años, el salario solo creció por encima de los precios en 2015 y 2017 (ver infograma). No solo ello, sino que en 2018 y 2019, recibieron un furioso recorte que en el promedio llegó al 25% en el acumulado de ambos años, pero que en muchos sectores superó largamente el 30%. La foto muestra que en lo que va de 202, los salarios crecen al 20,4% (según el último dato del Ripte para el mes de abril), mientras que la inflación acumulada hasta el mes de mayo es del 21,1%.
A ello hay que agregar que solo los rubros con precios regulados muestran un crecimiento anual de precios inferior al promedio (servicios 26,3% y comunicación 20,1%). Otros rubros de alta incidencia en la canasta familiar, muestran aumentos anualizados muy superiores al promedio del índice de precios. Es el caso de las prendas de vestir (70%), transporte (60%), salud (50,5%) y alimentos (49,9%).
Así las cosas, el éxito de Guzmán depende de una recomposición extraordinaria del salario nominal en el segundo semestre.

Datos

20,4%
Lo que subió el salario nominal en lo que va de 2021, según el último dato del Ripte.
70%
El incremento de los precios de las prendas de vestir en los últimos doce meses. El transporte subió 60% y la salud un 50,5%.

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