Una activista mapuche denunció a un sociólogo portugués por intento de abuso sexual

Boaventura de Sousa Santos fue acusado de acoso sexual por tres investigadoras del Centro de Estudios Sociales, de la Universidad de Coimbra. Se sumó el testimonio de Moira Millán.

La activista mapuche Moira Millán relató su experiencia con el doctor en Sociología Boaventura de Sousa Santos, profesor de la Universidad de Coimbra, en Portugal, uno de los intelectuales europeos con más prestigio en la izquierda. Días atrás, tres estudiantes portuguesas lo acusaron de agresión sexual. A esos testimonios se sumó el de Millán.

La semana pasada el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) ya anunció a través de sus redes sociales que suspendía todas las actividades del sociólogo en ese organismo en tanto avanzara la investigación. También lo hizo el Centro de Estudios Sociales de la Universidad lusa de Coimbra.

Millán brindó una entrevista al diario El Salto en la que contó que en 2010 viajó a Portugal invitada por un grupo de argentinos residentes en Lisboa para participar de un conversatorio en la Universidad Lusófona.

«Le aviso a Boaventura porque nos conocíamos del Foro Mundial de Brasil, en donde todo fue agradable, respetuoso, mientras intercambiamos perspectivas políticas. Él me contestó inmediatamente para invitarme a Coimbra y dar una conferencia a sus estudiantes», relató Millán.

La mujer acepto la invitación tras pedirle que le pagara los gastos. «Boaventura aceptó pagarme el billete, el alojamiento y las dietas. Llegué a Coimbra y di la conferencia. Al terminar, era bastante tarde y su asistente me dijo que tenía que ir a cenar a un determinado lugar. Pensé que iba a ir todo el equipo, pero al llegar, comprobé que él estaba solo. El lugar que eligió era un restaurante de su familia e hizo abrirlo para que cenáramos los dos solos. Comenzó a beber mucho y a decir cosas desubicadas para coquetear”, contó.

Aseguró que durante todo el encuentro puso límites y al temrinar la cena, Sousa Santos se ofreció a regalarle libros y le explicó que su casa estaba cerca. «Accedí. Entramos en el apartamento, se puso cómodo y comenzó a beber whisky. Me quise ir, pero me pidió que me sentara. Lo hice, pero frente a él. Al hacerlo, él se abalanza sobre mí y comenzó a manosearme, a querer besarme y yo le empujé e indignada le dije que no. Me enfadé, me quedé quieta, pero él volvió a lanzarse sobre mí y ahí yo, muy enfadada le empujé con más fuerza: tuve claro de que no me iba a dejar violar aunque fuera Boaventura», señaló Millán.

Aseguró que el académico se dio cuenta de que «no iba a poder consumar ninguna violación porque yo no se lo iba a permitir». «Le pregunté si se comportaba de esa manera con todas las académicas blancas o que si esto solo lo había hecho conmigo, porque no era académica y era indígena«, dijo. La respuesta fue negativa, de modo que Millán agregó: «Le respondí: ‘¿Por qué a mí sí? ¿Por que soy pobre?´ Entonces me puse a llorar aunque nunca lloro porque soy implacable. Soy de las que siempre digo que al enemigo ni una lágrima. Al momento, él me pidió perdón y me fui del apartamento», continuó.

En la entrevista se definió como «una mujer que sabe defenderse»: «Me enfrento a la Gendarmería argentina y él era un hombre mayor, todo esto podía haber acabado en tragedia porque le podría haber matado y hoy estaría en prisión».

Millán aseguró que al relatar lo ocurrido, solo le sugirieron «no meterse con Souza Santos» ya que «lo iba a instrumentalizar la derecha porque él era el gurú de la izquierda en un momento muy delicado en Portugal». «Pero, ¿un violador de izquierdas comete menos daño que si es un violador de derechas?«, se preguntó.

Cuestionó a la izquierda y consideró que «tendría una posibilidad de depurarse, de redimirse fijando una posición de condena hacia estos hechos tan violentos. En cambio me están amenazando por redes y a mí me da igual porque no van a venir a La Patagonia, pero las jóvenes portuguesas que le están denunciando, ¿qué seguridad y apoyo están teniendo?«.

Al término de la entrevista, Millán resaltó la falta de autoestima que tuvo en ese momento y «de la que siguen careciendo muchísimas mujeres indígenas porque llegamos a normalizar que nos pueden pasar estas cosas porque, como no les importamos a nadie, somos violables y asesinables. Y estamos cansadas».

Insistió en que el suceso ocurrió en 2010 cuando «estaba sola, no pertenecía a ningún espacio colectivo indígena, ni en ningún espacio feminista. Hoy no me callaría porque pertenezco al movimiento por el buen vivir y me siento amorosamente acompañada. Las que pertenecemos a estos colectivos nos sentimos fuertes para enfrentarnos a nuestro mundo mapuche que es machista y en donde también hay abusadores y maltratadores«.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios