Taxista baleado en Neuquén: la inesperada revelación de una testigo

El chofer quedó en medio de una historia de violencia de género, y recibió un disparo. Tiene la bala alojada en el cuello. Al autor le impusieron tres meses de prisión preventiva.

«Maximiliano Octavio Montoya iba a matar a mi mamá». La inesperada revelación fue de una joven de 20 años, que la madrugada del 19 de julio fue testigo clave del ataque contra el taxista Diego Martín Rojas, quien fue baleado cuando se arrojó de su vehículo en movimiento en Neuquén.

En la audiencia de formulación de cargos realizada este jueves a la mañana, el juez Luis Giorgetti le impuso tres meses de prisión preventiva a Montoya (27 años, casado, primario completo, con una condena de 2017 por lesiones agravadas por uso de arma de fuego, excontratado de la municipalidad de Neuquén) por los delitos de tentativa de homicidio simple y amenazas coactivas agravadas por el uso de arma de fuego. Puede recibir una pena máxima de 18 años.

La narración del hecho por parte de la fiscal Paula González, quien hoy le dejó el caso a la fiscal de Homicidios, María Eugenia Titanti, tuvo varios huecos pero aportó detalles inesperados.

Una discusión en la madrugada


Alrededor de las 2:50 de la mañana, Montoya y una joven de 20 años tomaron un taxi Renault Logan de la empresa Avenida, interno 494, estacionado en Olascoaga y Sarmiento. Sostenían una discusión iniciada en un hotel ubicado en las inmediaciones. El vínculo entre ambos no fue revelado.

El imputado pidió que lo trasladen al Loteo Social. Luego se supo que allí vive la madre de la joven, y según declaró ella, Montoya expresó intenciones de ir a matarla.

La fiscal no reveló cuál es la relación entre las dos mujeres y el imputado. Hay versiones sobre una deuda, Montoya dio el nombre de su pareja y no coincide con el de las mencionadas. Faltan piezas aún.

La cuestión es que Montoya, muy nervioso, creyó que el taxista Rojas había llamado a la policía cuando en realidad había transmitido a la base el destino del viaje. Empezó a amenazarlo, a exigirle que acelere y que pase los semáforos en rojo.

La agresión al taxista


Rojas, el chofer agredido, asistió a la audiencia de formulación de cargos.

El imputado estaba sentado en diagonal respecto del conductor. En la esquina de Avenida del Trabajador y Colón, sacó un arma de fuego (sería un revólver), le apuntó a la cabeza y lo intimó para que pase el semáforo en rojo.

La joven intentaba de interceder. Le pedía a Montoya que no lastimara al taxista, y al chofer le aconsejaba que le hiciera caso porque «es capaz de matarlo».

Fuera de sí, el agresor le arrojó una botella de cerveza por la cabeza a la víctima. Unas cuadras más adelante, en Avenida del Trabajador y Pringles, Rojas tomó una dramática decisión: accionó el botón antipánico y se arrojó del automóvil en movimiento «para que no me mate», según declaró después.

Los tres disparos


El taxi chocó contra el guardarrail. Foto: Gentileza.

Montoya le disparó tres veces. Uno de los proyectiles se incrustó en el techo del Renault Logan. Otro chocó con el asiento y se deformó. Pero hubo un tercer plomo que atravesó la capucha del buzo del taxista, le ingresó por el omóplato, y tras un corto recorrido quedó alojado en su cuello.

Aún está allí, porque los médicos del hospital Castro Rendón consideran que es más riesgoso operarlo que dejárselo.

Montoya también se arrojó del taxi y escapó corriendo. La joven, en cambio, fue a buscar a un policía que cumplía tareas en la calle Pringles. El vehículo, sin control ni ocupantes, hizo unos metros más y chocó contra el guardrail del metrobús, en Avenida del Trabajador casi Batilana.

Se resistió a la detención


El taxista fue asistido de inmediato. Al agresor lo detuvieron alrededor de las 4 de la mañana en Carlos Emma y República de Italia, a unos 350 metros del lugar. Se resistió, y ya no tenía el arma en su poder. Todavía no la hallaron.

En el taxi encontraron un morral con su documento y 16 cartuchos de arma de fuego, de un calibre que no se informó.

La fiscal González pidió un plazo de cuatro meses de investigación y seis meses de prisión preventiva por riesgo de fuga y de entorpecimiento de la investigación. La defensora jefa Laura Giuliani ofreció una detención domiciliaria.

El juez Giorgetti resolvió imponerle tres meses de preventiva y los cuatro meses de investigación.


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