La bicicleta contra la polución
MARCELO ANTONIO ANGRIMAN (*)
El Observatoire Atmosphérique Generali, que mide desde hace catorce años los niveles de polución del aire de París, ha admitido que la Ciudad Luz padece un elevado índice de contaminación ambiental, a tal punto que el gobierno local debió decretar seis días de alerta roja. La neblina existente ha impedido divisar con nitidez el horizonte e imágenes características del skyline parisino como la colina de Montmartre, la cúpula de Les Invalides, la Torre Montparnasse o la Torre Eiffel se han tornado borrosas. El nivel de más de 100 microgramos de partículas finas por metro cúbico de aire alcanzado en la capital gala y de 50 microgramos en sus alrededores ha llevado a que los ecologistas reclamen restricciones en el uso de las estufas a leña y fertilizantes agrícolas y el tráfico automotor. Por tal motivo se ha recomendado poner a resguardo a los niños menores de seis años, ancianos o personas con afecciones respiratorias y evitar el uso del coche. “Hay tanta contaminación acumulada en la región que hará falta mucho tiempo para que el aire mejore”, ha advertido la ONG Airparif. Los más optimistas, por su parte, consideran la situación como un episodio circunstancial al que han contribuido la ausencia de vientos y un invierno benigno con un anticiclón casi perenne, altas presiones, cielos despejados y fuertes contrastes de temperatura entre el día y la noche. Consciente del problema, el jefe de Gobierno, Jean-Marc Ayrault, ha dispuesto la circulación alternada de autos desde las 5:30 AM –matrículas pares los días pares e impares los impares– en todo el núcleo urbano parisino. Para convencer a los automovilistas reticentes, el ayuntamiento anunció que toda la red de Vélib –bicicletas públicas que se alquilan para trayectos cortos– sería gratis un fin de semana al igual que la RATP, red que gestiona el metro, trenes de cercanías y autobuses de línea, decisión luego respaldada por el ministro francés de Ecología, Philippe Martin, quien extendió la gratuidad del sistema de bicicletas públicas hasta que cese la alerta de contaminación atmosférica, La medida, si bien apunta a disminuir el tránsito vehicular, no parece la más atinada para la salud de los ciclistas en estas circunstancias. Sí debiera pensarse como una política preventiva y duradera una vez que cese la contaminación. Países como Canadá, Holanda, Alemania, China y Vietnam cuentan con una notable infraestructura para que los ciclistas puedan circular con seguridad y ciudades como Badajoz (España) y Bogotá (Colombia), entre otras, ya están implementando obras importantes con el mismo fin. Estas sociedades han comprendido que hay que brindar a sus habitantes una infraestructura adecuada que los invite a elegir la bicicleta como medio de transporte y no sólo como una alternativa recreativa. Han razonado que, si los ciudadanos ganan en seguridad, la bicicleta es el medio de transporte más económico, eficiente y no contaminante, que sólo exige de una mínima obra pública. Han comprobado que, si bien ésta no es la única solución a los graves problemas de vialidad y contaminación de las ciudades, el crear una red de vías alternas permite a una enorme cantidad de personas circular rápidamente de un lado al otro de la ciudad. Son éstas realidades de las que debiéramos tomar nota en nuestro medio, donde a nadie escapan las enormes dificultades para manejar, estacionar y cruzar puentes y la conflictiva convivencia que existe entre quienes conducen colectivos, camionetas, coches, motos y bicicletas. Es hora de insistir en que cada ciudad tenga al menos una ciclovía que atraviese su trazado de norte a sur y de este a oeste, en un ámbito seguro tanto para el ciclista como para sus bienes. Puede parecer una entelequia, pero la llanura de nuestro territorio es un enorme aliado para tal fin. Como contrapartida, carecemos de una cultura ciclística y fundamentalmente de un convencimiento político. Tanto es así que el uso de la bicicleta termina siendo para muchos una necesidad consecuencia del aumento indiscriminado de los combustibles y no una elección producto de la concientización acerca de sus enormes ventajas prácticas. La bicicleta no sólo es el invento más longevo de la historia contemporánea sino también el medio de transporte más civilizado de todos, dado que no contamina, no ocupa mucho lugar y contribuye a mejorar nuestra salud. Al decir de María D. Lowe, del World Watch Institute: “Sólo los peces y las aves migratorias son más eficientes para transportarse que un hombre montado sobre una bicicleta”. (*) Abogado. Prof. Nac. de Educación Física. marceloangriman@ciudad.com.ar
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