La agonía del dólar

Darío Tropeano*

El título de este comentario resulta paradójico en nuestro país, donde la moneda dólar es un refugio para el pequeño ahorrista frente a los constantes ciclos inflacionarios desde 1975, y la moneda líder del comercio global desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial en que Estados Unidos pudo imponer su primacía a todos los países del mundo. Los principales mercados globales cotizarán en dólares: el petróleo, los metales, los alimentos; por ende el crédito y las finanzas globales están dominadas por esa moneda. Al principio los EE. UU. le dieron fuerza a su moneda haciéndola convertible con el oro: los dólares emitidos estaban respaldados por oro físico.


Eso terminó en 1971, dado que comenzó un proceso de emisión continua de dólares para enfrentar los déficits del país y los gastos militares crecientes. Todos los que compraron y compran dólares aun financian gratuitamente a los EE. UU., en tanto esa moneda no se revaloriza, sino que por el contrario se deprecia constantemente (comparemos por ejemplo cuántos departamentos podíamos comprar con US$ 30.000 en 1985 y cuántos podemos comprar hoy).


Desde finales de la década de 1980 se impulsó la llamada globalización incorporando las finanzas como medio principal para generar riqueza (solo para una superminoría mundial), la cual se trata –aun hoy– de un mecanismo de endeudamiento global: países, familias, empresas.
Fue un falso espejismo que concentró abruptamente la riqueza y generó el colapso del 2008 (llamada crisis de las hipotecas basura para el gran público).

Ese proceso lo hemos ido relatando desde estas páginas con regularidad desde el 2008 (“El tío Sam no ha muerto” 2/12/8) pero en realidad todo acabó allí. Una gran parte del mundo colapsó por aquel entonces (me refiero no solo al sistema financiero occidental, sino al aumento de la pobreza, el debilitamiento sostenido de las clases medias, el aumento de la pobreza, etc.) y fue “disfrazado” mediante un fraude gigantesco a través de la emisión monetaria que rescató a los grandes bancos y fondos de cobertura de Occidente, regalándoles dinero público.
Las familias endeudadas con viviendas por hipotecas impagables en los EE.

UU. soportaron 10 millones de desalojos. Esa bola de deuda con emisión monetaria gratuita para los grandes financistas globales (en EE. UU., Europa, Japón, Inglaterra) han ido debilitando la economía real generando además negocios ficticios. La caída del 2008 no solo fue el rescate de una elite global con dinero público, sino acelerar el proceso: la deuda en Occidente se triplicó.


Lo peor del caso es que las tasas de interés en los países centrales es negativa contra la inflación (0,3% promedio) y el dinero se regala, no solo para especular con bonos, títulos, acciones o derivados, sino que la matriz principal es rescatar esos papeles, la mayoría de ellos sin valor.

Ese rescate lo realizan los bancos centrales de EE. UU., Europa y Japón actuando coordinadamente (eso es la elite global) para evitar el actual colapso inevitable, para salvar nuevamente a las grandes entidades globales ahora con el problema del 2008 varias veces multiplicado. Más de 4 billones de dólares emitidos por la Reserva Federal de los EE. UU. desde el mes de abril del presente año, más de 2 billones de euros el Banco Central Europeo.


Las cifras reales son oscuras, dado que no se dan a publicidad, en tanto el gran público no debe conocer la verdad, lo que está sucediendo y va a suceder. Esa emisión monetaria se dirige en su mayoría no a paliar los efectos de covid -19, sino a comprar toda la basura crediticia que está dando vueltas: bonos de empresas quebradas o a punto de quebrar, acciones, paquetes de instrumentos derivados (títulos de deuda complejos y sin activos que los respalden).


Todo regado con dólares públicos sin interés, tratando de salvar un sistema financiero y monetario colapsado. ¿Oyeron hablar de la empresa de alquiler de autos Hertz?, pues se presentó en concurso de acreedores en los EE. UU. hace 60 días. El resultado: sus acciones valen el doble porque los pequeños inversores las compran por internet pensando que el Banco Central de los EE. UU. las va a rescatar y ellos ganarán dinero.


La economía de los EE. UU. se desploma, los desempleados se acumulan y las calles arden de conflictos. Sin embargo, las Bolsas aumentan inflando una burbuja gigantesca.



Lo puede hacer cualquiera de nosotros desde la aplicación Robinhood, no cobra comisión y sus principales clientes son desocupados y niños que operan desde los 13 años. Se trata de un sistema fraudulento que intenta sostenerse desesperadamente emitiendo dinero ante la caída evidente; por cierto el dólar se ha depreciado sobre el resto de las monedas globales en forma acelerada. En el Congreso de los EE. UU. se está tratando en este momento otro nuevo paquete de rescate (emisión monetaria) supuestamente para apuntalar la actividad económica: nunca sucedió así, dado que la mayor parte de ellos se dirigió a la actividad financiera. Los mercados de las criptomonedas, el oro, la plata, aumentan sensiblemente huyendo de las monedas globales frente a la evidente depreciación que evidencian.


La economía de los EE. UU. se desploma con récord histórico de concursos y quiebras en todas las actividades, los desempleados se acumulan mes a mes (30 millones según datos oficiales, 40 según estimaciones privadas), las calles arden a través de conflictos sociales diversos, algunos artificiales. Sin embargo, las Bolsas aumentan sin cesar totalmente desconectadas de la vida real, inflando una burbuja de valor y deudas desconocida en la historia de la humanidad. Los países asiáticos y algunos europeos encolumnan tras China intentando encontrar un nuevo faro para la economía mundial, y haciendo acuerdos de comercio con el yuan.


El filósofo francés Voltaire emitió una profecía en el siglo XVIII: “ El dinero papel siempre termina retornando a su valor intrínseco: 0”.


* Abogado, docente de la Facultad de Economía de la UNCo 


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