La condición humana, frente al coronavirus

Roberto Fermín Bertossi *


La prensa viene informando sobre las ambigüedades morales que se verifican en el letal devenir del covid-19.

En efecto, así como se acentúa la magnanimidad de innumerables personas, también conforme anticipara Albert Camus en su obra “La peste”: “Las peores epidemias no son biológicas, sino morales. En las situaciones de crisis sale a luz lo peor de la sociedad: insolidaridad, egoísmo, inmadurez, irracionalidad”.

Entre nosotros, así como aún contamos con exhaustos e insuficientes servidores médicos, paramédicos, educadores, trabajadores esenciales, agentes del orden y la seguridad (destratados e inmoralmente retribuidos); simultáneamente, con toda miseria moral, muchas personas fueron privadas administrativamente de morir acompañadas, conculcándose arbitrariamente tal derecho humano, inalienable.

Estas restricciones inconstitucionales de crueles protocolos inhumanos fueron aciagamente padecidas vg. por Solange Musse, quien falleció en Córdoba autoritariamente impedida de despedirse de su padre, el que habiendo viajado apenadamente 1.145 kilómetros desde Neuquén fue oficial e instantáneamente expulsado y escoltado por una decena de patrulleros policiales dependientes del Poder Ejecutivo cordobés; por las hermanas Garay, a quienes el gobernador Alberto Rodríguez Saá les ha negado una decena de veces despedir a su padre atrapado por una enfermedad incurable en San Luis; por Fernanda Mariotti, que tampoco pudo abrazar a su madre en su lecho de muerte; como la viuda y sus cuatro hijos a César Cotichelli en el Chaco o Alicia Iriarte a su hija Rosario en Jujuy, etc.

Dichas restricciones contrariaron, de facto, la irrefutable “supremacía” de la salud y la vida humana sobre todo “imperium” constitucional, legal o administrativo.

Un párrafo especial merecen supuestos “geriátricos” (no pocos, clandestinos) con huéspedes adultos mayores, muchos de los cuales murieron en una ignominiosa e inhumana soledad; muy pocos con coronavirus puesto que la mayoría de los fallecidos correspondería a irresponsables actitudes del personal, de sus propietarios y de las autoridades que autorizaron o toleraron su irregular funcionamiento.

De tal manera, “La peste” de Camus cobra relevante actualidad a medida que la humanidad enfrenta situaciones tan límite como la actual, provocadas por el supremo temor que produce perder la salud o la vida misma.

Al punto, Camus admitía que “sin la perspectiva de lo sobrenatural, todas las victorias del hombre son provisionales. La victoria definitiva y total corresponde a la muerte”.

Ahora, ¿qué es lo ético y verdadero en nuestra “cuarentena” de casi 170 días?

Encontraremos buena respuesta en una dura carta de la doctora M. Cecilia López, médica y epidemióloga (La Prensa, 6/9/2020): “No se puede responsabilizar a la población de acciones que le corresponden al Estado y a los gobiernos. Es responsabilidad de ellos ofrecer la adecuada infraestructura tanto edilicia como en recursos humanos y materiales para cualquier contingencia de Salud. Y han dejado de hacerlo hace mucho tiempo. El sistema de salud no colapsa desde marzo de 2020 y ni siquiera desde ahora, eso es una mentira. ¡El sistema de salud colapsa hace mucho tiempo y cada año! Los médicos no estamos desbordados desde ahora, estamos agotados desde hace años en este sistema perverso…”.

Finalmente, con J. L. Borges pienso que “cuando no nos une el amor sino el espanto, el futuro no es lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer”.

*Investigador Cijs/UNC


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