La CEB mejoró la cobranza, pero igual espera ayuda

El Estado, por ahora, no da respuesta para suplir la caída de ingresos. Una inversión prevista para tareas previas al invierno se postergó y advierten que habrá problemas.

Desde que sumó la apertura de sus cajas “presenciales” a la intensa campaña para promover el pago por medios digitales, la CEB logró llevar el índice de cobrabilidad al 65%, pero igual sigue con su economía en jaque.

El presidente de la CEB, Carlos Aristegui, dijo que realizaron distintas gestiones ante el Inaes, sin mayor resultado. Afirmó que hasta ahora “no hay respuesta por parte del Estado” para suplir la caída de ingresos y asegurar la calidad del servicio.

La CEB enfrenta un fuerte desfinanciamiento desde el inicio de cuarentena por coronavirus y se autoimpuso el criterio de no cortar el servicio por falta de pago a ningún cliente, no solo a los abarcados por el decreto de necesidad y urgencia 311/2020, que asegura ese beneficio a personas en situación de vulnerabilidad.

Según Aristegui, el déficit de recaudación derivó en “una pérdida de capital de trabajo”, que podría complicar la capacidad de respuesta en caso de nevadas importantes, que suelen afectar en forma masiva el tendido eléctrico.

“El resultado con la apertura de las cajas fue bueno -dijo el presidente-. En abril habíamos tenido un cumplimiento promedio del 45% y fue un golpe muy duro para la CEB. Ahora logramos llevarlo al 65%. En general el asociado nos acompaña. No es lo óptimo pero nos permite cumplir con los sueldos y el funcionamiento indispensable”.

Dijo que la pérdida de ingresos se resolvió “estirando el pago a proveedores” y también debieron recortar la compra de algunos insumos.

Sobre el operativo invierno, Aristegui dijo que la situación es compleja porque había 20 millones presupuestados para la compra de cables de reposición, repuestos, combustible, cubiertas, motosierras, anticongelantes y otros elementos, que quedaron postergados. “A los efectos prácticos hay un plan, pero ese dinero no está -afirmó-. Va a nevar y vamos a tener problemas”.

En fecha reciente solicitaron un auxilio puntual al Inaes por ese tema. Dijo que los contactos con los directores del organismo son permanentes, sin grandes resultados hasta ahora. “Lo vieron y saben de la situación, pero no hay ninguna previsión de ayuda para las cooperativas de servicios”, señaló.

Agregó que la caída de recaudación tiene para la CEB un impacto severo y “no es gratis, hay que tener espaldas para soportar este 40% residual que no se cobra. En esto el Estado no se ha metido”.

Insistió en que la CEB “siempre estudia caso por caso” cuando hay incumplimientos y “no está en el espíritu cortar a nadie”. Pero aclaró que “no por eso desaparece la deuda”. Señaló que aquellos que pueden pagar deberían hacerlo para no acumular incumplimientos que les generen mayores dificultades a futuro.

Aristegui señaló que la CEB reacomoda sus números con el recorte de algunos gastos, pero otros no los puede postergar. Dijo por ejemplo que la compra de energía en el mercado mayorista debe pagarla puntualmente, aunque no la cobre, y también debe abonar puntualmente el IVA por su facturación global, que ronda los 140 millones de pesos mensuales, sin importar tasa de cumplimiento de los usuarios.

Según el titular de la CEB, a diferencia de otras empresas de servicios, en ningún momento de la crisis discontinuaron la distribución de facturas ni la lectura de medidores domiciliarios. “Acá no hay facturación presunta”, aclaró Aristegui.


Las cajas disponibles


Al comienzo de la cuarentena la CEB montó una “oficina virtual” para evitar en todo lo posible el derrumbe de su recaudación y facilitó los medios de pago por débito automático, transferencias bancarias y tarjetas de crédito. Pero la idiosincrasia del usuario medio es muy particular y son varios los que no se adecuan a ningún sistema que se aparte del pago presencial y con dinero en efectivo.

El pasado 12 de mayo, protocolos mediante, se abrieron las cajas en el edificio de la calle John O`Connor y la cobranza repuntó más de un 20%.

Aristegui dijo que buscan mantener el distanciamiento con la presencia simultánea de no más de 8 personas en el salón de cobranzas y dos empleados destinados en forma permanente para orientar y asesorar sobre otros medios de pago.

Uno de los problemas inevitables fueron las colas que se forman en la vereda, donde no hay reparo alguno. Aristegui dijo que comenzaron a construir una marquesina “que estaba prevista en el proyecto original” de la nueva sede, y que brindará alguna protección en los días de lluvia y nieve.


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