El Cipolletazo en la memoria de sus protagonistas

Hace 48 años, una llamada alertó sobre el intento de destitución del entonces intendente Julio Dante Salto. Miles de personas salieron a la calle desde el mediodía del 12 de septiembre de 1969, hasta el 17, cuando finalmente se nombró un interventor.

 

 

 

Una llamada telefónica minutos antes de las 13 cambió el enfoque del noticiero Telesíntesis que se trasmitía diariamente por canal 7 en la capital neuquina. El locutor y periodista Abraham Thomé tenía cerrada la producción mientras afinaba algunos detalles de su saco, como cada día, antes de salir al aire. Del otro lado de la línea, la voz el secretario municipal, Fernando Segovia, informaba con voz fuerte: “Vienen a destituir a Salto”. La fuente era confiable y los tiempos agitados de aquel septiembre de 1969 le daban credibilidad al mensaje.

El periodista no dudó, comenzó el noticiero, que se veía a lo largo y a lo ancho de valle rionegrino, con la novedad. “Buenas tardes, damos inicio a este informativo con una noticia urgente; en estos momentos un enviado especial del gobierno de Río Negro procede en la sede del municipio de Cipolletti a relevar de sus funciones al doctor Julio Dante Salto”.

El flash informativo que apenas duró más de un minuto caló hondo en la ciudadanía cipoleña. Miles de personas tomaron las calles espontáneamente y muchos de ellos se dirigieron a la Municipalidad donde estaba el intendente y su gabinete de trabajo. Las crónicas de la época hablaban de 5 mil personas en el casco urbano. Además de Canal 7, LU19 fue el otro medio que dio la noticia en tiempo real.

Así, se gestó el Cipolletazo, unas de las revueltas más importantes de la historia de la región. Comenzó al mediodía del 12 de septiembre y se extendió hasta el 17 cuando finalmente, tras un arregló, se puso un interventor. A 48 años de aquella jornada quedan en pie, con el recuerdo vivo, varios testigos y protagonistas principales de aquellos días que marcaron a fuego la identidad de la ciudad. Salto había ganado las elecciones en 1963 y contaba con el apoyo del expresidente Carlos Onganía cuando irrumpió con un gobierno de facto en el año 66. Sin embargo, el conflicto por el camino por Paso Córdoba hasta Bariloche, generó la disputa de poder entre las ciudades del Alto Valle y Roca. La pelea por esa ruta fue una de las razones principales por la cual se inició el proceso de intervención.

Abraham aún conserva su prolija forma de vestir y una lucidez envidiable. Traje impecable, zapatos brillantes y una voz de locución que todavía mantiene la vibra de aquellos años revueltos. “Esperá que lo tengo por acá”, dice mientras busca en una biblioteca hasta encontrar un cuaderno donde tiene los textos del boletín informativo. La tinta negra sobre una hoja oficio amarillenta, estropeada por el paso del tiempo, está intacta. Finalmente encuentra esa treintena de palabras y las recita con el mismo énfasis, 48 años después.

Un acontecimiento

“Yo seguí con el informativo, después fui a Cipolletti, porque yo vivía allá y salí también a la calle para saber qué pasaba. Fue impresionante, una revuelta como la del Cordobazo, todo el pueblo salió espontáneamente. Por suerte no hubo que lamentar víctimas”, rememora.

“Se presumía en los días previos que podía pasar, pero fue todo un acontecimiento. Salto era tipo muy pujante, trabajador, un tipo muy progresista para la época y todo el pueblo lo apoyaba”.

El primer día finalizó con un triunfo de la ciudadanía. Los interventores que venían de Viedma volaron literalmente por la ventana de la oficina del comisionado. En horas de la tarde un comunicado suspendía “provisoriamente” la destitución de Salto. El júbilo de los cipoleños quedó inmortalizado en varias fotos; Salto al hombro de algunos hombres, recorrieron las calles para festejar el triunfo parcial. Durante los días que prosiguieron aumentó la conflictividad y la represión contra una población desarmada y mayormente pacífica. Finalmente el 17 de septiembre Salto firmó y la intendencia quedó en poder de Alfredo Chertudi, quien fue nombrado por el propio Salto.

El hombre de la gorra roja

Blas Buono medía aproximadamente un metro sesenta y su gorra roja resaltaba entre la muchedumbre. Escuchó en la radio lo que estaba sucediendo y se fue al edificio municipal, estaba muy cerca porque tenía un negocio a pocas cuadras de allí. Los testigos cuentan que bajó la puerta de una patada y fue uno de los que tiró por la ventana a uno de los hombres de la comitiva. “Era petiso pero bravo”, recuerda con nostalgia su hija, Adriana Buono. Ella tenía apenas 9 años pero conserva algunos detalles de aquella jornada. “Yo recuerdo que no íbamos a la escuela. Cuando volví a la escuela un compañero vociferó que mi padre había estado preso. Eso fue muy traumático para mí, pero con el tiempo pasó a ser un orgullo”. Buono tenía gran aprecio por Salto. Néstor García, único concejal en vida de aquel entonces, recuerda que recibía muchas amenazas y temía por su familia. “Era difícil, sobre todo porque se metían con la familia y eso era desesperante. A mis hijos se los llevaron a Copahue y a mí mujer la cuidaban los vecinos porque no se quería ir”, recuerda.

El boletín de Telesíntesis no salió al aire el 16 de septiembre del 1969 como cada día. “Cuando les mostré el texto, no me lo dejaron leer, querían cambiar algunas cosas y les dije que no, lo leía así o no hacía el informativo y ese día no salió. Pero la gente comenzó a llamar y tuvieron que reprogramarlo para las 10 de la noche”.

El día anterior, Thomé fue detenido y lo golpearon. El informe hablaba sobre la represión policial. “Cipolletti cuidad castigada”, era el título y seguía: “Sin respeto por la gente, fuerzas policiales reprimieron anoche a una pacífica, inofensiva y desarmada caravana de automotores”.

En el informativo del 17 de septiembre de 1969 se escuchó el desenlace: “Un régimen de represión pasaba para siempre a ser parte del pasado, de ese pasado ingrato que asoma como una pesadilla. Cipolletti tuvo su 25 de Mayo, la rebelión pacífica de sus ciudadanos”.

Los manifestantes se congregaron en las adyacencias de la Municipalidad para evitar la destitución del entonces intendente Julio Dante Salto.

 

fotos: gentileza familia salto

 

Hoy, a las 11, se recordará la fecha en un acto que se realizará en el mausoleo de Julio Salto, ubicado en el cementerio de Cipolletti.

 

 

Ganar tiempo: la complicidad con Segovia

Salto estaba con la espalda contra la pared y se resistía a firmar el decreto de su destitución.

Para ganar tiempo llamó a su cuñado Fernando Segovia, reclamando sus anteojos para leer el documento, aunque el mensaje explícito era claramente otro, alertarlo sobre la situación.

La complicidad entre ambos era tan extraordinaria que Segovia no necesitó más detalles y llamó a LU19 y a Canal 7 para dar a conocer lo que estaba sucediendo.

Antes que pudiera firmar el documento, el edificio municipal ya era un hormiguero de cipoleños apoyando a su líder. “Salto sí, otro no”, cantaban.

Julio Dante Salto, perfil de un dirigente político

En datos

“Teníamos miedo
por nuestras familias, porque había muchas amenazas”.

Néstor García, el único concejal de esa gestión

que queda con vida.

“Fue impresionante como toda la ciudad salió a la calle. Fue una manifestación pacífica y espontánea”.

Abraham Thomé, el periodista que dio la noticia de la intervención.

Datos

Hoy, a las 11, se recordará la fecha en un acto que se realizará en el mausoleo de Julio Salto, ubicado en el cementerio de Cipolletti.
Todos coinciden en dos cosas; Salto fue un gran líder político y tuvo un final triste. “Éramos muy amigos y nos seguimos viendo después de lo que pasó. Él estaba convencido de que iba a volver pero las elecciones se demoraban mucho y comenzó a perder confianza. El último tiempo estaba muy triste”, recuerda Néstor García.
Thomé, también director de LU19, cuenta una anécdota que describe el progresismo de Salto: “Un día viene a la radio directamente. No éramos amigos pero teníamos una relación de periodista a funcionario. Llega y me dice: ‘Vengo de Buenos Aires, quiero informar que vamos a construir 2.500 casas’. Yo me reía. ‘Está loco’ pensaba, era inesperada esa cantidad de viviendas para Cipolletti. Pero él era así un político de raza”.
Salto murió en marzo de 1971 apenas dos años después de la rebelión popular. Murió con apenas 56 años. “En el último tiempo lo veía mal, muy triste. El estaba muy entusiasmado con lo que estaba haciendo, tenía mucha fuerza, era un prócer”, dice García.
Salto era médico y militar. Según relata Thomé ante la falta de médicos de guardia se compró la casa que aun conserva la familia sobre calle Sáenz Peña, al lado del hospital. “Se compró esa casa para poder atender, era guardia 24 horas. Su casa siempre estaba llena de gente, invitaba a todo el mundo. Era una gran persona”. Sobre el final de su vida el periodista sostiene que “se agarró una amargura muy grande”, después del Cipolletazo.
5.000
personas, según las crónicas de la época, se estima que salieron espontáneamente a defender la gestión de Salto.
300
manifestantes fueron detenidos por las fuerzas de seguridad. Muchos fueron golpeados y hubo heridos.
“Teníamos miedo
por nuestras familias, porque había muchas amenazas”.
“Fue impresionante como toda la ciudad salió a la calle. Fue una manifestación pacífica y espontánea”.

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