La lucha de Uruguay contra el Covid-19, en la voz un neuquino

Andrés Geraci es neuquino, pero vive hace 19 años en Montevideo. Desde sus calles, cuenta cómo enfrentó la pandemia uno de los pocos países de Latinoamérica que parece controlarla.

Cuando Andrés Geraci mira a Neuquén lo invade la nostalgia. El recuerdo de niño en el trabajo de su papá, algún fin de semana. El paseo por esa fábrica gigante llena de máquinas como monstruos de hierro y fuego, en torno a las que cientos de obreros no se detenían. Era una aventura que vivía desde que salían de la casa, seguía cuando cruzaban las bardas y se coronaba al llegar a Zanón.


De los tres años, hasta los 29, vivió en Neuquén y en 2001 se mudó con su mamá a Uruguay. No volvió al sur desde que murió su papá, pero añora tomar una cerveza con amigos que quedaron acá. Actualmente trabaja en la construcción y mientras recorre las calles de Montevideo, habla del pasado y cuenta el presente del país latinoamericano, que algunos ponen como modelo en la lucha contra el coronavirus.

Lejos de hacer una comparación con Argentina –Uruguay es un país de poco menos de 3,4 millones de habitantes– narra cómo vive esta pandemia, que comenzó en Montevideo, de manera escandalosa, cuando una mujer, el 13 de marzo, volvió de un casamiento de Europa y contagió a varios.


Recuerda que de golpe aparecieron 4 casos y en poco tiempo se tomaron medidas. “En una semana el presidente suspendió las clases en las escuelas, nunca se habló de cuarentena obligatoria, pero como uno de los rubros que más gente moviliza es la construcción, a los 15 días, se otorgó una licencia especial y estuvimos tres semanas parados”, destaca.
Parte de esas semanas, las pasaron como la licencia anual, o vacaciones y otra parte se las otorgaron. Así, sacaron 45 mil personan de las calles. Después, exhortaron a locales comerciales y shopping a cerrar, y aunque no los obligaron, todos tomaron la decisión de hacerlo y sacaron 10 mil personas más de las calles.


“Los primeros días se veía poca gente. En las conferencias de prensa que transmitían los medios se resaltaba que debían permanecer en sus casas. Recalcaban que el que no tenía necesidad de salir, no lo hiciera y se acató mucho. Al principio, había mucho miedo”, dice.


A 20 días del primer caso era Semana Santa. Los uruguayos la llaman semana del turismo, porque la mayoría de la gente tiene la semana libre y viajan, acampan, o aprovechan las playas. Las autoridades temían que la gente saliera en masa, sobre todo de Montevideo, que era donde estaba el foco más grande. Pero nada de eso pasó.


“No hubo turismo, los hoteles estaban cerrados, porque también se los exhortó a cerrar y cerraron. Todos se portaron muy bien, sobre todo el turismo, que espera esa semana para trabajar, pero aún así, no abrió”, dice Andrés.


En Montevideo, pudieron controlar los contagios con éxito y después empezaron algunos casos en el interior. Hasta el jueves 18 eran solo 12 los afectados, y avanzaba la reapertura de centros de estudios, shopping, algunos shows, pero el viernes 19, la tendencia se frenó por la aparición de un foco en la ciudad de Treinta y Tres.


“De los 600 y 700 test por día, que se hacen, veníamos con tres días de caso cero. Lo que pasó, es que una persona cruzó del lado brasileño y justo trabajaba en la salud”. Actualmente ya hay 45 personas infectadas, 362 en aislamiento y de ellas, 113 pertenecen al personal de salud.
Lo mismo había sucedido hace más de 10 días con un brote en Rivera. La ciudad del norte, está separada por una calle, de la ciudad brasileña Santana do Livramento, que tenía un brote muy importante.

Dato

131
es el puesto de Uruguay, según cantidad de infectados. Estados Unidos está primero con 2.504.676 y Brasil 1.233.147.
90%
de los uruguayos aceptaron la recomendación de aislarse, aunque no era obligatorio.

“En Rivera hubo un brote medio grande pero lo controlaron y desde hace unos días no hay contagios. Allí, fueron más estrictos. Del lado uruguayo pusieron puestos con militares y solo se podía entrar a la ciudad si tenías un motivo muy especial. A su vez, se hicieron mil tests aleatorios en los barrios”, cuenta Andrés.


En esa ciudad hay free shop y del lado brasileño las cosas salen casi un 80% más barato, por eso, los uruguayos tienden a cruzar, pero se tomaron medidas como la desinfección en la calle que divide los dos países entre otras y los contagios bajaron.

“Somos pocos y no es necesario hacer 2.000 tests por día. La gente confía en los números y en el gobierno”.

Andrés

Andrés sostiene que Brasil tiene muchos casos y por eso hay que tomar medidas y también que fue importante cerrar la frontera con Argentina. Actualmente Buquebus no sale y el puente San Martín, Paysandú y Salto están cerrados.

Para hacer frente


Hasta ayer, los números daban 907 casos de infectados, 26 de muertos y 818 de recuperados y Uruguay cuenta con cerca de 13.000 testeos por millón de personas, uno de los mejores registros de la región.
“Somos pocos y no es necesario hacer 2 mil test por día, solo lo hicieron en donde aparecieron focos grandes. Además, se acató mucho el uso del tapabocas. La gente confía en los números y como se hicieron bien las cosas confía en el gobierno”.

A nivel país, se formó un Fondo coronavirus financiado por el 20% del salario de todos los funcionarios públicos que ganaran más de 1900 dólares y muchas empresas privadas que hicieron aportes.
Como la tasa de contagios se mantuvo baja, el sistema de salud nunca llegó a verse comprometido. Andrés cuenta que el sistema es público/privado.


“No hay obras sociales, si no mutualistas. Te afiliás y te atendés en sus clínicas. En Montevideo hay 4 hospitales grandes. Antes no era lo mejor, pero desde hace años mejoró mucho la asistencia pública. Cuando tenés trabajo formal, elegís si vas al público o al privado, si elegís privado, te hacen más descuentos”, contó.


Los uruguayos miran a Argentina y toman conciencia de la importancia de no salir. En su ciudad, casi no hay casos y todos están más relajados. Pasa frente a los shopping. Abrieron hace dos semanas de 12 a 20, después de dos meses y medio cerrados de manera voluntaria, hoy entra y sale gente.


Acelera la camioneta de su trabajo y recorre las calles llenas de la bruma. En la rambla se detiene a sacarse una foto con su mujer y su hija. Ve que algunos toman mate y confiesa que no compartir el mate, para un charrúa es difícil, pero suma que lo hacen ahora que están más tranquilos.


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