La apertura de los corralones envió una tenue señal de reactivación en Bariloche

Cientos de personas concurrieron a esos comercios en busca de materiales. Para algunos trabajadores, que ejercen oficios por su cuenta, fue un alivio porque llevaban semanas paralizados por las medidas para prevenir el coronavirus.  

“Veníamos complicados y ahora cartón lleno”, afirma Aníbal Roules, mientras espera que la camioneta salga del corralón Casa Palm, con los materiales que un cliente compró.

Roulés esperó desde las 15 hasta las 17.30 en la fila que se formó en la vereda para poder acceder al local. Pero no se queja. Hace casi tres semanas que estaba sin trabajar y necesitaba comprar el material para cumplir con sus clientes. Los días de la cuarentena obligatoria provocaron que se atrasara con la entrega de trabajos comprometidos.

Sus manos pigmentadas de color negro delatan su oficio. Aníbal trabaja desde hace 35 años como soldador. Conoce como pocos el secreto del hierro de buena calidad. Lo describe con lujo de detalles.

Tras la apertura de los corralones que autorizó el gobierno nacional cientos de personas se acercaron a esos comercios en Bariloche. (Foto Alfredo Leiva)

“Aprendí de mi padre”, cuenta, mientras se acomoda su barbijo. “Soy del grupo de riesgo”, afirma y sonríe con picardía. “A veces es bueno y a veces es malo”, confiesa. Tiene 61 años y el trabajo pegado en la piel.

A pocos metros decenas de personas forman una fila prolija, separados entre sí. Algunos observan el celular sin detenerse a observar lo que ocurre a su alrededor. Unos pocos portan barbijo. En la calle una fila de vehículos y camionetas esperan su turno para entrar al playón donde retiran los materiales.

“Se está moviendo algo”, dice Juan, al volante de una Ford F-100, descolorida, pero que mete miedo cuando ruge el motor. El lunes y este martes hizo algunos viajes con materiales después de un prolongado receso. Para un fletero la cuarentena obligatoria por el coronavirus es letal. Viven el día a día. No tienen otro ingreso. Por eso, la apertura de los corralones fue un alivio.

Uno de los empleados que organiza el acceso de los vehículos asegura que el lunes y este martes solo entraron vehículos livianos. “Ninguna empresa de cuenta corriente”, aclaró.

Filas extensas y espera de más de una hora en algunos casos para ingresar a los locales. (Foto: Alfredo Leiva)

Las obras privadas que son uno de los principales motores de la actividad económica siguen durmiendo. Cientos de obreros de la construcción esperan que se levante la cortina de la cuarentena obligatoria.

Las imágenes de decenas de personas en varios corralones de la ciudad fueron una postal que no se observaba desde mediados de marzo pasado. En Hipertehuelche la fila se extendía por varios metros en el amplio playón que tiene la firma en la zona del Alto de Bariloche.

Pero son pequeñas compras. Materiales o insumos para poder hacer algún arreglo pendiente en la casa. O trabajos por pedido en talleres casi artesanales.

Una de las preocupaciones son los precios de los materiales e insumos. También, los servicios. El cliente de Aníbal pagó 650 pesos por el caño de hierro estructural 20×20. “Antes de la crisis estaba como a 550 pesos”, sostiene. Asegura que el kilo de electrodos subió estos días de emergencia de 400 a 500 pesos. Aníbal no tiene la posibilidad de acopiar materiales.

“Ya veníamos complicados y se esta crisis se dilata se va a complicar más”, advierte, con la mirada fija en el portón del corralón.

Comenta que en su barrio la cuarentena se cumple a medias. “La gente está saliendo a laburar, porque tiene que morfar. Esto es así de simple”.


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