La carne vacuna ya superó los 1.000 pesos el kilo en Río Negro

Cortes premium como el lomo o bife de chorizo ya superan las cuatro dígitos en las carnicerías. Atribuyen los aumentos de precios al alza en los valores del combustible y del maíz para engorde, y para compensar costos fijos por la baja en las ventas.

La fuerte tradición del consumidor argentino por degustar un buen asado o poner sobre la mesa otro apetitoso corte vacuno comenzó a navegar en un mar de dudas a partir de los precios que alcanzó la carne en las últimas semanas.

Obviamente la región no queda ajena a este panorama donde ya es posible ver en las carteleras de precios de los comercios distintos cortes premium que superan los 1.000 pesos por kilo. Incluso hay otros cortes no tan premium que se vienen arrimando a los cuatro dígitos y que prometen superar esa marca en breve.

Hay distintas razones que explican por qué se disparó el precio de la carne en la región.

En principio, uno de los factores lo puede explicar el constante aumento del combustible, un insumo que impacta rápido y directamente en los precios de la carne en mostrador debido al extenso eslabón de transporte que tiene el sector ganadero hasta llegar a la góndola. Un insumo que al menos hasta mayo seguirá en aumento como ya se encargó de avisar la principal proveedora de combustibles a nivel nacional.

“Los aumentos en el precio final de la carne tienen una sola explicación que son los incrementos en los costos en el transporte para el traslado de los animales como en los alimentos que se utiliza en los feedlots, todo eso influye directamente en los precios finales”, señaló categórico Darío Vázquez, responsable del frigorífico de Luis Beltrán.

“Hay personas que readecuaron sus instalaciones para comprar y engordar animales que ya se corrieron del mercado o producen menos cantidad y eso también repercute en los frigoríficos”.

Darío Vázquez, responsable del frigorífico de Luis Beltrán.

En los feedlots o corrales de engorde de la zona ven cómo les suben los costos y tienen que derramarlos en los siguientes eslabones de la cadena cárnica hasta donde pueden.

“Cuando el animal sale del campo se lo lleva al engorde, como la demanda pide una carne de mayor calidad eso se hace con maíz y otros insumos, eso hoy tiene un valor agregado altísimo, los costos se escaparon mucho”, se sinceró un empresario del sector.

También la faena agrega su parte en toda esta historia. “Donde hay otro costo que se agrega, de entre un 25 y un 30% del valor del animal que salió de engorde, es en la faena”, continuó el empresario cárnico.

Todo este aumento y traslado de costos repercute en el precio final en góndola, y en el bolsillo del cliente.

La respuesta a una situación compleja no se hace esperar y todos, sin distinción, comenzaron a padecer esta realidad.
Por un lado los engordes a corral, los que ya muestran síntomas de agotamiento con sus números en rojo. Eso está haciendo resentir la continuidad de decenas de emprendimientos chicos y medianos donde al menos una decena de ellos instalados en el noreste rionegrino dejarán de trabajar, y otros ya evalúan seriamente abandonar las tareas de engorde.

Incluso el productor ganadero está especulando con la venta de su hacienda como una forma de defender su animal y lograr “algunos pesitos más”.

“Hace seis meses que nos mantenemos en un piso de 50% de capacidad instalada ocupada”, dijo en una reciente entrevista el presidente de la Cámara Argentina de Feedlot, Juan Eiras.

Y alertó sobre lo que se viene: “Vemos el primer semestre jugado a estos niveles de oferta y no vemos para nada un reacomodamiento a la baja en el precio”.

Los precios altos no pasan desapercibidos en el bolsillo de los consumidores y su consecuencia directa se aprecia en que actualmente la ingesta de carne disminuyó en la región un promedio de 10% en esta primera parte del año.

A nivel nacional también se dio a conocer un dato revelador sobre el presente que atraviesa el sector. De acuerdo con el relevamiento que hace la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra) el consumo (aparente) de carne vacuna por habitante en febrero de 2021 habría sido equivalente a 49 kg/año, tomando el promedio móvil de los últimos doce meses. En el año ese dato cayó 3,2%, pero si se lo compara con el 2008 cuando el pico de consumo fue de 68,9 kg/hab/año se nota claramente cómo los argentinos ven alejarse la carne vacuna de su dieta diaria. En síntesis, hoy cada habitante consume en promedio 20 kilos menos de carne vacuna que hace una década atrás.

“Decí que nosotros no consumimos mucha carne, pero está todo muy caro. Cada tanto compramos picada de buena calidad, nos hacemos picar algún corte que nos guste así lo aprovechamos al máximo”, comentaba un matrimonio que esperaba su turno en la carnicería de un supermercado roquense donde la clientela escaseaba.

La voz de los carniceros va en sintonía con el momento que atraviesa el sector.

“Es todo un quilombo, habría que llegar a un precio por encima de los 1.000 pesos el kilo, pero hay una realidad que te frena, no hay ventas. No se venden ni siquiera los cortes más baratos, hoy la demanda para mí bajó entre un 40 a un 50%”, dijo un comerciante roquense.

“La gente quiere una picada barata y le tenés que vender mitad grasa y mitad carne, es vergonzoso lo que está pasando”, señaló ofuscado.

Otro carnicero ubicado en otra zona de la ciudad indicó finalmente que “el consumo bajó bastante, la gente opta por llevar lo que va a utilizar en el momento. Aunque veo que no tiene preferencia en los cortes, capaz que consumen un poco menos pero a la hora de elegir lo hacen bien, llevan una buena carne».

La barrera sanitaria al sur del río Colorado otorgó condiciones de privilegio para la venta de hacienda local porque no puede ingresar más carne con hueso desde el norte y las industrias que operan de este lado se tienen que abastecer de la producción de los campos ubicados en su mayoría en territorio rionegrino.

Desde ahí crecieron las posibilidades para incentivar el sector para iniciar con la terminación de la hacienda del engorde a corral o feedlot como la alternativa viable para abastecer a los frigoríficos.

Lo que fue un negocio redondo para muchos en su momento hoy ya no es tan redituable. Principalmente porque los granos que se utilizan para alimentar al ganado son comprados mayormente en La Pampa, Buenos Aires o más lejos, lo que demanda un transporte que debe recorrer miles de kilómetros hasta llegar a los emprendimientos. Y en ese andamiaje el precio del combustible juega un rol fundamental que luego se traslada a los alimentos, en este caso a la carne, y a partir de ahí el sector lo padece en su totalidad.

“Si los combustibles y los impuestos siguen aumentando los costos en la cadena de la ganadería, la carne seguirá aumentando y repercutirá mucho más en los bolsillos del consumidor”, sentenció Darío Vázquez, referente del sector cárnico en Luis Beltrán.

“Toda la cadena de distribución de la carne tiene mucho flete con trayectos largos y a medida que aumenten los combustibles eso directamente recae en la carne”, agregó. Desde diciembre del año pasado -previo a las fiestas- a la fecha la carne aumentó entre un 18 y un 20 por ciento. Mientras que los consumos de carne vacuna se resisten a perder mucho terreno, en las carnicerías ya se nota claramente una división mensual en las compras. Las primeras dos semanas hay ventas, pero en la segunda mitad de mes ya es posible observar que la afluencia de público decae bastante en los mostradores.

En los últimos días se supo que los precios de los combustibles aumentarán 18% en los próximos tres meses, contabilizando el primer incremento ya aplicado a partir del pasado martes de 7% en los surtidores. La suba prevista es del 15%, pero se agregan otro 3% por la reciente alza de impuestos a la comercialización de naftas y gasoil. En lo que va del 2021 los combustibles tuvieron cuatro incrementos, aunque en algunas provincias y ciudades resultó en un “acomodamiento” de los precios.

El asadito de fin de semana cada vez más lejos de la mesa de los barilochenses

La postal de las filas en las carnicerías quedó muy atrás en el tiempo en Bariloche. Muchos locales permanecen desiertos y muy pocos clientes amagan a acercarse al sector de carnes en los supermercados. Algunos, después de observar y comparar los precios de las bandejas con los distintos cortes de carne siguen de largo, sin depositar nada en el chango. La mayor afluencia de clientes se registra los fines de semana.

El supermercado Puelche ofrece el kilo de aguja deshuesada a 659 pesos; el asado de cordero a 599; el asado sin hueso a 799; la bola de lomo a 699, el ojo de bife a 559, el vacío a 799 pesos y la picada especial a 649 pesos.

Un cartel enorme en Carrefour anuncia el kilo de cordero a 669 pesos el kilo. Las bandejas ofrecen carne picada a 629 pesos, el bife de chorizo a 989, el ojo de bife y la colita de cuadril a 799, la paleta y la palomita a 769 y las milanesas de bife de lomo a 689 pesos.

En La Anónima, hay bandejas de matambre a 1.059 el kilo; el vacío cuesta 1.042 pesos; la cuadrada feteada y la carnaza, 839 pesos y el cordero, 677 pesos.

La vidriera de la carnicería ubicada en Onelli y Moreno exhibe el precio de los cortes más baratos. Otro cartel indica que el local acepta la tarjeta Alimentar. En este comercio, la aguja con hueso cuesta 489 pesos el kilo; la falda, 469 y, la picada común y el osobuco 459 pesos. Un empleado informa que el precio del bife de chorizo es de 849 pesos el kilo y el ojo de bife, 899.

“La argumentación del precio de la carne está vinculada a la falta de animales, al haber menos lo poco que hay se cotiza distinto”.

Mónica Sarries,de autoservicio La Bombonera en Bariloche.

A pocas cuadras, sobre la calle Gallardo, la carnicería Frigviro también anuncia muchos de sus precios en la vidriera. Los dos kilos de puchero cuestan 800 pesos; el kilo de costeletas, 648 pesos; el asado con hueso, 780; la nalga 760 pesos y los dos kilos de picada común, 900 pesos.

Justo enfrente, Pilotti promociona el kilo de lomo a 869 pesos, el vacío a 706, la bola de lomo a 670 y el bife angosto a 706 pesos.

En La Bombonera, un autoservicio histórico de Bariloche, el asado con hueso cuesta 1.050 pesos, el vacío 990, la aguja con hueso 595 y, la paleta con hueso y la picada especial, 650 pesos el kilo.

“Trabajamos con dos frigoríficos. Uno nos aporta la carne con hueso y siempre tiene carne de calidad, y otro provee la carne sin hueso y envasada al vacío. Las listas de precios son elevadas pero es por la calidad de carne. Por eso, no nos podemos comparar con los supermercados donde hay opciones de cortes económicos”, señaló Mónica Sarries, de la Bombonera.

Una tonelada de maíz está costando actualmente unos 27 mil pesos. “Todo va variando a la par con el precio del combustible. Para que tengas en cuenta, para hacer un kilo de gordo necesitás siete kilos de granos, a eso sumale los impuestos y el personal. Para terminar un animal tenemos más de 200 pesos de costo por kilo y cuando lo vendés al frigorífico te lo pagan no más de 190 pesos el kilo. La verdad que si te ponés a sacar los números estamos perdiendo plata, hace tiempo que los costos fijos para producir están retrasados. La verdad que tengo más ganas de cerrar que de otra cosa, no sé cuánto tiempo más podré seguir, sé que ya son varios los que abandonaron”, reflexionó José Moro, propietario de un corral de engorde de la zona.


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