Impulso para grandes emprendedores de la región

Los ganadores son de Cipolletti, San Antonio Oeste y Bariloche. Juguetes, productos elaborados de la pesca y nanotecnología son los rubros que destacaron.

Finalizó la cuarta edición del programa Emprendedores de Río Negro, que organiza la fundación Nobleza Obliga y Banco Patagonia. Fue una jornada con exposiciones, charlas y el momento que muchos esperaban: la entrega de tres cheques por $65 000 para los creadores de los proyectos más destacados. Los ganadores son de rubros disimiles, pero todos representan, además de un buen negocio, una idea innovadora y única. Ellos son de Cipolletti, San Antonio Oeste y Bariloche. Juguetes, productos elaborados de la pesca y nanotecnología son los rubros que destacaron.

Christian Freile es gerente regional del Banco Patagonia, y fue uno de los que más se involucró, codo a codo, con los cientos de emprendedores que formaron parte de esta edición. Para él se trata de “fortalecer y apoyar al espíritu emprendedor” para los más de 450 proyectos que recibieron. Fue una selección sumamente difícil, aseguró, y ni hablar de las sucesivas instancias de filtro, en las que muchos fueron quedando en el camino, pero con un gran aprendizaje. “Algunos son ricos en innovación, otros en impacto social, ambiental o económico, y tienen una cadena de valores, emplean gente, y la verdad se vuelve complejo elegir”, contó.

De esas 450 ideas, seleccionaron 20 de cada región: Cordillera por un lado, Valle Medio y Alto Valle por el otro, y la Zona Atlántica en la tercera franja. Luego, en la ante ultima instancia que se realizó en Cipolletti, quedaron tres por cada tramo y conformaron los nueve finalistas que ayer decantaron en los ganadores.

Paola Villanueva se volvió más que famosa, no solo en Cipolletti sino en toda la región. Todo fue casi una casualidad, pero hoy ya tiene una cadena de revendedores de su producto, las Masas Arcoiris. Resulta que el año pasado su hijo Manuel cumplió cuatro, y como souvenir para sus invitados, creó una masa para jugar en base a una receta estándar, y le agregó su toque personal. “Al día siguiente las madres de los compañeritos me empezaron a escribir para que les cuente como hacía la masa”. Ella empezó a tipear en su celular la receta para compartirla, pero su padre, que hoy es parte del emprendimiento, le preguntó: “¿y si la vendes?”. Al poco tiempo ella y su madre renunciaron a sus trabajos y, desde ese entonces no paran de crecer.

Creemos que vale más el trayecto del programa que el premio monetario, porque aprenden y se contactan”.

Christian Freile, gerente regional del Banco Patagonia.

Actualmente tiene una red para revender en Fernández Oro, Allen Roca, Villa Regina, Cinco Saltos, El Chañar, Plottier y Cutral Co, este ultimo es su “gran mercado”, adonde registra su mayor negocio. Por redes sociales se abren páginas en las redes sociales de revendedoras y ella personalmente se acerca cada dos semanas a entregar las masas.

Gerardo Feltaño es de San Antonio, y es la tercera generación de pescadores. Desde las enramadas, y con un padre que navegó más de 35 años, él terminó estudiando en la UNCO la tecnicatura en producción pesquera y maricultura. Su emprendimiento “Mar Patagónico” empezó un año después de la crisis de 2001. Encontraron una veta para crear productos únicos, con valor agregado y en base al envasado de mariscos, pulpos, mejillones, entre otros. Ya ampliaron su planta hace más de 10 años, y sin embargo les quedó chica.

No hace mucho obtuvieron su código de barra, suman maquinaria y siguen creciendo en lo que siempre fue un negocio familiar, que además genera empleo. Revenden en Choele Choel, Roca, VIlla Regina, Cipolletti y Neuquén.

Lucas Neñer es de Capital Federal pero en su adolescencia se mudó a Bariloche, adonde estudió Física en el Instituto Balseiro. Junto a Martín Sirena fundaron Mutech Microsystem, y se dedican a desarrollar proyectos, sistemas y equipos para la promoción de la ciencia, tecnología y educación. Se especializan en microfabricación y nanotecnología, y su producto son los equipos para crear matrices para microchips, acelerómetros, y y todo tipo de productos en miniatura.

La veta comercial es infinita, y ya lo contactaron con empresas multinacionales de Corea y del Reino Unido. Cada impresora cuesta cerca de 30 mil dólares, y su capacidad se acerca a 10 por año. Ellos tienen 26 y 27 años, y un futuro que es difícil de calcular, y que los podría poner en la órbita mundial como proveedores.


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